Respecto a la iniciativa de reforma eléctrica, enviada a principios de octubre por el presidente Andrés Manuel López Obrador a la Cámara de Diputados, con la que busca “recuperar la rectoría del Estado” en el sector eléctrico, se puede decir que es una prueba de fuego para Partido Revolucionario Institucional, pero en realidad lo es también para los demás partidos de oposición y para el desarrollo de la vida democrática del país.
Para concretarse esa reforma constitucional será necesario el voto de al menos 57 diputados de oposición, ya que, asumiendo que todo el bloque de la autodenominada “cuarta transformación” vote a favor, tendrían 277 votos (Morena tiene 201 diputados que, junto con los 33 del Partido del Trabajo (PT) y los 43 del Verde Ecologista (PVEM) suman 277 votos.), y aún le faltarían 57 para alcanzar la mayoría calificada que es de 334, es decir, dos terceras partes de los 500 diputados.
En ese escenario, el dirigente del Partido Acción Nacional (PAN), Marko Cortés, fijo así su postura: “Nosotros no vamos y no se va a aprobar la reforma energética regresiva de López Obrador, pero sí estamos porque se construya una totalmente nueva que busque potencializar energías nuevas, limpias, renovables y más baratas”.