El fenómeno de la violencia en el fútbol es un problema social, especialmente en los países de Latinoamérica. La pobreza, la exclusión y la desigualdad han destruido el entramado social, generando condiciones inéditas para la proliferación de actos violentos.
De acuerdo a la crónica del diario El Financiero sobre la tragedia la noche del sábado 5 de marzo, el encuentro estaba 1-0 a favor del Atlas, campeón vigente de México, cuando al minuto 62 iniciaron al menos dos riñas en diferentes zonas de las gradas del Estadio Corregidora.
Tras percatarse de la magnitud de la trifulca, personal de seguridad del inmueble abrió las rampas de acceso de la tribuna hacia la cancha, para permitir que los aficionados descendieran y se alejaran de la violencia. Las imágenes de televisión mostraron a menores que buscaban refugiarse, entre lágrimas.
Los jugadores del Atlas abandonaron la cancha y se refugiaron en los vestuarios junto con algunos del Querétaro. Sin embargo, integrantes de los Gallos, como el portero uruguayo Washington Aguerre, permanecieron en la cancha y trataron de apaciguar a los rijosos. Sus esfuerzos fueron inútiles.
Después de unos minutos, varios aficionados que reñían en la tribuna invadieron la cancha, donde continuaron agrediéndose a puñetazos y patadas. Algunos utilizaron sillas y barras metálicas para golpearse.

Los gobiernos del mundo no tardaron en posicionarse a favor o en contra de la invasión rusa en Ucrania, luego de que Vladimir Putin lanzara una operación militar a gran escala que consistió en el envío de tropas por tierra, mar y aire.
A pesar de que el presidente Andrés Manuel López Obrador actúa diariamente para imponer una agenda que lo aleje de los temas que quieren imponer sus adversarios y le permita marcar su propia estrategia y rumbo, estas últimas semanas ha tenido dificultades en su afán.