Historia
- Fundación de la ciudad
San Luis de la Paz se funda el 25 de agosto de 1552, como una ciudad en la Ruta de la Plata, que durante la colonia vinculaba a las minas de Zacatecas con la capital del Virreinato de Nueva España, la Ciudad de México.
Los fundadores fueron los caciques indígenas: Diego Martín Aguilar; Pedro González de la Braza; Diego Ramirez; Pedro González de Oruña y Nicolás de San Luis de Monanez, fundador también de la ciudad de Querétaro y emparentado con el emperador Moctezuma.
La fecha de fundación es la misma en la que se celebra, el Tratado de Paz entre los indígenas chichimecas que habitan la región y los otomíes aliados de los españoles.
En la cédula de la fundación de 1552, y en la refundación de 1560, el virrey de la Nueva España designa la advocación de la iglesia de la naciente población a san Luis Rey de Francia.
Los chichimecas aceptan someterse bajo la condición de que se entregaría de manera regular maíz y carne. En la nueva población, los indígenas se concentran en cuatro barrios. El Barrio de la Soledad queda bajo la administración de la Orden de Frailes Menores (OFM).
Desde el siglo XVI, y en la medida en que va aumentando la población blanca y mestiza, los chichimecas se van desplazando hacia el oriente de la ciudad, lugar en que actualmente tienen su residencia; así llegaron a ocupar los promontorios del Águila y las Auras.
- La fundación de la misión
Los superiores de la Provincia de la Compañía de Jesús envían al padre Gonzalo de Tapia (1561, España - 1594, Sinaloa) a misionar en territorio d los indígenas chichimecas, que tenían la fama de ser los más difíciles de la Nueva España y así llega a San Luis de la Paz.
A finales de 1588 o principios de 1589 empezó su trabajo misional con los chichimecas y en este año en San Luis de la Paz funda la primera misión permanente de la Compañía de Jesús en la Nueva España. Él construye una capilla dedicada a san Luis Rey con adobe y paja.
El jesuita Gerard Decrome afirma que "El padre Gonzalo de Tapia fue entrando por Puruándiro e Irapuato, trabando amistad con los principales chichimecas (...) recibido de paz, tribu por tribu, pueblo por pueblo (...)". Comenzó a bautizar en la Congregación de la Petaca y no en San Luis de la Paz.
En 1590, el gobernador de Nueva Vizcaya solicita al virrey y, éste al provincial de los jesuitas, que le envíe misioneros. Los jesuitas designan a los padres Martín Pérez y Gonzalo de Tapia, para realizar esta tarea. El padre De Tapia, de paso en Durango misiona algunos meses entre los tepehuanes.
Ya en 1591, en Sinaloa fundan las primeras misiones. Aquí aprende el tehueco, el guasave y el acaxe. El padre de Tapia queda a cargo, entre otros lugares, de Barboria, Tevorapa, Lopoche, Matapán y Ocoroni. En 1592, el provincial destina a los padres Alonso de Santiago y Juan Bautista de Velasco a trabajar en Sinaloa.
Hubo indígenas que se opusieron al trabajo de los misioneros en Sinaloa. Uno de ellos de nombre Nacabeba. El 11 de julio de 1594, el padre de Tapia celebró misa en Tevorapa y cuando ya estaba en su choza, Nacaveba se presentó, acompañado de otros dos indígenas, para asesinarlo. Con una macana le rompen el cráneo, luego lo degollan y cortan el brazo izquierdo. El cadáver lo recogen vecinos de San Felipe, donde el jesuita Juan Bautista de Velasco celebra los ritos funerarios.
En San Luis de la Paz, la iglesia se traslada al lugar que hoy ocupa la parroquia en 1653, pero debido a la fragilidad de sus materiales, esta edificación no perdura por mucho tiempo. En 1690, bajo la dirección del padre jesuita Fernando Ramírez, se emprende la construcción del templo que hoy conocemos.
- La expansión de los jesuitas
Con los años, desde San Luis de la Paz, los jesuitas se extienden a diversos lugares del hoy estado de Guanajuato y fundan colegio e iglesia también en las ciudades de Guanajuato, León y Celaya.
En 1720 llegan a Celaya por gestiones del capitán Manuel de La Cruz Saravia. La fundación es del padre jesuita Nicolás de Azoca.
Los jesuitas van a la Villa de León para fundar un colegio. Cristóbal de Aguilar y Ventosillo, uno de los hombres ricos de la región, dona varias propiedades, incluyendo dos estancias de labor y campo y una mina en el Real de Comanja.
Y en 1730 también les regala las haciendas de Loza de Arriba y Loza de Abajo (hoy conocidas como Loza de los Padres), La Joya y San Isidro para su sostenimiento.