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CAPITALES: Tras la pandemia: cuando lo único constante es el cambio.

Francisco Treviño Aguirre

 Después de vivir varios meses esta pandemia mundial, las organizaciones están redefiniendo sus expectativas a corto y mediano plazo. De la noche a la mañana, muchos sectores sufrieron cambios más por necesidad que por alguna planeación. Se incremento el trabajo desde casa haciendo uso más eficiente de su tiempo y adaptándose a la tecnología que si bien mucho tiempo estuvo disponible, pocas veces se utilizaba.  las escuelas tuvieron que adaptarse a medios de comunicación que en gran parte no estaban preparadas para hacerlo. Los comercios tuvieron que hacer uso de servicios de entregas diseñando estrategias sobre la marcha. El impacto en el sector productivo será brutal en los próximos meses, cuando de manera paulatina se incorporen a incrementar la operatividad, ya que tomará mucho tiempo llegar a los índices operativos que se tenían antes de la pandemia. Estos escenarios ofrecen una visión de una nueva era de aceleración que está tomando forma, en la que las empresas más adaptables corren hacia adelante para rediseñar estrategias y operaciones en semanas en lugar de años. Muchas de estas estrategias se encontraban dentro de la planeación al mediano plazo, figurando en las listas de tareas pendientes de los ejecutivos; ahora, están siendo rápidos. Una característica definitoria de la tan discutida nueva normalidad en los negocios es la velocidad: las decisiones se están haciendo a un ritmo que antes se creía imposible. El tremendo impacto económico y de la salud pública de la pandemia del coronavirus ha elevado el estándar mundial para la eficiencia y la innovación. El mundo no puede volver mágicamente a cómo eran las cosas antes. Las empresas resilientes que encuentran el éxito en el futuro serán aquellas que pueden seguir girando sus recursos económicos tan ágilmente como lo han hecho durante los primeros meses de la pandemia. Este cambio está generando una nueva generación de empresas, más capaz de prosperar en la incertidumbre con un sentido de propósito más claro y amplio. Los ejecutivos podrán seguir motivando a su personal en torno a un objetivo común incluso después de la crisis de salud y a través de dificultades económicas. Se recalibrarán rápidamente en respuesta a mega tendencias, se expandirán más allá de las áreas de negocio tradicionales a través de asociaciones y mejorarán su desempeño a lo largo de métricas ambientales, sociales y de gobernanza más amplias. Moverse rápido requerirá adaptarse a los nuevos estándares con mayor velocidad que los competidores, y las empresas a la vanguardia están ajustando sus expectativas de rentabilidad. Las empresas que ya han reevaluado sus operaciones para obtener puntuaciones sólidas de sostenibilidad ahora tienen una ventaja competitiva. La pandemia del coronavirus ha desencadenado el tipo de cálculo económico que ocurre tal vez una vez en un siglo. Se necesitarán enormes innovaciones y avances para reactivar la economía mundial. Junto con ella, los supuestos previos de cómo se deben llevar a cabo los negocios tendrán que ser analizados y examinados para lograr una adaptación a las tendencias de la llamada nueva normalidad.

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CAPITALES: La inteligencia artificial y la inclusión laboral

Francisco Treviño Aguirre

 Una nueva visión en el ámbito laboral se vislumbra con las aplicaciones de inteligencia artificial. Según el Foro Económico Mundial, para el año 2050 el 52 por ciento de las horas laborales que se llevan a cabo actualmente, serán ejecutadas por máquinas. Para el año 2030, predicen que las tecnologías que implican inteligencia artificial reemplazarán 800 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Pero lejos de visualizar esta proyección como una amenaza, se espera que la tecnología genere nuevos empleos durante la próxima década, pero un hecho igualmente importante (y a menudo pasado por alto) es que la inteligencia artificial presenta una oportunidad para comenzar una carrera más inclusiva desde el punto de vista socioeconómico. Si la inteligencia artificial se convierte en una gran fuente de experiencia y análisis de investigación, las personas deberán adaptarse y cambiar sus habilidades para seguir siendo empleables. Un informe reciente publicado por IBM calificó la adaptabilidad como la habilidad más importante que consideran los ejecutivos para contratar a alguien. Además, a medida que la tecnología continúa avanzando, es importante considerar que nuestras habilidades técnicas continúan depreciándose en aproximadamente un 50 por ciento cada cinco años. Como resultado de todos estos cambios, tendremos que mejorar las habilidades y tener la capacidad de aprender y desaprender durante la mayor parte de nuestra vida laboral. Esto cambia la fórmula de la educación inicial de una edad temprana a una vida de aprendizaje continuo. También coloca a la adaptabilidad como eje central en un ámbito laboral. En ocasiones no es tan importante contar con algún titulo universitario en un sector específico, pero si tener la capacidad de poder desarrollar una actividad de manera eficiente, y esto se logra con una capacitación y experiencia que se puede adquirir con el tiempo. Hay muchos profesionistas en un área específica que se desarrollan en otros sectores de manera eficiente. Es un hecho que los títulos universitarios seguirán teniendo un peso específico importante, pero esta realidad llevará a reajustar la infraestructura de evaluación en la adecuación de los puestos laborales. Sin embargo, las rutas que no incluyen un título universitario de cuatro años también se incluirán en la evaluación de adecuación al trabajo a medida que las habilidades se vuelvan centrales. Esto puede dar lugar a oportunidades más inclusivas para el desarrollo profesional. La adopción de tecnologías avanzadas en la población económicamente activa revolucionará el trabajo. De hecho, nuestra propia definición de lo que significa trabajar puede cambiar. La forma en que los gobiernos y los empleadores respondan a estos cambios tendrá un gran impacto en si esto se traduce en beneficios positivos para más personas. Tenemos el potencial para construir un futuro que funcione para más personas de lo que se hace actualmente, y depende de nosotros hacerlo realidad. Sin embargo, tener una infraestructura de evaluación más inclusiva y adecuada para el trabajo no sucederá automáticamente. Hay muchos desafíos que los gobiernos y los empleadores tendrán que superar, así como importantes acciones que deberán tomar.

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CAPITALES: Marcelo Ebrard: el hombre fuerte del Gabinete de López Obrador

Francisco Treviño Aguirre

De semblante serio, firme al hablar y sin titubear, de respuestas ágiles y concretas. Licenciado en Relaciones Internacionales por el Colegio de México, Marcelo Ebrard es uno de los hombres fuertes de López Obrador y tiene bajo su cargo las relaciones internacionales de México. Ha sido un funcionario que se ha manejado con prudencia y profesionalismo, además de contar en la Cancillería con gente de amplia experiencia y vocación de servicio. Mucho se ha mencionado que fue un desacierto la decisión de extinguir PROMEXICO por parte del Ejecutivo Federal, delegando estas funciones a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Textualmente se indica que la SRE tiene como misión “conducir la política exterior de México mediante el diálogo, la cooperación, la promoción del país y la atención a los mexicanos en el extranjero, así como coordinar la actuación internacional del Gobierno de la República”, para lo cual se debió de reestructurar y contar con áreas específicas que no solo coadyuven a la promoción de México en el exterior, sino ser un facilitador para la atracción de nuevas inversiones extranjeras en el País. Ante la nueva realidad que vivimos actualmente derivada de la crisis económica que generará en el corto plazo la pandemia ocasionada por el coronavirus, Ebrard puede ser un artífice para que nuestro país pueda acelerar su crecimiento económico a través de políticas internacionales que promuevan la inversión e incentiven las exportaciones de productos nacionales. ¿Cómo se lograría este objetivo? Aprovechando los acuerdos y tratados internacionales que nuestro país tiene con prácticamente todas las regiones del mundo, creando políticas que impulsen las inversiones extranjeras mediante acuerdos que favorezcan el contenido nacional en la proveeduría y promoviendo los productos mexicanos en el exterior a través de programas sectoriales que generen un dinamismo de las las vocaciones productivas de las regiones del país a través de su participación en ferias y eventos internacionales. No se trata de descubrir el hilo negro, pero si de crear una “tormenta perfecta” para que las inversiones extranjeras lleguen a nuestro país con acuerdos que generen certidumbre para sus proyectos e impulsar la proveeduría local; esto por un lado y por el lado de las exportaciones, facilitar los trámites para que mas empresas mexicanas puedan encontrar nichos internacionales, en base a análisis y estudios de mercado sobre sectores plenamente identificados. Ya se ha recorrido este camino y se ha hecho de forma adecuada, solo es cuestión de acoplarse a la nueva realidad internacional, utilizando los elementos tecnológicos con los que se cuenta. Es muy probable que, si las relaciones internacionales del País continúan ejerciéndose de forma adecuada, esto será una plataforma para que Ebrard pueda ver su fotografía en las boletas de las próximas elecciones presidenciales.       

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CAPITALES: La economía de México más allá del petróleo

Francisco Treviño Aguirre

Hay experiencias en la historia de México y ciertamente en las de otros países, que sirven como recordatorios de que construir una economía altamente dependiente de los hidrocarburos no es, a largo plazo, la más inteligente de las decisiones. El auge del petróleo en la década de los años 70´s y principios de los 80´s y la crisis social y económica resultante dejaron a los responsables políticos con valiosas lecciones que, considerando la situación actual en torno al papel de la industria petrolera en México, no deben pasarse por alto. En aquel entonces, los recursos de hidrocarburos alentaron al gobierno a apostar por el desarrollo y la expansión de la industria petrolera. Hacerlo parecía un paso lógico, ya que muchos creían que el crecimiento basado en recursos petroleros era el camino hacia la prosperidad. La tasa de crecimiento económico de México, que promedió 8.4 por ciento entre 1978 y 1981, ayudó a sostener este argumento. Derivado de una inadecuada gestión, una creciente deuda externa y condiciones internacionales desfavorables (tasas de interés más altas y precios más bajos del petróleo) así como una visión a corto plazo, envió a la economía a colapsar en 1982. Para entonces, la economía del país se sostenía en gran medida del petróleo. Las exportaciones del hidrocarburo representaban el 77.6 por ciento del total nacional, frente al 15.4 por ciento en 1976, mientras que el crecimiento económico cayó al -0.6 por ciento.  

En consecuencia, quedó claro que la riqueza proveniente del hidrocarburo no podía detener la caída económica y no era suficiente para impulsar el crecimiento durante el resto de la década. Actualmente, es difícil no ver cierto parecido entre la política actual de México y el enfoque de hidrocarburos que prevaleció a finales de los años 70´s y principios de los 80´s, a diferencia que ahora las reservas de petróleo probadas están diezmadas y Pemex se ha convertido en una máquina de perder dinero en vez de generarlo. Tan solo en el primero semestre de este año, Pemex ha perdido 606 mil millones de pesos, y su deuda se agravó en un 24.1 por ciento respecto al cierre de 2019, superando los 2 mil millones de pesos, o 107 mil millones de dólares. Han pasado casi 2 años desde que López Obrador tomó protesta como presidente de México, y su intención de hacer de Pemex la columna vertebral para la generación de ingresos en el tema de hidrocarburos, simplemente no ha sido efectiva. Adicionalmente existe un gran descontento hacía las políticas económicas del gobierno federal al marginar la inversión privada en este sector y en algunos otros como lo fue el caso de Constellation Brands en Mexicali. Tal parece que las experiencias pasadas no han dejado ninguna lección a la actual administración federal que espera lograr sus metas económicas basadas en una estrategia de explotación del petróleo sustentada en Pemex. El ejecutivo federal está convencido de que su programa de energía puede ayudar a México a navegar hacia un futuro próspero muy necesario, pero parece subestimar que el entorno económico actual es mucho más complejo y Pemex, el instrumento para superarlo, está más débil que nunca.    

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CAPITALES: Renovarse o morir: los negocios en la nueva normalidad

Francisco Treviño Aguirre

El shock del coronavirus ha interrumpido más que los empleos, las cadenas de suministro y los mercados financieros. Los clientes también han cambiado fundamentalmente. La tarea número uno para muchas empresas ahora es descubrir a dónde se han mudado dichos clientes y volver a interactuar con ellos. La crisis derivada del COVID-19 es diferente a aquellas crisis económicas y recesiones como la ocurrida en 2008 y la crisis del petróleo en Medio Oriente, cuyas causas fueron impulsadas por cuestiones financieras. El factor principal de la pandemia son las preocupaciones de salud y seguridad impulsado por el cliente. La inmovilidad y el deseo de los clientes de estar seguros en el entorno actual ha resultado en volatilidad en las compras y la productividad en las categorías de muchos productos, lo que ha ocasionado una crisis económica neta de un tipo que no se había visto en la época moderna. La cuarentena impuesta por los gobiernos, el autoaislamiento y el cierre de negocios, empresas y oficinas han forzado aún más los cambios de hábitos de los clientes. La necesidad de mantenerse sano y los temores de los clientes no ha resultado en una recesión tradicional, donde existe la oferta y la demanda, pero el acceso de los clientes a los productos y servicios se ha interrumpido significativamente. Lo que está claro es que este cambio en el comportamiento del cliente está empujando a las empresas a una nueva "realidad direccional". Las empresas deben adaptarse a las necesidades cambiantes de los clientes mediante una filosofía más centrada en el cliente. En lugar de esperar que sus clientes vengan a ellos, necesitan ir a sus clientes. Investigaciones recientes demuestran que las empresas que mantienen o aceleran las filosofías centradas en el cliente superan constantemente a las empresas que no lo hacen. De hecho, ganan participación de mercado sobre aquellas empresas que reducen las inversiones centradas en el cliente. Durante esta pandemia, es aún crítico para las empresas centrarse más en el cliente al investigar y comprender los nuevos problemas de sus clientes causados ​​por miedo, aislamiento, distanciamiento físico y limitaciones financieras, e intentar estructurar sus ofertas para cumplir con estas nuevas deseos y necesidades insatisfechos. La velocidad o tasa de adaptación que las empresas necesitan para adaptarse a una nueva realidad direccional dependerá de la demanda del cliente. Las industrias con una demanda decreciente de los clientes (entretenimiento, turismo, bienes raíces, productos industriales y proveedores de estas industrias) deben adaptarse rápidamente para darles una mejor oportunidad de sobrevivir. Por el contrario, las industrias con una demanda creciente de los clientes (supermercados, entretenimiento en línea, proveedores de teleconferencias) deben adaptarse a esta realidad direccional a un ritmo más lento, pero definitivamente necesario, para ayudar a mantener el crecimiento a largo plazo. Los tiempos han cambiado y los negocios no pueden ejecutarse como de costumbre. Las empresas deben acudir a sus clientes en lugar de confiar en que sus clientes se acerquen a ellos. Por lo tanto, no se recomienda mantener el status quo o del comportamiento tradicional, es necesario adaptarse a esta nueva normalidad, donde el acercamiento al cliente será parte de la nueva forma de hacer negocios.

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