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La comunicación de los narcisistas

Rubén Aguilar Valenzuela
El narcisismo se entiende como un trastorno mental por el cual una persona tiene un sentido desmesurado de su propia importancia y capacidades, al tiempo de una necesidad profunda de ser admirado y reconocido por los demás.

La psicología dice que en todo narcisista se esconde alguien con una baja y frágil autoestima, que se manifiesta en ser muy vulnerable a la crítica más leve, en carecer de empatía con los demás y en establecer relaciones conflictivas.

 
Es común que una personalidad narcisista se sienta infeliz y decepcionada cuando no recibe la admiración que está seguro merece. Es también frecuente que esté insatisfecha con sus relaciones y no concibe que otras personas no gocen de su compañía.

El trastorno del narcisismo suele estar presente en ciertas figuras de la vida pública. ¿Cómo se comunican los políticos que adolecen de ese problema? Siempre buscan llamar la atención, no importa la forma en que lo hagan, para lograr que todo mundo hable de ellos. Cumple así su profunda necesidad de ser el centro y provocar la admiración. Gozan al contemplar su imagen en el espejo de los medios.

En "AMLO frente al espejo" (The New York Times, 14/06/20) el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka plantea que "todo narciso necesita de un espejo. Y no le bastan los cristales de los aduladores de turno, de sus voceros militantes, de sus apóstoles devotos y de sus hagiógrafos. Pide más. Necesita engancharse todo el tiempo con quienes no lo quieren para que la tensión con ellos sea permanente. De lado y lado, esta dinámica puede terminar siendo adictiva".

Para él la semejanza que existe entre el presidente Hugo Chávez y el presidente Andrés Manuel López Obrador es que para estar en el centro de la discusión, necesidad de todo narcisista, los dos utilizan el recurso de la polarización. En su opinión ese paralelismo "encierra mayores peligros que cualquier otra comparación".

Y sostiene que "más allá de todas las diferencias entre los dos países y los dos líderes, AMLO —al igual que Chávez— siente que no fue elegido para gobernar un país sino para cambiar su historia. Él es el fin y el comienzo de una nueva era. Y necesita sentir y hacer sentir esto a los demás a cada momento. Polariza para mantener la adrenalina de la sociedad en alto, para promover la esperanza, pero —sobre todo— para enfatizar una amenaza, un peligro. Para que la 4T nunca deje de ser una emoción".

La polarización es el instrumento privilegiado de los narcisistas Chávez y López Obrador. El escritor plantea que "la polarización política crea espejos y viven de ellos. Es una fórmula ideal para que la imagen del líder se reproduzca de manera permanente. Su presencia constante y protagónica es una eficaz forma de contagio. Genera procesos inflamables que distribuyen y propagan la irracionalidad. No importa en qué sentido vaya, si se está en contra o a favor. Lo único que importa es que no haya nada más en el debate. Solo el líder".

En la comunicación de los políticos narcisistas, que siempre se sobrevaloran para cubrir su fragilidad, lo que debe estar presente son "solo sus palabras. Sus amenazas, sus provocaciones, sus chistes, sus confesiones. Lo que importa es que su historia sea lo único que haya que contar. Que su historia sea el relato de todos".

El venezolano afirma que "Chávez utilizó conscientemente la polarización para comunicar y consolidar la certeza de que él era en el único eje del país. De manera deliberada, a través de un manejo hábil de los medios, logró personalizar el poder, reducir la dimensión de la política a la relación con su liderazgo. Su propio temperamento, su capacidad irritante, incluso su agresividad, fueron recursos útiles para cumplir este objetivo. Quienes lo rechazaban terminaron convirtiéndose en su eco, hablando permanentemente de él, reproduciendo la idea de que no había nada más, de que la vida pública y la historia nacional dependían totalmente de las palabras y de las acciones de Chávez".

La comunicación del narcisista López Obrador, como la de Chávez, busca de cualquier forma ser el tema central de la discusión. Cada mañana de manera desesperada, no importa el tema, que en sí mismo es irrelevante, lo que busca es estar y verse en el espejo de los medios. Lo que busca es que se le admire en lo que él piensa son sus infinitas cualidades políticas y morales, por lo menos de parte de los suyos que con su reacción alimentan su narcisismo.

Barrera Tyszka añade que "tal vez ahora, más que buscar ansiosamente las similitudes entre AMLO y Hugo Chávez, México podría tratar de aprender de la experiencia de la democracia venezolana a la hora de enfrentar el populismo. Corresponder apasionadamente a las provocaciones polarizantes fue en Venezuela una forma de alimentar el narcisismo. Mucho más útil y eficaz habría sido la recuperación de la política original, el trabajo sobre espacios y relaciones de poder alternativos, la construcción de un movimiento ciudadano distinto, dedicado generar su propio poder a partir de luchas concretas y no del enganche emocional con el presidente".

En la versión del venezolano el gran error de la oposición de su país fue seguir, sin darse cuenta, el juego de Chávez y yo añado que en ese juego también ha caído la oposición en México que solo reacciona a la agenda de López Obrador que en su narcisismo disfruta, le es una necesidad imperiosa, de ser el eje del debate. Quienes solo rechazan sus planteamientos, quieran o no, reproducen y difunden sus ideas. No hay mayor afrenta y pérdida para un narcisista que no ser tomado en cuenta y reconocido por los demás. Entra, entonces, en una profunda depresión. Y es hora de dejar de lado al presidente y centrar la discusión en los verdaderos problemas del país y en la construcción de una gran fuerza nacional alternativa con propuestas concretas, para resolverlos.

Implicaciones de la captura de El Marro

Rubén Aguilar Valenzuela 
El dos de agosto en un operativo conjunto de fuerzas federales y del estado de Guanajuato se capturó a José Antonio Yépez, El Marro, líder del Cártel Santa Roda de Lima (CSRL) que opera en esa entidad.

De acuerdo al secretario de la Defensa la detención se dio en el pueblo de Franco Tavera, municipio de Santa Cruz de Juventino Rosas. En el operativo no hubo bajas de elementos de las fuerzas armadas y tampoco de integrantes del CSRL.

La captura de El Marro es un buen golpe del gobierno del presidente López Obrador y también del gobernador Sinhue. En sí mismo, con todo, no anuncia mejoras inmediatas y tangibles en el entorno de la seguridad en ese estado.

Es incluso posible que en el corto y mediano plazo crezcan los niveles de violencia con la detención del líder de ese cártel como ya ha sucedido en otras ocasiones en distintos estados del país.

Esto porque se suele dar una disputa, una verdadera guerra, por el liderazgo del grupo, porque se da un proceso de fragmentación y también porque los otros cárteles aprovechan la ocasión para intentar ampliar su influencia.

Se conoce que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha tenido constantes enfrentamientos con el CSRL por el control de las plazas en Guanajuato.

Los especialistas de seguridad piensan que es muy probable que el CJNG intente aprovechar la situación para incrementar sus ataques contra el CSRL y así acrecentar su presencia operativa en el estado.

Y también consideran que a mediano y largo plazo si el CJNG resulta el triunfador en esa guerra se puedan reducir los niveles de violencia al haber un cártel hegemónico.

El CSRL a más del tráfico de drogas ha ampliado sus actividades delictivas al robo de combustible, de autos, de carga en las carreteras y en los trenes, la extorsión y el secuestro.

En los 20 meses que lleva el gobierno esta es la primera captura de un narcotraficante importante, antes se había hecho en Sinaloa, con el hijo de El Chapo, pero el presidente ordenó abortar la operación y liberarlo.

La detención de El Marro es un logro de las autoridades, pero al mismo tiempo evidencia los límites de la estrategia que en los últimos 14 años se ha seguido contra el crimen organizado.

Solo el fortalecimiento de las policías de los estados, con un agrupamiento especializado de élite y un mando único, y de policías municipales realmente profesionales se puede cambiar la situación.

Prensa rosa

Rubén Aguilar Valenzuela

Reforma todos los viernes desde hace años 23 años publica a todo color el suplemento semanal Club / Red Carpet una revista de sociales o de nota rosa.

El número de páginas de los suplementos varía y con frecuencia supera las 100. El contenido son fotos con solo un pequeño texto. El propósito de quien aparece es verse y ser vistos. Es un acto exhibicionista.

No sé cuál es la concepción periodística que anima a Reforma, a publicar un suplemento como éste. No sé cuánto representan en los ingresos del periódico los muchos anuncios que ahí se encuentran. No sé si las personas paguen por aparecer en esos números.

Y tampoco sé cuál es la motivación de quienes deciden hacer público, de publicitar, eventos de la vida privada e incluso íntima. No sé por qué exponen a sus hijos menores de edad. No sé por qué se arriesgan al mostrarse.

¿Qué importancia tiene, para la sociedad los reportajes de las bodas, fiestas y bautizos de quienes deciden anunciarse como si fueran un producto? ¿Con qué sensibilidad social y ética editorial se defiende el contenido de estas publicaciones?

Las portadas y el contenido de cada número de Club / Red Carpet son ofensivas, en cualquier caso, pero todavía más en una situación como la que ahora se vive en el país. Es un grado superior de frivolidad. Es una agresión a millones de mexicanos que sufren por sus condiciones de pobreza agravadas por la pandemia.

Lo que derivo de mi revisión de algunos de los suplementos es que son profundamente clasistas. Que son una bofetada a los millones de mexicanos de las clases medias y los que viven en la pobreza, que nunca tendrán acceso al nivel y tipo de vida que se expone en cada número, que subraya la abismal desigualdad social que existe en el país.

El contenido de la revista, que se construye como modelo de aspiración, es ofensivo no sólo porque la gran mayoría de la población no vive así, sino porque presentarlo como algo para imitarse en un mundo que está en crisis por los excesos es inmoral.

En tiempos de la pandemia del Covid-19 con más de 50 mil muertos, 500 mil casos positivos, dos millones de empleos formales perdidos, 12 millones que no recibieron ningún ingreso en tres meses y no se sabe cuántos podrán obtener trabajo.

Con un aumento de 21 millones de mexicanos que ingresan a los niveles de la pobreza y la pobreza extrema el periodismo rosa, de por sí nefasto, resulta ahora todavía más irresponsable y agresivo.

El suplemento social de Reforma no es el único en el país y decenas de otros periódicos en los estados semanalmente publican revistas semejantes. La actual situación del país y los efectos de la pandemia obligan a repensar muchas cosas entre ellas la existencia de este tipo de publicaciones. (Una versión más amplia en Nexos Digital del 10.07.20)

Los Relámpagos de Agosto

Rubén Aguilar Valenzuela 
Idos de la Mente con el subtítulo de La increíble y (a veces) triste historia de Ramón y Cornelio (Edición Cuarentena 2020) es un texto de Luis Humberto Crosthwiate (Tijuana, 1962).

Es la historia de Ramón y Cornelio, que son amigos desde niños y en su juventud forman un dueto de música norteña, Los Relámpagos de Agosto. Uno toca el acordeón y el otro el bajo sexto.

Al inicio cantan en bares de mala muerte de la zona de prostitución, para luego tener una época de gloria con presencia en la televisión, muchos y exitosos discos y multitudinarios conciertos.

Después viene la ruptura dolorosa y por primera vez cada quien camina por su cuenta. Uno tiene éxito como solista, pero el otro no. Los conflictos personales, matrimoniales, el reencuentro y la muerte.

Las canciones norteñas son el personaje central de la novela. El autor señala que es lo único real. Es un homenaje a este género de la música popular.

Crosthwaite utiliza múltiples recursos literarios con una gran maestría. La escritura aparentemente sencilla revela un gran oficio en el manejo de la escritura. Cada diálogo, cada frase es una construcción compleja muy bien lograda.

El tono de la novela va de lo cómico a lo patético, de lo sublime a lo ridículo, de lo cursi a lo más serio. Es una historia ficticia que recoge muchas historias reales.

Es una parodia muy inteligente de la música norteña y de los personajes que la hacen y tocan. Y también de las expresiones culturales que se generan en torno a ella. Al tiempo es, sobre todo, una celebración gozosa de ambas.

La novela es un ir y venir entre la literatura popular y la literatura clásica. El autor hace referencia permanente a ambas. Lo hace con gran oficio y maestría. Es también un ir y venir entre la cultura kitsch y la más sofisticada.

Julian Herbert dice de esta novela que "es uno de los relatos más hilarantes, inteligentes y bien escritos que ha confeccionado la literatura mexicana actual".

El texto se lee con un gran placer, por el contenido de la historia y por lo extraordinario de la forma.

La novela originalmente fue publicada en la Editorial Joaquín Mortiz (2001) después hubo una versión de la Editorial Tusquetes (2010) que añade material que no se incorpora a la primera edición. La versión que ahora comentamos añade nuevas historias.

Idos de la mente
La increíble y (a veces) triste historia de Ramón y Cornelio
Luis Humberto Crosthwaite
Ediciones Cuarentena
México, 2020
pp. 237

 

La polarización

Rubén Aguilar Valenzuela
Todos los populistas, se digan de izquierda o de derecha, tienden a parecerse y contemplan a la polarización como parte fundamental de su estrategia de comunicación.

El recurso de la polarización permite al líder político o al mandatario en turno dividir a la sociedad en dos grandes bloques que tienen diversas facetas.

En esa división tajante de un lado están los buenos y del otro los malos; de un lado los progresistas y del otro los conservadores; de un lado están los patriotas y del otro los enemigos de la patria.

Para el caso de los líderes, que se ubican como de derecha, solo cambia que de un lado están los conservadores y del otro los izquierdistas o los comunistas.

El discurso de la polarización busca intencionalmente crear bandos con el propósito de establecer una lucha, una guerra, por lo menos verbal, entre unos y otros.

Se establece un espacio permanente de disputa entre los dos bandos, que todos los días alimenta el líder populista, para generar una épica emocional. Él con los suyos es el héroe que lucha contra los enemigos de la patria.

A través del discurso polarizador logra que los suyos estén siempre en pie de lucha en defensa de lo que su líder les diga. Ellos son los heraldos del bien en contra de quienes promueven el mal.

Los suyos se concentran todos los días en esa lucha y los problemas de la realidad, por más graves que sean, quedan a un lado. No importa incluso si les afectan. Lo único que tiene sentido es seguir al líder en su batalla heroica contra los malos, los conservadores o los comunistas según sea el caso.

En eso va la vida. Todo lo demás son temas menores frente a la tarea histórica de salvar a la patria y llevar adelante el proyecto, que en muchos casos se sitúa como mandato divino, frente a los enemigos.


El otro bando, el del mal, se siente obligado a reaccionar y con ello contribuye a la construcción de polarización. Sin quererlo actúa el papel que el líder populista le ha asignado. El rechazo alimenta la fractura social.

La estrategia de polarización requiere que los otros caigan en la provocación y siempre se enganchen. Eso alimenta la tensión que se busca que es una exigencia de la épica que se construye día a día.

El líder populista sabe que la polarización vende. En la medida que radicaliza su discurso llama la atención de los medios. Eso es precisamente lo que pretende. Y así éstos se convierten en su caja de resonancia. Son su eco.

El líder populista, de izquierda o de derecha, piensa que no fue elegido para gobernar su país sino para cambiar su historia. Con él inicia la nueva historia nacional, que depende de sus palabras y sus acciones.

Así da rienda suelta a su vocación mesiánica que exige ser aceptado de manera incondicional. Quién no lo hace pasa necesariamente al bando de los malos, de los traidores de la nueva patria que él construye.

Y polariza para que la adrenalina de toda la sociedad, de los suyos y de los otros, esté en lo más alto. Así mantiene en tensión permanente a todos. Él es el héroe admirado por unos y el villano atacado por otros.

El único antídoto contra la estrategia polarizadora de los líderes y políticos populistas es no jugar su juego. Es dejar que hable solo y no dar lugar a ser utilizado como un recurso necesario de la construcción de su narrativa.

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