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La vida y el pensamiento de Dietrich Bonhoeffer

Rubén Aguilar Valenzuela 

De Robert Coles, profesor emérito de la Universidad de Harvard, es la edición y la introducción de Escritos esenciales (Editorial Sal Terrae, 2001) que reúne texto del pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), que fue asesinado por el régimen fascista en Alemania.

Coles en la introducción hace un recorrido por los momentos claves de la vida de Bonhoeffer, pero sobre todo se centra en el proceso personal que vive a la llegada de los fascistas al gobierno de su país y la ruta que sigue en contrario del alineamiento de la iglesia luterana al nuevo gobierno.

El texto se divide en ocho capítulos, que son una selección de textos escritos por Bonhoeffer en diferentes etapas de su vida:

El primero. Es una conferencia de 1928 cuando ocupa el cargo de vicario de la comunidad luterana en Barcelona, que es su primera misión, una vez que termina su tesis de doctorado. En ella habla de Jesucristo y la esencia del cristianismo.

El segundo. Contiene la introducción a la obra ¿Quién es y quien fue Jesucristo?, Christologie en la versión alemana, que es un curso de cristología que impartió en 1933 en el mismo año que Adolf Hitler se convierte en el canciller de Alemania.

El tercero. Son fragmentos del texto El precio de la gracia, Nachfolge en la versión alemana, que se publica en 1937. Es la obra más radical de las que se conocieron en vida del autor. En ella manifiesta su preocupación por la naturaleza idolátrica del Estado nazi y también por los compromisos de los supuestos cristianos alemanes que sustituyen la obediencia a la cruz por la lealtad al régimen.

El cuarto. Es un capítulo de la obra Vida en comunidad, Gemeinsames Leben en la versión alemana, donde da cuenta de la experiencia de vida comunitaria, que él encabeza entre 1935 y 1937. Esto ocurre en el seminario que establece con el objetivo de formar pastores para la Iglesia confesante. La obra se publicó en 1939. Para Bonhoeffer la formación de los seminaristas no sólo debería centrarse en los estudios académicos sino también en la oración, la formación espiritual y la reflexión sobre la escritura. En 1937, el seminario fue clausurado por la Gestapo.

El quinto. Son cartas circulares que Bonhoeffer escribe después del cierre del seminario de la Iglesia confesante. En ellas trata de animar a los hermanos dispersos, para que no se desanimen, pese a la creciente opresión del régimen, y mantengan el coraje, la fe y la esperanza.

El sexto. Son fragmentos de su obra Ética, Ethik en la versión alemana, que se publicó de manera póstuma en 1949. Bonhoeffer trabajó años en este texto. Es una de sus obras más importantes. Cuando fue arrestado por el régimen fascista la obra se quedó en fragmentos y sin el armado final. Después de terminada la guerra este trabajo lo hizo su amigo Eberhard Bethge.

El séptimo. Son reflexiones, para un reducido grupo de amigos que conspiran contra Hitler y algunos miembros de familias involucradas en un complot contra el dictador. El nombre es Después de 10 años. Balance del tránsito al año 1943. Un ejemplar se conservó debajo de las tejas de la casa de los padres de Bonhoeffer en Charlottenburg. El texto se incluye en Resistencia y sumisión que es una obra póstuma.

El octavo. Son cartas y apuntes escritos entre 1943 y 1945 en las diversas cárceles donde estuvo preso. Éstas forman parte Resistencia y sumisión. Son cartas escritas a su amigo Eberhard Bethge y hay una a su madre.

Del pastor y teólogo dice Coles en la introducción: "El corazón del legado espiritual que Bonhoeffer nos dejó no se encuentra en sus palabras y sus libros, sino en la forma que empleó su tiempo en la tierra, en su decisión de vivir como si el Señor fuera un vecino y un amigo, una constante fuente de coraje e inspiración, una presencia tanto en los afanes como en las alegrías, un recordatorio de las obligaciones y afirmaciones del amor y también del significado decisivo de la muerte (pues la manera en que morimos manifiesta como hemos vivido quiénes somos)".

Y añade que "Bonhoeffer abandonó la destreza en el lenguaje, la brillantez en la formulación abstracta; renunció a los juramentos, las promesas, declaraciones y argumentaciones a favor de su confesión religiosa. Al final llegó hasta todos nosotros que ansiamos hambrientos y sedientos, la gracia de Dios. Y -eso es lo que yo creo-, sin darse cuenta (¿cómo podía ser de otra manera?) inconscientemente, se convirtió en su testigo y receptor. El don espiritual que nos hizo es, especialmente su vida. Los principios que estudió y debatió en sus escritos gozan de autoridad por la manera en que vivió su vida".

Bonhoeffer, después de que Hitler toma el poder, es muy consciente de que las posiciones que toma y predica lo pueden llevar a la muerte. Sabe que se puede acomodar como lo ha hecho la iglesia luterana en bloque y que por eso no será mal visto y más bien recibirá el aplauso. Su ética y su manera de entender el Evangelio y el seguimiento de Jesús no se lo permiten. No puede ceder ante el poder. Hacerlo es traicionarse a sí mismo y también en lo que cree. Bonhoeffer me impresiona mucho y su pensamiento sigue vigente. Su reflexión y sus obras conserva su actualidad. Van a lo más hondo del ser humano.

Escritos esenciales
Dietrich Bonhoeffer
Editorial Sal Terrae
Santander, 2001
pp.169

 

Versión original: Dietrich Bonhoeffer Writings Selected, Introduction by Robert Coles, Orbis Books, Maryknoll, Nueva York, 1998. Traducción de los textos originales no publicados previamente al español de Ramón Alfonso Díez Aragón. Primera edición en español 2001.

 

El presidente, la sociedad y el COVID-19

Rubén Aguilar Valenzuela  
El gobierno carece de credibilidad en la información que proporciona sobre el COVID-19. El 53.5 % piensa que existen más enfermos de los que reconoce el gobierno y solo el 26.4 % dice que el número es correcto (Consulta Mitofsky, 25.03.20)

De acuerdo a una encuesta de Reforma (24.03.20) el 42 % si le cree al presidente cuando habla del COVID-19, pero el 41 % no le cree. Sobre el tema la población está dividida en partes iguales. El presidente debería, para el caso, tener niveles de credibilidad superiores al 80 %.

La mayoría, el 46 %, piensa que el gobierno no habla con la verdad en el caso del COVID-19 contra el 39 % que considera sí lo hace. El 46 % asegura que el gobierno ha actuado a tiempo contra el 44 % que dice no lo ha hecho.

Para el 51 % de la población el gobierno no está tomando las medidas necesarias, para hacer frente a la crisis frente al 41 % que dice sí lo está haciendo.

El 81 % de la población piensa que el presidente debe de suspender todos sus eventos públicos y sólo el 11 % que los debe continuar. El mandatario actúa en contra de lo que estima la gran mayoría de la población.

Y por lo mismo si el presidente se infectara, el 55.1 % de la ciudadanía dice que sería por no atender a las recomendaciones, para enfrentar la pandemia y 20.9 % por mala suerte como le puede pasar a cualquiera, de acuerdo a Consulta Mitofsky.

El 56 % de la ciudadanía considera que el sistema de salud no está preparado para enfrentar la crisis contra el 39 % que dice sí lo está, según Reforma.

A un alto porcentaje de la población, el 79 %, le preocupa que a él o su familia puedan contagiarse con el COVID-19 contra el 20 % que no le preocupa. El 62 % no ve posibilidades de contagio y el 29 % sí.

El 62 % de la población ha modificado su vida cotidiana a raíz de la pandemia. El 71 % ha dejado de saludar de beso, el 66 % ya no saluda de mano, el 58 % ya no va a restaurantes y bares y el 48 % ha cancelado su asistencia a eventos.
 
Para el 46 % de la población el mayor impacto de la pandemia a nivel mundial será una crisis económica, para el 22 % el número de miles de muertos y para el 26 % ambos casos.

El 91 % de la ciudadanía considera que la crisis del COVID-19 va a afectar su economía familiar en la encuesta de Reforma y el 52.1 % que la afectación será mucha, según Consulta Mitofsky.

La mayoría de la población, el 56 %, no sigue las conferencias de prensa del gobierno sobre el tema y 44 % sí lo hace. A principios del mes no lo hacía el 73 %. Han aumentado las personas que sí les ponen atención.

Estas dos encuestas registran la visión de la ciudadanía al final del mes de marzo. Es altamente probable que en los próximos días se modifique lo que la sociedad piensa. El gobierno debería estar muy atento a lo que considera la ciudadanía y hacer caso a lo que esta plantea.  
 

La comunicación del gobierno ante el COVID-19

Rubén Aguilar Valenzuela

Al problema objetivo de la pandemia COVID-19 se añade la equívoca y contradictoria política de comunicación del gobierno, para enfrentar la crisis. De entrada, ubico siete grandes errores:

Dos conferencias, para hablar del mismo tema. La de las 19.00 y la mañanera del presidente. El vocero oficial del tema, el subsecretario de salud, encabeza la de la tarde, pero también está presente, con frecuencia, en la de la mañana. En la primera actúa como técnico y en la segunda como político. El mismo se contradice y sabotea. Y el presidente siempre mal informa sobre el tema y sabotea la comunicación oficial y sus orientaciones.
El esfuerzo constante del discurso del presidente y de los funcionarios del sector salud, por minimizar la gravedad del COVID-19 y de los efectos que pueda tener. Esto provoca entre los especialistas, los medios de comunicación y la sociedad, dudas y sospechas. La idea que comunica del gobierno no es la de tranquilidad sino de que algo esconde y transmite, lo quiera o no, la sensación de que las cosas son peores a lo que dice.
El mensaje vacío del presidente de que el país está preparado, para resolver el problema de salud y el económico. Frente a los datos objetivos los discursos del presidente suenan demagógicos y de vulgar propaganda política que son ajenos a la realidad y a la visión que tienen los especialistas, los medios de comunicación y lo que la sociedad percibe.
Los mensajes tímidos y confusos de las autoridades, nunca una definición contundente, sobre la etapa en la que se está y lo que debe hacerse. Esta ambigüedad sistemática provoca desconfianza y desconcierto entre los especialistas, los medios de comunicación y lo que la sociedad percibe. Los gobiernos de los estados y la sociedad han decidido tomar medida por su cuenta al margen de lo que diga el gobierno.
La idea instalada en el imaginario público, no son buenos argumentos, de que los otros países en todo el mundo se toman medidas que las autoridades mexicanas se niegan a implementar. Entre otros temas está el número de pruebas, para detectar el COVID-19, el cierre de fronteras, la suspensión de vuelos y los cercos sanitarios. El gobierno no ha sabido contrarrestar esta visión.
La actitud del presidente quien con sus acciones y discursos sabotea las normas de sanidad que su propio gobierno ha establecido. Por la vía de los hechos dice que éstas valen, para los otros sectores de la vida nacional, pero no para él. Al parecer el mensaje mesiánico que quiere transmitir es que él está por encima de esta contingencia y es invulnerable.
Las recomendaciones del presidente. No invita a la población a cumplir con las normas de salud y ser especialmente cuidadoso sino en una posición obscurantista y contraria a la ciencia promueve se confíe en la magia y en el uso de amuletos protectores.

Las semanas pasan y no se ve que de parte del presidente y de los funcionarios exista una autocrítica a la manera como se comunican, para hacer las modificaciones correspondientes. Todo señala, piensan que su comunicación está bien y es exitosa, a pesar de sus resultados, y todos los días de manera reiterada cometen los mismos errores.

La avaricia por el oro

Rubén Aguilar Valenzuela 
El director español Agustín Díaz Yanes filma Oro (España, 2017) a partir de un breve relato inédito de Arturo Pérez Reverte. Los dos ya habían trabajado juntos en la película Alatriste (España, 2006) cuando el director lleva al cine al personaje creado por el novelista que se mueve en la España del siglo XVII.
 
En esta ocasión la historia se sitúa en el siglo XVI en América. Un grupo de conquistadores va a la búsqueda, dentro de la selva, de una ciudad que dice la leyenda está construida toda de oro.

Los expedicionarios son hombres, pero en el grupo hay dos mujeres. La esposa de quien hace cabeza y la compañía de ésta. Las escenas de la selva están filmadas en Panamá.

A lo largo de la ruta los integrantes del grupo se enfrentan a los ataques de las comunidades indígenas, a la selva y los animales que la pueblan, pero sobre todo a la violencia entre ellos mismos. Se matan, sin más, por distintas y triviales razones.

Los 40 integrantes de la expedición salen del imaginario Puerto Cristo para adentrarse a la selva a las órdenes de Gonzalo de Baztán (José Manuel Cervino). El viaje dura 72 días y al final solo quedan dos con vida. Ellos pueden constatar que la leyenda es solo leyenda. No hay la tal ciudad.

El relato de Pérez Reverte es una ficción inspirada en textos del siglo XVI escritos por los conquistadores. En la película el licenciado Ulzama (Andrés Gertrudix) es el encargado de escribir el diario de la expedición, mismo que da lugar a contar la historia.

La avaricia por el oro guía el comportamiento de todos los integrantes del grupo. Por él están dispuestos a morir y matar. El realismo que le imprime el director sobrepasa la propia realidad. El sudor, la sangre y la muerte son los y protagonista de la película.
 
Lo mejor es la fotografía que está bien cuidada y los paisajes naturales que registra la cámara. La narración es plana y le falta estructura dramática y profundizar en la caracterización de los personajes. Los actores sobreactúan. La película no me dijo nada y no me gustó.
 
Oro
Título original: Oro
Producción: España, 2017

Dirección: Agustín Díaz Yanes
Guion: Agustín Díaz Yanes de una historia de Arturo Pérez Revert.
Fotografía: Paco Femenía
Música: Javier Limón
Actuación: Raúl Arévalo, Óscar Jaenada, José Coronado, Bárbara Lennie, Juan José Ballesta, Antonio Dechent, José Manuel Cervino y Amaruk Kayshapanta.

La renta básica y el COVID-19

Rubén Aguilar Valenzuela 
Milton Friedman en Capitalismo y libertad (1962) propuso un impuesto negativo que se parece mucho a lo que hoy se ha dado en llamar renta básica universal.

En el texto proponía que el gobierno otorgara un recurso a todos los ciudadanos de Estados Unidos que no hubieran obtenido un ingreso anual de 10,000 dólares, para que lo pudieran completar.

El presidente Richard Nixon consideró la posibilidad de implementar esta idea de Friedman en 1969, pero al final no lo hizo.

Ahora quienes proponen esta idea son políticos y economistas que se dicen de izquierda y liberales que ven en este mecanismo una manera de remplazar las distintas ayudas sociales.

Éstas suelen ser utilizadas con claras intenciones de proselitismo político por los distintos gobiernos. Esto hoy es muy evidente en la administración del presidente López Obrador.

Los últimos tres premios Nobel de Economía se han ocupado del tema y la discusión sobre la conveniencia o no de esta propuesta se hará cada vez más intenso.

En este momento a nivel mundial hay cuatro proyectos piloto: uno en comunidades rurales de Kenia, otro en la ciudad de Stockton, Estados Unidos, uno más en Maricá, Brasil y el último en una ciudad de Alemania.

La crisis económica que a nivel mundial se ha abierto con el COVID-19 plantea la pertinencia de que los países contarán con la renta universal como un derecho ciudadano.

Si hoy en México se tuviera este instrumento de política social y económica bien distinta sería la manera en que los sectores más amplios de la población enfrentarían la crisis.

Una vez que pase la pandemia el tema de la renta universal debería ser discutido con seriedad a nivel mundial y de manera particular en el caso de México. (Con información de Luis Doncel, El País, 24.11.19)

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