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CAPITALES: Trump y América Latina: el impacto de su segundo mandato en la región

Francisco Treviño Aguirre

La reciente victoria de Donald Trump para un segundo mandato presidencial ha despertado preocupaciones en América Latina, especialmente en México y Brasil, los socios más relevantes de Estados Unidos en la región. Con un enfoque renovado en políticas proteccionistas bajo el lema "Estados Unidos Primero", Trump plantea retos significativos para las economías latinoamericanas, que dependen en gran medida del comercio y las remesas procedentes de EUA.

Uno de los impactos más relevantes de la reelección de Trump es el posible establecimiento de aranceles sobre los productos mexicanos, lo cual podría repercutir severamente en la economía mexicana. Con exportaciones que sumaron más de 780 mil millones de dólares en 2023, México depende en un 80% de su mercado estadounidense. Si se aplican estos aranceles, el comercio entre ambas naciones se vería afectado, lo que podría generar inflación en ambos países: los consumidores estadounidenses enfrentarían precios más altos, mientras que México sufriría una contracción en sus exportaciones y, en consecuencia, un debilitamiento económico. Adicionalmente, las políticas de Trump podrían provocar una devaluación del peso mexicano, exacerbada por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos. Estos incrementos, destinados a controlar la inflación interna, podrían desviar inversiones internacionales de América Latina hacia el mercado estadounidense, reduciendo la entrada de capital a la región y profundizando su vulnerabilidad financiera.

En cuanto a la política migratoria, la retórica de Trump sugiere un endurecimiento en las deportaciones, lo cual afectaría los flujos de remesas, un sustento crucial para millones de familias en países como México, Honduras y El Salvador. Las remesas representan hasta un 20% del PIB en El Salvador y un 3.5% en México. La disminución de este recurso financiero sería devastadora para las economías familiares, y las deportaciones masivas podrían sobrecargar la infraestructura de los países receptores, generando un ciclo de pobreza y vulnerabilidad social.

No obstante, en el contexto de la tensión comercial entre Estados Unidos y China, México sigue siendo atractivo para el nearshoring gracias al USMCA y a los costos laborales competitivos. Este fenómeno de reubicación de industrias hacia México ha beneficiado a sectores como el automotriz y la electrónica, con empresas como BMW, Tesla, y firmas chinas como BYD y SAIC considerando expandir sus operaciones en el país.  Sin embargo, este crecimiento en el nearshoring enfrenta ciertos desafíos en México, como el alza en los costos laborales y la falta de trabajadores calificados en las regiones industriales del norte. Las políticas de incremento al salario mínimo han impulsado la rotación laboral, y la competencia por el talento está obligando a las empresas a mejorar sus condiciones laborales. Aunque México mantiene una ventaja en costos frente a EUA., la brecha con otros países asiáticos se está reduciendo, lo cual podría comprometer su competitividad en el largo plazo.

En conclusión, la reelección de Trump podría representar tanto una amenaza como una oportunidad para América Latina. Por un lado, su enfoque proteccionista y sus políticas agresivas de deportación podrían erosionar las economías locales, provocando inestabilidad en la región. Sin embargo, los líderes latinoamericanos podrían ver en esta situación una oportunidad para fortalecer la cooperación regional y redefinir sus posiciones globales, apostando por una mayor independencia de la hegemonía estadounidense.

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CAPITALES: Nearshoring: la gran oportunidad para la industria manufacturera en México

Francisco Treviño Aguirre

La transformación en las cadenas de suministro globales y la reciente tendencia hacia el nearshoring representan un cambio estratégico que tiene el potencial de redefinir la economía de México en los próximos años. Al acercar la producción a mercados de consumo estratégicos como Estados Unidos, el nearshoring ofrece a las empresas mexicanas la oportunidad de establecerse como proveedores confiables y clave en la región. En este sentido, es importante señalar las perspectivas y beneficios de esta tendencia para la manufactura en México, ilustrando cómo las empresas mexicanas pueden capitalizar la creciente demanda de fabricación y servicios cercanos al mercado estadounidense.

México tiene una ventaja geopolítica única debido a su proximidad a Estados Unidos, el mayor mercado de consumo en el mundo. Derivado de lo anterior, esta cercanía no solo reduce los costos logísticos, sino que también ayuda a minimizar los tiempos de entrega. En un contexto de incertidumbre global, donde los desafíos como la pandemia y las tensiones comerciales han expuesto la vulnerabilidad de las cadenas de suministro extendidas, la capacidad de reducir estos tiempos es vital. Nuestro país cuenta con una infraestructura logística que incluye carreteras, puertos y conexiones ferroviarias de calidad, permitiendo que las empresas optimicen sus tiempos de envío. Además, somos socios del T-MEC, lo cual facilita el libre comercio en la región y proporciona un entorno más estable para la inversión extranjera. Esto se traduce en menores costos arancelarios y menos riesgos regulatorios, factores que atraen a compañías de muchos sectores productivos.

En virtud de lo anteriormente expuesto, se destacan varios sectores de manufactura en los que México está bien posicionado para beneficiarse del nearshoring, siendo los más destacados el automotriz, el electrónico, el aeroespacial y el de dispositivos médicos. Cada uno de estos sectores tiene una infraestructura sólida en el país y una base de talento especializado que ha sido desarrollada a lo largo de las últimas décadas. México es el séptimo mayor productor de automóviles en el mundo y cuenta con plantas de fabricantes globales como General Motors, BMW, Audi, Toyota, Ford y Volkswagen, entre otras. A medida que estas empresas buscan reducir su dependencia de proveedores lejanos, México se convierte en un aliado estratégico al poder proveer componentes críticos de manera rápida y a bajo costo. Como se menciona en el video, muchas automotrices están evaluando opciones para reducir la complejidad en sus cadenas de suministro, y México es una opción que cumple con los requisitos de proximidad, costos competitivos y acceso al mercado norteamericano.

In Otro ejemplo importante del sector manufacturero es el de la industria electrónica. Empresas como Samsung y LG ya cuentan con plantas de producción en México, lo que demuestra la capacidad del país para fabricar productos tecnológicos de alta demanda. Con el aumento de la demanda de semiconductores y otros componentes electrónicos, México podría atraer aún más inversiones en este sector y convertirse en un centro de producción electrónica en América Latina, asegurando un suministro estable para el mercado estadounidense.

Los sectores aeroespacial y de dispositivos médicos, también son impulsados por la alta demanda de productos especializados, donde han encontrado en México un lugar adecuado para establecer centros de producción. La alta calidad y la experiencia técnica que requieren estos productos convierten al país en un socio estratégico para empresas globales que buscan cumplir con estándares estrictos de producción y entrega. México cuenta con un marco regulatorio favorable que facilita las exportaciones a Estados Unidos y a otros mercados, lo cual genera confianza en los inversores y aumenta su interés en el nearshoring.

Con todo este impulso a la inversión, uno de los desafíos existentes es la necesidad de que México invierta en la capacitación y desarrollo de talento. Para poder competir efectivamente en estos sectores y atraer inversiones, México debe ofrecer una fuerza laboral con habilidades técnicas avanzadas en áreas como la ingeniería, la tecnología y la automatización. La capacitación y retención de talento local es clave para el éxito del nearshoring, pues la competencia por una mano de obra capacitada será intensa en la próxima década. Además, la integración de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial y la automatización es vital para que las empresas mexicanas puedan ofrecer procesos de manufactura competitivos. Las industrias automotriz y electrónica, por ejemplo, se están beneficiando de la adopción de robots y sistemas de monitoreo digital que aumentan la eficiencia y reducen el margen de error. Este enfoque tecnológico permite a México no solo competir en precio, sino también en calidad, un aspecto mencionado como crucial para captar proyectos de inversión global.

Otro punto importante que destacar es el de la sostenibilidad para las empresas que buscan relocalizar su producción en América del Norte. La demanda de prácticas sostenibles está en aumento, y México tiene la oportunidad de posicionarse como un destino manufacturero responsable y comprometido con el medio ambiente. Varias regiones del país, como Coahuila y Baja California, ya están avanzando en proyectos de energía renovable que pueden proporcionar energía limpia y económica a las empresas que operan en México. El enfoque en la sostenibilidad no solo atrae a inversionistas extranjeros, sino que también posiciona a las empresas mexicanas en un segmento de mercado con alto potencial de crecimiento. Los consumidores y empresas globales exigen productos que respeten el medio ambiente, y México puede convertirse en un líder en producción sustentable en sectores clave como la manufactura automotriz y de dispositivos electrónicos.

Hoy por hoy, el nearshoring en México es una tendencia que no solo es viable, sino que tiene un potencial transformador para la economía del país. A medida que las empresas globales busquen socios confiables y cercanos a Estados Unidos, México puede emerger como el principal centro de manufactura en América Latina. Sin embargo, el país debe adoptar un enfoque proactivo, tanto en términos de infraestructura como de políticas gubernamentales, para consolidar esta posición. Para las empresas mexicanas, es crucial adaptarse rápidamente a los estándares internacionales de calidad, sostenibilidad e innovación. Invertir en tecnología, formar alianzas estratégicas con empresas extranjeras y participar en programas de capacitación son pasos necesarios para aprovechar las oportunidades del nearshoring. Además, el gobierno debe trabajar en mejorar la seguridad y reducir la burocracia que dificulta la operación de empresas extranjeras, pues estos factores son esenciales para crear un entorno de inversión atractivo.

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CAPITALES: De mi biblioteca: Hábitos de alto rendimiento, Brendan Burchard

Francisco Treviño Aguirre

En este libro, el autor comparte una visión profunda sobre cómo las personas pueden alcanzar niveles extraordinarios de éxito y bienestar en sus vidas. A través de investigaciones exhaustivas y años de estudio, Burchard identifica seis hábitos clave que distinguen a los individuos de alto rendimiento de aquellos que se quedan en la mediocridad. Estos hábitos no solo permiten alcanzar objetivos profesionales y personales, sino que también mejoran la calidad de vida, la claridad mental y la felicidad. El enfoque de Burchard es claro: el alto rendimiento no es cuestión de talento innato, sino de adoptar hábitos consistentes y deliberados que cualquier persona puede desarrollar con disciplina y práctica.

El primer hábito es la importancia de buscar claridad. Las personas de alto rendimiento tienen una comprensión clara de lo que quieren lograr, tanto a corto como a largo plazo. Son capaces de visualizar su futuro con precisión, lo que les permite tomar decisiones informadas y alineadas con sus metas. Según Burchard, la claridad proviene de hacerse preguntas clave: ¿Quién soy? ¿Qué quiero lograr? ¿Qué habilidades necesito desarrollar? y ¿Qué tipo de persona quiero ser en este proceso? Este hábito también implica desarrollar claridad en las interacciones personales. Las personas de alto rendimiento se aseguran de que sus relaciones sean positivas, claras y constructivas, lo que les permite comunicarse de manera efectiva y construir conexiones sólidas.

El segundo hábito esencial es el de generar energía. Burchard sostiene que el alto rendimiento requiere de una energía constante, no solo física, sino también mental y emocional. Las personas de alto rendimiento comprenden la importancia de cuidar su salud física a través de ejercicio regular, una dieta equilibrada y un sueño adecuado. Sin embargo, también entienden que la energía emocional es clave para mantener la motivación, la concentración y la resistencia ante los desafíos. La energía mental se cultiva mediante la gestión adecuada del estrés y la práctica de la meditación o la atención plena. Para mantener altos niveles de energía, es crucial tomar descansos estratégicos, evitar el agotamiento y asegurarse de que el tiempo de descanso sea verdaderamente regenerativo.

El tercer hábito que aborda es elevar la necesidad, que se refiere a cultivar una fuerte sensación de propósito y urgencia. Las personas de alto rendimiento tienen una conexión emocional con sus metas, lo que les impulsa a actuar con intensidad y enfoque. No solo establecen metas ambiciosas, sino que también se aseguran de que dichas metas estén vinculadas con algo mayor que ellos mismos, como el bienestar de sus familias, su comunidad o un impacto más amplio en el mundo. Este hábito también implica asumir la responsabilidad de mantener altos estándares, tanto en el trabajo como en la vida personal. Elevar la necesidad significa comprometerse con la mejora continua y nunca conformarse con el mínimo esfuerzo.

El cuarto hábito es aumentar la productividad. Las personas que logran resultados sobresalientes no solo trabajan más duro, sino que lo hacen de manera más inteligente. Burchard señala que la clave para aumentar la productividad no radica en estar ocupado todo el tiempo, sino en ser extremadamente selectivo sobre en qué se enfoca el tiempo y la energía. Esto implica identificar las actividades que realmente impulsan el progreso hacia las metas y eliminar aquellas que son distracciones. Las personas de alto rendimiento planifican, establecen prioridades claras y se aseguran de que cada día esté alineado con sus objetivos más importantes. Además, utilizan herramientas y técnicas para maximizar su eficiencia, como el uso de listas de tareas, la gestión del tiempo y la delegación efectiva.

El quinto hábito clave es desarrollar influencia. Las personas de alto rendimiento entienden que su éxito no es solo el resultado de sus esfuerzos individuales, sino también de la capacidad para influir en los demás. El autor explica que la influencia no es manipulación, sino la habilidad de inspirar, motivar y liderar a otros hacia una visión común. Este hábito requiere desarrollar habilidades de comunicación efectivas, construir relaciones auténticas y ser un modelo a seguir. Las personas influyentes no imponen su voluntad, sino que saben cómo generar entusiasmo y compromiso en los demás. Enfatiza que la influencia también se basa en la credibilidad y la confianza que los demás depositan en nosotros, lo cual se gana a través de la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.

  1. El sexto hábito es demostrar coraje. Las personas de alto rendimiento no temen enfrentarse a la incertidumbre o al fracaso. De hecho, ven estos desafíos como oportunidades para crecer y mejorar. Destaca que el coraje no se trata de la ausencia de miedo, sino de la capacidad para actuar a pesar de él. Este hábito implica tomar riesgos calculados, defender las propias ideas y estar dispuesto a luchar por lo que uno cree. Además, el coraje se manifiesta en la capacidad de ser auténtico y vulnerable. Las personas de alto rendimiento no temen mostrarse tal como son, aceptar sus errores y aprender de ellos. El coraje también implica ser consistente en los valores y principios personales, incluso cuando es difícil o impopular.

Brendon Burchard concluye que el alto rendimiento no es algo que se alcance de la noche a la mañana. Es el resultado de la práctica deliberada y constante de estos seis hábitos. Las personas que adoptan estos principios en su vida diaria no solo experimentan éxito profesional, sino que también logran un mayor sentido de bienestar, propósito y felicidad.

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CAPITALES: La tradición de votar en martes: una mirada a la historia electoral de Estados Unidos

Francisco Treviño Aguirre

El próximo martes 5 de noviembre, millones de estadounidenses acudirán a las urnas para elegir al 47° presidente de los Estados Unidos. Este evento, que se celebra el primer martes de noviembre, es una tradición con casi 180 años de historia. La elección de este día específico tiene raíces profundas en la estructura social e industrial de Estados Unidos en el siglo XIX y fue una decisión que buscaba hacer la votación accesible a una población mayormente rural.

A mediados del siglo XIX, el derecho al voto en Estados Unidos se estaba expandiendo progresivamente. Mientras que inicialmente solo los hombres blancos propietarios de tierras tenían este derecho, a medida que avanzaba el siglo, los hombres blancos sin propiedades también comenzaron a poder votar. Sin embargo, la verdadera igualdad en el acceso al voto no se alcanzaría hasta el siglo XX, cuando en los años 60, los movimientos de derechos civiles lograron eliminar muchas de las restricciones raciales y de género que afectaban el derecho al voto.

Este contexto de expansión electoral motivó a las autoridades a buscar un sistema de votación nacional más unificado. Previamente, las elecciones presidenciales se llevaban a cabo en un período de 34 días antes del primer miércoles de diciembre. Esto significaba que algunos estados votaban antes que otros, lo cual podía influir en el comportamiento electoral en los estados que votaban más tarde. Para evitar que los resultados tempranos afectaran la participación y las decisiones de los votantes de otros estados, el Congreso decidió establecer un día único de votación a nivel nacional.

La selección de un día de la semana para las elecciones no fue un proceso arbitrario, ya que  el Congreso tuvo en cuenta las particularidades de una sociedad predominantemente agrícola al elegir el día de votación. En esa época, la mayoría de los estadounidenses vivía en zonas rurales y trabajaba en la agricultura, lo cual exigía que el día de elecciones fuera lo suficientemente accesible para no interrumpir las actividades diarias de esta parte significativa de la población. Los domingos, siendo días de culto religioso, estaban descartados, ya que muchos ciudadanos asistían a servicios religiosos y, en su mayoría, no viajaban largas distancias ese día. Además, la jornada de votación requería tiempo de desplazamiento, ya que muchas personas vivían lejos de los centros de votación, por lo que era necesario un día de viaje. El lunes tampoco era conveniente, pues habría requerido que los votantes comenzaran su viaje el domingo, interfiriendo con sus prácticas religiosas.

Con el tiempo, la estructura económica y social de Estados Unidos ha cambiado radicalmente. La mayoría de los votantes actuales ya no son agricultores ni necesitan viajar grandes distancias para votar. Sin embargo, la tradición de votar en martes ha perdurado. La elección del martes ha generado críticas y llamados a reconsiderar este día, argumentando que el contexto actual ya no respalda esta decisión y que podría aumentar la participación si se trasladara a un día más conveniente, como el fin de semana o el feriado.

En la actualidad, muchos estadounidenses enfrentan desafíos para votar en martes, ya que se trata de un día laboral y es posible que no todos tengan la flexibilidad para ausentarse del trabajo. Para abordar estos obstáculos, el gobierno y las organizaciones civiles han promovido medidas como el voto anticipado y el voto por correo. Estas opciones permiten a los ciudadanos participar en la elección sin estar sujetos a la rigidez del martes electoral, lo cual ha mejorado considerablemente la accesibilidad y facilitado la participación electoral en las últimas décadas.

Hoy por hoy, el martes electoral en Estados Unidos es una tradición que refleja una época en la que la mayoría de los votantes eran agricultores que necesitaban tiempo para viajar y regresar a casa. Esta decisión práctica y democrática marcó un hito en la historia de la política estadounidense y fortaleció los ideales de participación igualitaria en una época en que la accesibilidad era limitada. Hoy, con una economía y una sociedad completamente distintas, la tradición del martes electoral se enfrenta a nuevas demandas de cambio. Mantener la accesibilidad del voto en un contexto moderno puede requerir una revisión de las tradiciones, con el fin de garantizar que todos los ciudadanos puedan ejercer su derecho a elegir a sus líderes sin obstáculos.

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CAPITALES: Reforma Energética de AMLO: ¿Un paso hacia la soberanía o un retroceso hacia el monopolio estatal?

Francisco Treviño Aguirre

El pleno de la Cámara de Diputados de México aproxabó en lo general y particular la nueva Reforma Energética propuesta por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, con el respaldo de la presidenta Claudia Sheinbaum. Esta reforma busca redefinir el papel de PEMEX y de CFE en el sector energético nacional, al pasar de ser consideradas “Empresas productivas del estado” a “Empresas públicas del estado”, un cambio que afecta tanto su estructura como su función dentro de la economía nacional. Uno de los puntos clave de esta reforma es la modificación de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Estos cambios están orientados a fortalecer el control estatal sobre el sector energético, con la CFE y PEMEX asumiendo un papel central en la provisión de electricidad y recursos energéticos, dejando a la iniciativa privada con un papel reducido, aunque no eliminado.

Uno de los cambios más discutidos es que la reforma establece que en ningún caso las empresas privadas tendrán prevalencia sobre la CFE en materia de despacho eléctrico. Esto significa que la CFE se encargará de suministrar electricidad al menor precio posible, evitando el lucro, con el objetivo de garantizar la seguridad nacional y la soberanía energética. El Estado buscará, según el texto aprobado, evitar que la iniciativa privada tenga ventaja sobre la CFE en la distribución de energía eléctrica, un movimiento que ha generado críticas por parte de quienes argumentan que podría frenar la inversión privada en el sector y desincentivar la competencia. Los defensores de la reforma sostienen que este cambio permitirá al gobierno mexicano asegurar precios más accesibles para la población y evitar la especulación por parte de empresas privadas. Sin embargo, los opositores advierten que la reducción de la participación privada podría afectar la calidad del servicio y limitar el desarrollo tecnológico en el sector.

Otra de las disposiciones más significativas de la reforma es la prohibición de otorgar concesiones para la explotación de litio, un mineral considerado crucial para el desarrollo de baterías y tecnología verde. El Estado mexicano será el único encargado de gestionar este recurso estratégico, lo que refuerza la visión de una transición energética controlada por el gobierno. Esto ha despertado preocupaciones en el sector privado, que considera que la falta de participación empresarial podría retrasar la explotación eficiente del litio, especialmente cuando países como Estados Unidos y China ya están avanzando en esta área. Además, el servicio de internet proporcionado por el Estado también fue incluido en el listado de áreas estratégicas, junto con actividades como la energía nuclear, la exploración de hidrocarburos y el control del sistema eléctrico nacional. La inclusión del internet estatal en este grupo genera incertidumbre sobre las implicaciones para los proveedores privados y la calidad del servicio en áreas rurales o marginadas.

En cuanto a la sostenibilidad, la reforma también suprime un párrafo clave en el artículo 27, que antes establecía la responsabilidad del Estado en la transición energética y en el uso sustentable de todas las fuentes de energía disponibles para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La omisión de este compromiso explícito ha sido criticada por grupos ambientalistas, que consideran que la reforma, al enfocarse en fortalecer a PEMEX y la CFE, podría poner en riesgo los avances en la reducción de emisiones contaminantes y el desarrollo de energías limpias. Por otro lado, la reforma mantiene un compromiso general con la sostenibilidad al señalar que el Estado utilizará todas las fuentes de energía de manera sustentable, pero no queda claro cómo se implementarán estas políticas en la práctica. La falta de detalles en este aspecto deja un vacío en cuanto a cómo se garantizará el cumplimiento de los compromisos ambientales y qué tipo de tecnologías se desarrollarán o incentivarán para lograr una verdadera transición hacia energías limpias.

Uno de los puntos más controversiales de la reforma es el impacto que tendrá sobre la inversión privada en el sector energético. Aunque se permite la participación de empresas privadas en el suministro del 46% de la energía, el control del 54% por parte del Estado, con reglas que favorecen a la CFE, podría desalentar la entrada de nuevos inversionistas. La incertidumbre generada por la falta de claridad en las reglas para la inversión y la creciente centralización del poder en manos del Estado pueden convertirse en barreras para el desarrollo de proyectos energéticos en el país. Empresarios y analistas han señalado que la concentración de poder en la CFE y PEMEX podría restar competitividad al sector y limitar el acceso a tecnologías de vanguardia, esenciales para la modernización de la infraestructura energética de México. Sin embargo, desde la perspectiva del gobierno, la centralización es clave para evitar que intereses privados perjudiquen el bienestar nacional.

Hoy por hoy, La nueva Reforma Energética propuesta por AMLO y respaldada por la Presidenta Claudia Sheinbaum representa un giro hacia el control estatal del sector energético en México. Mientras que el gobierno argumenta que esta medida garantizará la soberanía energética y precios accesibles para la población, sus críticos ven en ella un retroceso hacia el monopolio estatal que podría frenar la inversión privada y el desarrollo de tecnologías más limpias y eficientes. En un contexto global donde la transición energética es vital para combatir el cambio climático, la concentración de poder en las manos del Estado mexicano plantea preguntas sobre la capacidad del país para innovar y competir en el escenario internacional. Si bien el discurso oficial sostiene que esta reforma es esencial para la Cuarta Transformación, el tiempo dirá si los beneficios esperados superan los posibles costos en términos de inversión, innovación y sostenibilidad.

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