Al iniciar su administración, el Presidente Miguel de la Madrid designó a Horacio García Aguilera, Secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Con una vida trabajando en el FIRA, la oficina burocrática en materia agrícola del Banco de México, el Secretario no tenía experiencia en esta área de la política agrícola mexicana, que implicaba mucho trabajo político y por ende conocimiento de cada uno de los elementos que participaban en esta empresa tan delicada del país.
Los esquemas tecnocráticos de García Aguilera y su equipo de FIRA chocaron de frente contra la realidad del campo. Sus propuestas carecían de sensibilidad social y por tanto no incluían mecanismos políticos que facilitaran su aplicación. De igual forma, al interior del aparato administrativo, los recién llegados se enfrentaban a la burocracia en todos sus niveles. En pocas palabras, no nos entendíamos.

Ahora que, usada sin ningún rigor, se escucha y se lee entre noticias, noticieros y tertulianos la palabra anarquista, les comparto un pasaje escrito por el Maestro e historiador Fernando Benítez de la vida política de los hermanos Flores Magón, cuyo pensamiento libertario, se ha dicho, es el resultado de una amalgama entre la concepción comunitaria de la vida en los pueblos indígenas, la tradición decimonónica liberal mexicana y el pensamiento de filósofos anarquistas europeos.
A unos meses de haber culminado mis estudios en la Universidad Agraria, en una visita a Saltillo, Carlos Ayala Espinosa, padrino de la generación de recién egresados de la carrera de Economía Agrícola, de la cual yo formaba parte, en tono cordial, me preguntó qué tal me iba. Aproveché y al vuelo le contesté que mal, porque no encontraba chamba. Se mostró preocupado y, solidario, me dijo, casi me ordenó, búscame en la ciudad de México a la brevedad; se van abrir expectativas que en mi oficina te platicaré.