La actual crisis en materia de salud, provocada por la aparición y desplazamiento por el mundo del virus Covid-19, ha generado incertidumbre en los pueblos y sus gobiernos. México, desafortunadamente, ha sido alcanzado por el fenómeno. Ante la embestida, en apariencia oportunista, de los opositores de su gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador, en un ambiente de confrontación, su estado ideal, se ha puesto en guardia, y para ello ha actuado en dos vertientes.

Por un lado, ha puesto a trabajar a su aparato burocrático para atender el tema concreto del desarrollo del virus mediante campañas de atención e información diaria, y, por otro, utilizando su imagen y presencia mediática y en territorio con el fin de mantener el control sobre el gobierno.

Tal decisión López Obrador la ha verbalizado en los siguientes términos: “¿Saben qué quieren los conservadores?, que yo me aísle. Imagínense, no habría conducción, o sí habría la conducción de ellos, porque en política no hay vacíos, los vacíos se llenan y eso es lo que ellos quieren, que haya un vacío, para que se apoderen ellos de la conducción política del país, de manera irresponsable, porque todo lo que están haciendo es por su coraje ante los cambios que estamos llevando a cabo”. (milenio.com)

 

López Obrador actúa en la lógica del poder y su principio de legitimidad. La legitimidad de un gobierno, siguiendo a Max Weber, debe ser tratada sólo como una probabilidad, como la posibilidad de obtener obediencia y mantenerla en una proporción importante. Lo que conlleva al hecho de que una legitimidad no necesariamente significa que vaya a haber una obediencia permanente, ciega y segura.

El gobernante, por ello, tiene siempre la necesidad de vigilar y proteger dicha legitimidad, es decir la adhesión popular, pues la aceptación de su gobierno por los ciudadanos bien puede ser más de apariencia por un interés momentáneo, o aceptada como inevitable dada ciertas circunstancias, como las erráticas administraciones pasadas, vividas por sus gobernados.

Escenarios como el provocado por el coronavirus y sus secuelas convierte a la legitimidad en un elemento de debilidad para el mantenimiento del poder. Lo que lleva al gobernante a utilizar todos los medios a su alcance para conseguir el mantenimiento del poder.

José Vega Bautista

@Pepevegasicilia

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