Al cumplirse un año de su mandato recordamos que el presidente Andrés Manuel López Obrador, desde un inicio, llamó a la unidad nacional y al trabajo conjunto para dar solución a los grandes problemas nacionales: la corrupción y la impunidad.
Pero López Obrador sabe que la corrupción no es un fin, sino un medio. Por lo que ha dado prioridad a un pensamiento en donde la racionalidad política está por encima de cualquier otra racionalidad incluso la administrativa y económica.
Parte de la premisa de que el dinero proveniente de la corrupción se puede utilizar, en manos de sus enemigos, para luchar contra su proyecto político; por ello ha emprendido una gran batalla en la que el primer paso de su estrategia, para mantenerse en el uso pleno del poder, es impedir que recursos económicos o de cualquier índole lleguen a las arcas de quien considera sus adversarios políticos.
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