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No borres el barro

Arcelia Ayup Silveti

Mis abuelas María Mejía y Feliciana “Chanita” Sifuentes, tenían en sus respectivas cocinas una destiladera para agua. 

Se trataba de una enorme piedra arenisca, porosa, tallada en forma de embudo. Dicha piedra potabilizaba el agua. 

Era sostenida por maderas dentro de una estructura forrada con malla. En la parte delantera tenía una puerta para sacar el agua purificada, con la envolvente frescura que otorga el barro. 

Ellas acondicionaron una tapadera también de barro para evitar que entrara polvo o cualquier bicho.

Confieso que con este recuerdo puedo sentir ese sabor único del agua y el aroma a tierra, a pueblo, a México. 

Me gustaría saber si en tu casa conocieron esta sensación. 

En las casas de mis abuelitas el vaso también era de barro, y por cierto, se usaba todo el día por quienes pasábamos por esas cocinas. 

No se estilaba lavar el vaso de agua después de cada toma y nos enfermábamos de la panza.

Ellas cocinaban a diario para sus familias y allegados. Sus guisados se cocían en ollas de barro y las tortillas se preparaban para cada comida en un comal de barro. 

Con Chanita era una fiesta mañana, tarde y noche, porque se sentaban a la mesa mi abuelo, don José Ayup, sus catorce hijos y algunos amigos. 

Mientras que con doña María, sólo eran su esposo Remigio González, mi tío Agustín Silveti y mi mamá.

Ambas eran muy buenas cocineras, creo que desde entonces me atrajo el tema de los fogones y de la magia de transmitir emociones a través de los platillos. 

Con esos utensilios de barro ellas enriquecían su sazón especial. 

En lo personal me generaba un sentido de pertenencia, un fuerte lazo genético y emotivo al sentarme con ellas a cenar un plato de frijoles con queso y unas tortillas recién hechas.

El proceso de elaboración de estas piezas de barro únicas es admirable, un espectacular amasijo de arcilla y agua formado por manos de nuestros alfareros. Secan sus piezas al sol, las pintan a mano y las sellan con calor. 

Te invito a usarlas en tu casa, además de ser hermosas, las ollas de barro guardan el calor por más tiempo.

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¿Qué jais con el jaiz?

Arcelia Ayup Silveti

Me deleito muchísimo usar y conocer palabras antiguas, herencia de mi abuela materna, María Mejía. 

Las subrayo en todos mis libros y escribo anotaciones, que debo confesar me han servido para textos, investigaciones, para charlar y bromear con personas de letras, entre ellos con el fundador de Editorial Praxis, el maestro Carlos López. 

Hace días le escribí: “¿Qué jaiz?” y me contestó: “Nada. ¿O qué quiere decir jaiz? ¿Qué trais?”

Le conté a mi actual editor que conozco la palabra desde niña, porque mi tío Agustín Silveti, siempre me saluda con un “¿qué jaiz?”. 

La descubrí muchos años después en Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Me llamó la atención verla escrita por primera vez. 

Cuando le afirmé esto al poeta y ensayista, se sorprendió y me comentó que la buscaría, que Rulfo usaba mucho arcaísmo del occidente de Jalisco, pero que los originales creadores son los pueblos, los campesinos, que ahí está el origen. 

Que él también acude a muchas palabras antiguas (arcaísmos supo después que les dicen) que usaban para comunicarse antes de que los echaran a perder en la escuela.

Carlos López ha sido maestro de literatura y redacción en la UNAM, la Casa del Lago y la Casa del Poeta Ramón López Velarde en la Ciudad de México por más de cuatro décadas. 

Él investigó sobre «qué jais» y es equivalente de «qué onda, qué tal». Luego, empezamos en nuestras respectivas defensas, porque él aseguraba que se escribe con s y yo, con z. 

Le ganó la inquietud y fue a buscar su libro para desenterrar dicho arcaísmo que no encontró. Según dijo, se empezó a volver loco y que quizá soñé dicha palabra. 

Estaba segura de que no, podría garantizar que la subrayé, y en efecto, la localicé: “¿Qué jaiz de revolucionarios son?”. Le mandé la foto de la página 121 de mi vieja edición del Fondo de Cultura Económica. 

En ese contexto Rulfo se refiere a qué clase o qué tipo de revolucionarios son. Carlos me escribe: “Lo curioso es que sólo Rulfo y tú lo usan con z. En todos lados aparece con s”. 

Ahora le pregunto sin miedo a equivocarme: ¿qué jais, maestro? ¿Qué jaiz de editor eres?

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TIM

Arcelia Ayup Silveti

Uno de los orgullos arquitectónicos laguneros es sin duda, el bello Teatro Isauro Martínez (TIM). Se considera el segundo más hermoso de todo México, después del Teatro Juárez de Guanajuato, Guanajuato. Es reconfortante admirar su espléndida arquitectura de estilos morisco, bizantino y neogótico. En 1979 el Teatro Isauro Martínez pasó a ser parte del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y desde 1982 se integró un patronato para restaurarlo de manera gradual y se abrió al público de nueva cuenta. En la actualidad el recinto recibe aportaciones de la sociedad civil y de los gobiernos federal, estatal y municipal. En noventa años de su historia, ha tenido altibajos. Después de varias décadas de auge del teatro, muere don Isauro Martínez en 1956.

El inmueble pasó a pertenecer a la Fundación Jenkis. Dicha organización le dio uso de cine de segunda clase durante un par de décadas. En 1973 ante al deterioro y abandono del Isauro, personas del INBA de la Ciudad de México, y estudiantes de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Coahuila gestionaron que fuera cedido a la ciudad. Por fortuna en la actualidad luce espectacular. En la embocadura del escenario, destacan fastuosos relieves con figuras de dioses, genios y danzas orientales finamente depurados por Salvador Tarazona. M

e resulta imposible no remitirme a la majestuosidad de la Alhambra, en Granada, España. ADVERTISING Enmarca el escenario algunas bellezas pictóricas de Arabia como danzas de odaliscas para el emir montado en camello. En la cúpula se representó La inspiración, cuando el poeta recibe los dones de las musas. Alrededor hay ocho composiciones que describen la vida.

El primero es la revelación del carácter, le sigue el heroísmo, luego el juego; el cuarto es para el amor, posteriormente la visión, el trabajo, la bondad y el octavo la vejez. El nombre del TIM se debe a su propietario, Isauro Martínez, empresario de espectáculos, quien lo inauguró en 1930. Los laguneros podemos presumir sin temor a la soberbia, de este recinto de arte, sueños y nostalgias ubicado en Torreón, Coahuila.

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Rosca

Arcelia Ayup Silveti

Me han preguntado sobre un postre casero, rico, fácil y que no genere tanto remordimiento de conciencia al ingerirlo. Acudí a uno que me gusta mucho y que hace tiempo no preparaba. Lo conocí hace algunos años por su autora la doctora checa, Jana Petrzelová quien radica en Saltillo, Coahuila.

La rosca es una evocación a los pasteles que preparaban las abuelas, como el clásico de naranja, que inundaba con sus aromas las casas de antaño. Estaban lejanos los ingredientes muy procesados y genéticamente modificados. Así que la receta que compartiré, con previa autorización de la doctora, se llama Rosca de rompope, aunque yo le llamo Rosca de rompope Jana. Los ingredientes son una taza de azúcar, media taza de aceite comestible, cuatro huevos, una taza de rompope y dos tazas de harina para hot cakes integrales (sí, leíste bien, harina integral para hot cakes, ahí está el secreto). 

Precalientas el horno a 170 grados centígrados por diez minutos. Mientras, en un recipiente hondo vacías los huevos y los bates, cuando se haya elevado la mezcla, agregas el rompope y el aceite sin dejar de batir. Posteriormente, añades el azúcar (yo los preparo con mascabada) y el último ingrediente es la harina. Cuando logres una mezcla homogénea sin grumos estará lista. Te comparto, que en las preparaciones más recientes le he agregado uva pasa, nuez, almendra, semillas de girasol, coco rallado y mango deshidratado. Pero, en las recetas, como en la vida, hay una guía y es decisión personal si te apegas o no a ella. 

Engrasas un molde con mantequilla, ya sea en aerosol o en barra. Vacías la mitad de la mezcla. Si agregarás otros ingredientes es el momento de colocarlos. Termina con el resto de la harina y llévalo al horno por media hora, en ese tiempo ya debe estar esponjoso. Antes de sacar el molde, introduce un tenedor en el centro del pastel, si sale limpio, ya está listo, de lo contrario, espera unos minutos y repite la operación anterior, hasta que no tenga residuos el tenedor. Por favor cuéntame si te animaste a prepararlo. Que todos sean felices, dijo Jana. Buen apetito.

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Escritoras feministas

Arcelia Ayup Silveti

El pasado lunes tuve una grata experiencia: compartí algunos aspectos de la vida de mujeres portentosas que sentaron las bases del feminismo a través de sus obras literarias. Diferentes historias y épocas con los siguientes elementos comunes: apasionadas, decididas, generosas, inspiradoras, poderosas, soñadoras, valientes y vanguardistas.

Por falta de espacio elegí sólo algunas, quedaran otras destacadas escritoras sin mencionar. Sor Juana Inés de la Cruz (mexicana 1648-1695); Simone de Beauvoir (francesa 1908-1986); Olimpia de Gouges (francesa 1748-1793); Mary Wollstonecraft (inglesa 1759-1797); Virginia Woolf (inglesa 1882-1941); Simone de Beauvoir (francesa 1908-1986); Rosario Castellanos (mexicana 1925-1974) y Chimamanda Ngozi Adichie (nigeriana 1977). Sor Juana, poeta enigmática, bella, inteligente, gigante de las letras, enhebraba rimas perfectas. En su libro Respuesta a Sor Filotea reclama: “[…] ¿dónde los hombres usurparon el derecho de Dios de juzgar, acusar y castigar?”.

Marie Gouze (Olympe de Gouges) autora de la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. Sus demandas: libertad, igualdad y derechos políticos, en especial el derecho al voto para las mujeres. Mary Wollstonecraft su obra célebre Vindicación de los Derechos de la Mujer: la clave para superar la subordinación femenina era el acceso a la educación.

Virginia Woolf Una habitación propia. Voz feminista que criticaba el patriarcado y defendía el poder de la mujer. Simone de Beauvoir, su legado: la lucha cotidiana por el reconocimiento de sus derechos y por la igualdad. Rosario Castellanos se preocupaba y ocupaba por los indígenas de su tierra. Fue defensora de las mujeres a través de su gran calidad literaria. ADVERTISING Y, Chimamanda Ngozi Adichie, Todos deberíamos ser feministas. Feminista: "una persona que cree en la igualdad social política y económica entre los sexos”. Agradezco por la invitación a la maestra Flor Rentería Medina al permitirme compartir con el OMNPRI Laguna la vida de estas extraordinarias mujeres.

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