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México Frente al Desafío de 2025: Soberanía, Nacionalismo y Esperanza.

Mauricio Vega Luna 

“El objetivo es seguir haciendo de México el mejor país del mundo. Nuestro país es una potencia cultural y nuestro objetivo es disminuir desigualdades; pero que cada uno de los mexicanos y mexicanas sepa que hay plan, que hay desarrollo, que frente a cualquier incertidumbre que venga hacia el futuro próximo, México tiene un plan y está unido hacia adelante” 

- Claudia Sheinbaum Pardo, Presidenta de México

El inicio de 2025 trae consigo desafíos importantes para México, marcados por la llegada del segundo mandato de Donald Trump. Mientras el pesimismo predomina en los análisis de muchos expertos, la confianza del pueblo mexicano en el proyecto de transformación nacional brinda una perspectiva esperanzadora. Para todas las personas es claro el enorme reto que representa Trump. Donde creo que la mayoría de los mexicanos nos diferenciamos de la intelectualidad es en la confianza con la que vemos la actual situación política en nuestro país. Si bien tanto intelectuales como no intelectuales sentimos la incertidumbre sobre lo que sucederá en el mundo, la diferencia es la certeza que nos da la mayoría saber que nuestro país cuenta con un plan anual, un plan sexenal y un proyecto histórico de transformación profunda. Un proyecto cuyos avances son palpables para la mayoría de la gente. Me parece que la intelectualidad subestima, una vez más, la fuerza que puede tener nuestro país cuando su gobierno está en plena sintonía con su pueblo. Rara vez en la historia de nuestro país hemos visto esta sintonía, y eso explica su desconcierto.

Lo cierto es que contar con una adversidad externa no es necesariamente una condena al pesimismo y la desdicha. Los desafíos que pueda significar el trumpismo 2.0 en este 2025 serán una gran oportunidad para continuar reforzando esa alianza entre pueblo y gobierno y seguir avanzando en el proceso de transformación de nuestro país. El nacionalismo mexicano que recuperó el Presidente Andrés Manuel López Obrador al llegar a la presidencia y que la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo continúa fortaleciendo será nuestra mejor herramienta para atravesar cualquier periodo de incertidumbre que se avecine.

Históricamente han sido los tiempos de guerra en los que se ha consolidado nuestra identidad y donde se ha fortificado más el nacionalismo mexicano. Hoy afortunadamente las guerras no nos aquejan, sin embargo siguen existiendo las amenazas extranjeras y es ante éstas que podemos continuar reafirmando nuestra identidad nacional. Esta lógica de consolidar identidad nacional a través un adversario ajeno, de un "afuera constituyente", ha sido una constante en nuestra historia, como se evidencia en las tres transformaciones previas de nuestra nación.

Virginia Aspe, en su análisis sobre los dilemas de las cuatro transformaciones de México, señala que en todas se ha identificado un adversario a la transformación como parte del discurso de la misma. Esto tiene mucho sentido al analizarlo desde la teoría del discurso de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, pues ellos sostienen que siempre, para constituir un pueblo o una nación, es clave definir lo que ellos llaman el “afuera constituyente”. Ese “afuera” es lo ajeno, lo extranjero, lo otro que hace que nos constituyamos como grupo quienes nos encontramos dentro de una comunidad y no afuera. En los discursos de extrema derecha, ese afuera constituyente suelen ser los inmigrantes extranjeros, mientras que en los discursos más nacional-populares el afuera constituyente suele ser una oligarquía, una minoría rapaz frente a la cual se constituye el pueblo.

En la primera transformación, si bien ese afuera constituyente existía “fuera” de lo que se conocía como Nueva España, lo cierto es que para el pensamiento criollo, la unidad de la naciente nación mexicana dependía del desconocimiento de la exclusividad que ejercían los peninsulares sobre las funciones de gobierno, apoyados por la corona. Es decir, parte de ese afuera constituyente estaba adentro en términos geográficos, pero afuera en términos políticos.

En la segunda, los privilegios del clero, así como la organización de los conservadores en torno a ellos, los hacían ser el enemigo de la república. Esto se hizo más patente cuando los conservadores buscaron a un monarca extranjero para dominar, lo que unificó la respuesta en favor de la república. No solo porque se viera a Maximiliano y su reinado como parte del afuera constituyente, sino porque se hacía notable el antipatriotismo de la facción conservadora y del clero quienes, aun cuando pertenecían a México, actuaban en contra de los intereses de la nación.

En la tercera transformación el afuera constituyente es clarísimo: el régimen de privilegios y de injusticias encabezado por el dictador Porfirio Díaz. Su negativa a dejar participar a diferentes facciones o grupos en el ejercicio del poder público, así como su negativa a dejar poseer tierra a quienes la trabajaban, unificó la respuesta frente a su gobierno e hizo que diversas facciones revolucionarias encontraran en el derrocamiento de su régimen el mejor pegamento para luchar juntos.

En esta Cuarta Transformación de la vida pública de México, el afuera constituyente es aún más claro. El discurso de AMLO desde que estaba en la oposición y durante todo su mandato ha tenido clarísimos puntos nodales, uno de ellos los adversarios: el conservadurismo, la mafia del poder, los neoliberales. Un clarísimo afuera constituyente que separa a las identidades en dos: una minoría corrupta vs una mayoría honesta. 

En la segunda etapa de esta Cuarta Transformación, al tener adversarios cada vez más pequeños dentro del país, parece ser que un viejo adversario se nos propone como un nuevo afuera constituyente: el gobierno estadounidense. Un adversario formidable no solo por su poder, sino porque es a la vez un aliado necesario en la construcción de un futuro económico. ¿Cómo construimos nuestra identidad contra el racismo, imperialismo e individualismo estadounidense, pero al mismo tiempo con un proyecto económicamente alineado con el de Norteamérica? ¿Cómo combatir lo más dañino de la estrategia de EE.UU. sin renunciar a ser sus aliados? La respuesta ya la delineó en su momento el Presidente AMLO: “ante la imposibilidad de tomar distancia de la gran potencia, buscar generar aliados con intereses semejantes en el resto de América” (en palabras de Lorenzo Meyer).

Y esta estrategia tiene su siguiente etapa en el Plan México de la Presidenta Claudia Sheinbaum. El Plan México propone un desarrollo integral basado en la industrialización sustentable y el fortalecimiento de los mercados internos y regionales, articulando políticas de bienestar social que beneficien directamente a las comunidades más vulnerables. Es un ambicioso plan que busca continuar la prosperidad en el país, pero también en la región y en definitiva en el continente entero. En palabras de la Presidenta: “nuestro objetivo es ampliar el desarrollo a todo el Continente Americano, esa es la visión que queremos tener para ser la región con mayor potencial y desarrollo del mundo. El objetivo es fortalecer estos mercados locales, el mercado nacional, el mercado interno y los mercados regionales”.

Si EE.UU. será la oposición, la mejor manera de hacerle frente es con un buen gobierno, muy legitimado, con gran control del territorio, con una mayor soberanía en todos los sentidos y con un discurso cohesionador. En ese sentido, la mejor política exterior será la interior, pues si continuamos mejorando en seguridad, economía y democracia, tendremos una posición mucho más cómoda cuando toque negociar con la gran potencia vecina. Ya de por sí contamos con un escenario interno sumamente favorable y tan solo hay que comparar la diferencia entre la confianza que la gente le tiene a su presidencia en México y en EE.UU.: Donald Trump arranca con un 55% de aprobación, mientras que nuestra Presidenta tiene el impresionante apoyo del 80%.

Por último, y para nada menos importante, recordemos que contamos con un elemento crucial para este reto: nuestros hermanos y hermanas migrantes. No es casualidad que el nuevo himno al migrante que debutó en la mañanera de la Presidenta sea también la canción con la que terminó su evento de los primeros 100 días de gobierno. Ellas y ellos representan lo mejor de nuestro pueblo: el trabajo, la solidaridad,  el valor de la familia y el patriotismo. La comunidad migrante representa un puente entre México y EE.UU., no solo por sus contribuciones económicas y sociales, sino también como una demostración tangible del valor de la unidad y la resistencia mexicana en contextos adversos. Un nacionalismo méxico-americano que bien puede ser la mejor representación de la superación de la contradicción que se nos presenta este 2025.

Con un gobierno legitimado, un pueblo unido y una estrategia bien definida, México no sólo está listo para afrontar los retos del 2025, sino para erigirse como un ejemplo de transformación histórica y liderazgo en la región, reafirmando su identidad y soberanía frente a las adversidades.

Cuestión de Credibilidad

En un mundo donde la información fluye más rápido que nunca, la credibilidad de los medios tradicionales ha comenzado a tambalearse. El caso del reportaje del New York Times sobre una supuesta cocina de producción de fentanilo en México es un ejemplo perfecto de cómo un medio otrora prestigioso puede caer en el descrédito ante la opinión pública. Este incidente no solo pone en evidencia la decadencia de ciertos medios, sino también resalta el rol del gobierno y del pueblo mexicano en desafiar narrativas cuestionables. Este cambio refleja una transformación más amplia en la relación entre los ciudadanos, los medios y las instituciones en México.

El reciente reportaje publicado por el New York Times pretendía exponer el funcionamiento de una cocina clandestina de producción de fentanilo en México. Sin embargo, su ejecución dejó mucho que desear. Las imágenes y descripciones presentadas carecían de la sofisticación necesaria para respaldar sus afirmaciones, lo que generó escepticismo incluso entre los sectores más críticos del gobierno mexicano.

La respuesta del gobierno no se hizo esperar. En la conferencia mañanera de la Presidenta, se exhibió la falta de rigor del reportaje, desmenuzando punto por punto las inconsistencias de las imágenes y narrativas presentadas. Pero el verdadero golpe vino de las redes sociales, donde el ingenio del pueblo mexicano brilló al crear parodias del reportaje. Videos de cocinas típicas mexicanas con el audio del supuesto montaje se viralizaron en plataformas como TikTok, transformando un intento de desprestigio en una ocasión para la risa y la crítica. Este episodio no solo cuestiona la calidad periodística del New York Times, sino que también subraya cómo el humor y la participación ciudadana pueden desmantelar narrativas inverosímiles, fortaleciendo un sentido de comunidad y confianza en las respuestas oficiales.

Hace unas décadas, en un contexto donde los gobiernos mexicanos eran vistos con desconfianza, medios internacionales como el New York Times, CNN o la revista Time representaban una fuente de certeza para muchos. Estos medios eran idealizados, especialmente por generaciones influenciadas por productos culturales estadounidenses que los retrataban como baluartes de la verdad. Sin embargo, la narrativa ha cambiado. Hoy, es el gobierno mexicano quien inspira más confianza en la población que los propios medios tradicionales, tanto nacionales como extranjeros. Este cambio no es fortuito; se ha construido a partir de un esfuerzo por ofrecer información directa y accesible, como las conferencias matutinas diarias. Además, las redes sociales han democratizado la información, permitiendo que los ciudadanos contrasten versiones y exijan hechos verificables.

La pérdida de credibilidad de los medios no es un fenómeno exclusivo de Estados Unidos. En México, la prensa también ha sufrido un declive significativo, exacerbado durante la llamada Cuarta Transformación. Muchos medios adoptaron una postura de oposición radical al gobierno, confiando en que esto minaría su legitimidad. No obstante, el resultado fue el opuesto: la administración actual ganó mayor apoyo en las urnas, mientras que la prensa quedó aún más desacreditada. La llegada de las redes sociales y la posibilidad de acceso directo a la información han revelado las carencias de un periodismo anclado en prácticas del pasado. Hoy, el membrete de un medio prestigioso ya no basta; la ciudadanía exige rigor, transparencia y conexión con la realidad.

Otro caso de legitimidad es el contraste entre las estrategias de México y Canadá frente al gobierno de Donald Trump es notable. Mientras que el ex-primer ministro Justin Trudeau optó por una estrategia de sumisión y lambisconería, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha respondido con inteligencia y patriotismo, ganándose el respeto tanto a nivel nacional como internacional. La estrategia del ex-ministro canadiense, basada en la complacencia, no solo fracasó en proteger los intereses de su país, sino que también debilitó la posición política de Trudeau, precipitando su renuncia. En contraste, México ha demostrado que una postura firme y bien fundamentada puede ser más efectiva, fortaleciendo su imagen en el escenario global.

El caso del reportaje del New York Times y las respuestas del pueblo y el gobierno mexicano son síntomas de un cambio más profundo. México, que antes buscaba certeza en instituciones extranjeras, está aprendiendo a confiar en sí mismo. Este cambio plantea un desafío para los medios tradicionales, tanto nacionales como internacionales, quienes aún tienen la oportunidad de adaptarse a estas nuevas realidades.

La lección es clara: la confianza ya no se gana con nombres o membretes, sino con hechos. México está en el camino de reafirmar su identidad y su voz, y sería prudente que los medios se sumen a este esfuerzo por reconectar con el pueblo y ofrecer un periodismo íntegro, relevante y digno de la confianza perdida.

Mañaneras y medios: el cambio en la comunicación política

Mauricio Vega Luna 

Esta semana, dos acontecimientos me llevaron a reflexionar sobre la transformación de la comunicación política en nuestros tiempos: el aniversario de las conferencias mañaneras y un debate entre Ciro Gomez Leyva y Epigmenio Ibarra. Ambos casos subrayan cómo la transparencia y la interacción moldean nuestra percepción de los líderes políticos y los medios de comunicación.

El pasado 3 de diciembre se cumplieron seis años de la primera conferencia mañanera del Presidente Andrés Manuel López Obrador, un ejercicio de comunicación, rendición de cuentas y acceso a la información sin precedentes en México y, probablemente, en el mundo. No sorprende que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo haya continuado con este modelo, pues su eficacia trasciende en múltiples niveles.

Primero, porque convierte a la Presidencia de la República en un espacio verdaderamente público al que cualquier persona puede acceder. Esto ha mantenido la cercanía entre el pueblo y sus líderes, un vínculo que AMLO consolidó antes de asumir el poder y que Sheinbaum preserva en su mandato.

Segundo, porque representa un ejercicio de rendición de cuentas único. En un país donde la información política solía controlarse con rigor, estas conferencias permiten que cualquier periodista, simpatizante u opositor cuestione directamente al principal actor político de la nación.

Tercero, porque fija la agenda política desde el inicio del día y ofrece un contrapeso al discurso mediático conservador. Contrario a los medios tradicionales que suelen operar bajo una narrativa vertical y prefabricada, las mañaneras promueven un diálogo circular y horizontal, donde el lenguaje y los intereses del pueblo ocupan el centro del debate político nacional.

Esto enlaza directamente con el segundo acontecimiento que destacó esta semana: un debate en el programa de Ciro Gómez Leyva entre el conductor y Epigmenio Ibarra. La discusión surgió a raíz de una columna de Epigmenio en Milenio, donde cuestionó la falta de autocrítica de los líderes de opinión tras los resultados de las elecciones del pasado 2 de junio. Señaló que, a pesar de haber pronosticado un colapso nacional durante años, los hechos no han respaldado su narrativa.

La reacción de Ciro fue notablemente emotiva. Se mostró ofendido y exasperado, acusando a Epigmenio de que sus argumentos eran infundados y que con su crítica lo insultaba a él y a su equipo de trabajo. Esta respuesta refleja lo poco acostumbrados que están los comunicadores tradicionales a que su labor sea cuestionada, a pesar de que ellos mismos critican con dureza a los servidores públicos.

Este contraste es revelador. Mientras la Presidenta enfrenta preguntas directas y críticas en las mañaneras con normalidad y mesura, los comunicadores tradicionales parecen ser alérgicos al escrutinio, como si su trabajo estuviera exento de evaluación, cuando no debería ser así, ya que la información, su principal herramienta de trabajo, es un bien público. 

En un mundo transformado por las redes sociales, la comunicación ya no es un monólogo unidireccional. Los receptores ahora exigen interacción, transparencia y cercanía, especialmente de quienes manejan información pública. Sin embargo, ciertos comunicadores parecen atrapados en una era donde sus mensajes podían difundirse sin esperar respuesta alguna.

Afortunadamente, la política en México ha adoptado un enfoque distinto. La cercanía con el pueblo, facilitada tanto por las nuevas tecnologías como por el modelo de gobernanza inaugurado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se ha convertido en una condición indispensable para el ejercicio del poder. Las mañaneras son el mejor ejemplo de esta evolución: un espacio donde el diálogo y la rendición de cuentas son la norma, no la excepción.

En un mundo donde la comunicación fluye de ida y vuelta, quienes se aferren a los viejos paradigmas quedarán rezagados. La política ha entendido esta dinámica, y las mañaneras son un ejemplo claro de cómo la cercanía y el diálogo con el pueblo no solo fortalecen liderazgos, sino que también marcan una nueva era en la comunicación pública, donde el poder del pueblo se refleja en la forma en que se transmite la información.

 

El autor estudió Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey y Política en la Universidad de Essex. 

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La vivienda es un derecho

Mauricio Vega Luna

En Europa, Estados Unidos y América Latina, la vivienda se ha convertido en un tema central en el debate sobre la vida digna. Los precios cada vez más altos y los salarios más bajos han transformado el acceso a una vivienda propia en un lujo, haciendo de lo que debería ser un derecho fundamental, un privilegio al alcance de pocos.

La raíz del problema parece estar en la falta de rectoría de los gobiernos sobre el mercado de vivienda. Durante el periodo neoliberal, se priorizaron los intereses de unos cuantos sobre los de la mayoría, y las políticas de vivienda no fueron la excepción. Las instituciones responsables se enfocaron en enriquecer a los dueños de inmobiliarias y a los funcionarios corruptos, abandonando la visión social del servicio público. Ejemplos claros son la construcción de viviendas en sitios inadecuados, lo que llevó al abandono masivo de estas propiedades. Las personas que obtenían créditos para estas viviendas terminaban mudándose a lugares con mejores servicios y cercanos a sus trabajos.

Como muchas políticas neoliberales, estas también estuvieron marcadas por la corrupción: fraudes en la asignación de viviendas, construcciones incompletas o de mala calidad, y negligencia en la supervisión. Esto provocó que cada vez más familias se vieran excluidas del acceso a una vivienda digna.

Ante esta decadencia, las acciones a llevar a cabo deben ser transformadoras. Afortunadamente el gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo está yendo en esa dirección. Bajo el sello del segundo piso de la Cuarta Transformación, se ha propuesto retomar la rectoría del mercado de la vivienda con un ambicioso plan para construir más de un millón de viviendas. Estas estarán dirigidas a quienes ganan hasta dos salarios mínimos, priorizando a poblaciones vulnerables como mujeres jefas de familia, jóvenes, población indígena y adultos mayores. La mitad de estas viviendas será para derechohabientes del INFONAVIT y la otra mitad para quienes no lo son.

Esta medida pone al país en la dirección de ejemplos internacionales exitosos, como los de Malasia, Canadá, Bélgica, Países Bajos y Cataluña, donde la inversión en vivienda pública ha servido para regular el mercado y reducir el precio de las rentas. Además, el plan incluye una innovadora estrategia de arrendamiento para derechohabientes del INFONAVIT, quienes podrán "rentar" viviendas con un costo no mayor al 30% de su salario. Este modelo permite que las rentas se conviertan en aportaciones para adquirir la vivienda, asegurando tanto el acceso inmediato a un hogar como la construcción de patrimonio a largo plazo.

Como era de esperarse, las críticas no han tardado en llegar. La oposición ha centrado sus argumentos en tres puntos principales:

  1. 1. Los riesgos de utilizar los ahorros de los trabajadores para financiar estas viviendas.
  2. 2. La necesidad de mantener el carácter tripartito del INFONAVIT (empresarios, sindicatos y gobierno).
  3. 3. La supuesta ineficiencia del gobierno en la construcción de vivienda.

Sin embargo, estos críticos parecen olvidar la legitimidad del proyecto de la presidenta Sheinbaum. Los 35 millones de personas que respaldaron su proyecto y su enorme aprobación demuestran que la gente no desconfía de los gobernantes en general, desconfía de ciertos gobernantes que abusaron de su poder. Pretender sembrar miedo entre los trabajadores con argumentos sobre "riesgos" pierde fuerza cuando provienen de quienes gestionaron las políticas fallidas del pasado. Además, el director del INFONAVIT ya ha explicado en detalle cómo los representantes tripartitos han sido cómplices de esquemas de corrupción, con sueldos exorbitantes que restan credibilidad a sus críticas.

Finalmente, respecto a la supuesta ineptitud del gobierno para gestionar proyectos de esta magnitud, conviene recordar las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador: “La política es tan noble que ni los más sucios políticos han logrado ensuciarla”. En las manos correctas, el gobierno es una herramienta poderosa para transformar el país y garantizar el acceso a derechos fundamentales como la vivienda. Este es un paso importante para devolver la dignidad a las familias mexicanas.

El autor estudió Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey e Ideología y Análisis del Discurso en la Universidad de Essex. 

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La estrategia de México ante Trump

Mauricio Vega Luna

Ante la burda amenaza que el presidente electo de Estados Unidos hizo en su red social, la Presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo dio una respuesta firme, integral y basada en información. El amago de Trump fue poner aranceles si no se actuaba de forma contundente contra lo que él considera un problema desbordado de migración y tráfico de drogas. En una carta concisa, la Presidenta se dirigió a lo fundamental. Señaló lo sesgada que es la visión que tiene Trump con relación a la migración y al tráfico de drogas, pues con base en datos es claro que la responsabilidad de estos conflictos es compartida y la parte de la que es responsable el gobierno de Estados Unidos no ha sido atendida correctamente por sus autoridades. Ni el tráfico de armas, ni el consumo de drogas ni la codependencia económica en la que están nuestros países han sido propiamente abordados por los gobiernos estadounidenses. En cambio, nosotros sí hemos hecho bastante por hacernos responsables de nuestra parte correspondiente: ha bajado la migración, estamos combatiendo el tráfico de fentanilo y hemos apostado por la cooperación para el desarrollo regional para que la migración no sea necesaria.

Como se viene proponiendo desde el sexenio pasado, la cooperación y el desarrollo regional en América del Norte, y eventualmente en toda América, deben seguir siendo nuestra prioridad. Esta sigue siendo la mejor estrategia para beneficiar a nuestras naciones hermanas. Inclusive el proteccionismo que promueve Trump podría tener más éxito si se integra en un proyecto regional en América, especialmente frente a la creciente competencia de China. Para competir con el modelo chino, Estados Unidos podría fomentar una alianza más fuerte dentro de América del Norte primero, y luego expandirla a todo el continente.

Trump sabe que, si inicia una guerra arancelaria, podría enfrentar consecuencias negativas que afectarían su narrativa exitosa, la cual se basa en el proteccionismo, el nacionalismo y la promesa de precios más bajos. Subir los aranceles no sería coherente con esas promesas, aunque sus amenazas públicas pueden ser útiles para su discurso. Lo que vemos, como siempre con Trump, son mucho ruido y pocas acciones concretas. Esto no significa que debamos ignorar sus amenazas, ya que siguen siendo una forma de atacar a nuestros pueblos. Cada declaración de este tipo debe ser respondida para dejar claro que México ya no es gobernado por líderes débiles, sino por patriotas con respaldo popular. Sin embargo, esas amenazas también forman parte de una negociación que, en última instancia, se resolverá en reuniones privadas. Esto la Presidenta claramente lo ha comprendido y por eso ha respondido con diplomacia pero con firmeza. 

Y es que el éxito de Trump no se basa en datos sino en el mantenimiento de una narrativa convincente que lo llevó a regresar a la Casa Blanca. Los datos que presenta la Presidenta respaldan nuestra posición, lo que nos pone en una mejor situación tanto ante nuestro pueblo como ante la comunidad internacional. A pesar de esto, Trump probablemente exigirá medidas que refuercen su discurso racista ante sus votantes, tal como hizo durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, al exigirnos que cuidáramos la frontera sur. Llegado ese momento, la Presidenta y su equipo de negociación mostrarán la misma experiencia e inteligencia para llegar a una solución beneficiosa para México.

Una muestra de esa inteligencia se vio en la mañanera del miércoles 27 de noviembre, cuando la Presidenta aprovechó para escenificar un cierre de filas e informar el detallado plan en el que se ha estado trabajando para mejorar la inversión en México aprovechando el fenómeno de la relocalización. El plan es desarrollado por el Consejo de Desarrollo Económico Regional y Relocalización de Empresas (CADERR), que se integra por 15 empresarios y empresarias, en colaboración con el gobierno, cámaras empresariales y universidades. Las estrategias se enfocan en tres principios fundamentales: el retorno de la política industrial, la importancia de la planificación a largo plazo y el aprovechamiento de la oportunidad global y local del nearshoring. Entre los objetivos más importantes del plan están atraer inversiones privadas y fomentar el crecimiento de sectores clave como la industria automotriz, aeroespacial y agroindustria, promoviendo contenido local y regional.

Además de este plan, la Presidenta subrayó la importancia de continuar con la cooperación económica entre Estados Unidos y México para el beneficio mutuo. La empresaria Altagracia Gómez Sierra hizo una observación importante cuando se le preguntó sobre la amenaza de aranceles: más del 80% de la inversión en México proviene del país, lo que demuestra que la economía mexicana tiene una base sólida. A pesar de la interconexión global, México cuenta con inversiones nacionales que lo ayudarían a enfrentar un posible conflicto arancelario. También se mencionó que, frente a la propuesta de Trump de deportar masivamente, México ha considerado cómo aprovechar esa mano de obra, profesionalizándola como parte del plan del CADERR.

Más tarde ese mismo miércoles, la Presidenta tuvo una conversación con Trump. Tras la llamada, ambos mandatarios se mostraron satisfechos. Trump destacó la llamada como un logro, argumentando que México "prácticamente cerraría su frontera", lo que le permitió presentar la amenaza de los aranceles como un éxito ante su público, aunque, en realidad, no se materializó. Por otro lado, la Presidenta convirtió esta crisis en una victoria interna, mostrando que su proyecto económico cuenta con un apoyo masivo no solo de la población que votó por ella, sino también de los grandes empresarios del país, quienes cerraron filas en su apoyo. Al final, ambos líderes fortalecieron sus estrategias internas y la cooperación entre los dos países continuará, lo cual es una buena noticia para ambas naciones. 

Es muy ilustrativa la forma en la que ha lideado la Presidenta con este conflicto. Demuestra una vez más su capacidad y el compromiso con sus principios. En un mundo de tantos liderazgos frívolos y mezquinos en otros países, y frente a la xenofobia y machismo de Trump, en México contamos con un liderazgo firme, estratégico, cercano al pueblo y profundamente patriótico. No exageró el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando dijo que Claudia Sheibaum Pardo es lo mejor que nos pudo haber pasado. 

 

El autor estudió Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey y Discurso e Ideología en la Universidad de Essex. 

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