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Arriesgarse con prudencia

Susana Cepeda Islas

Mi abuelo paterno Don Emilio Cepeda vivía en el Ejido Palomas No. 2 que pertenece al Municipio de Manuel Benavides, Chih. él acostumbraba a visitarnos normalmente una vez al año en la Cd. de México, lugar donde vivíamos, en esa época el recorrido para llegar a la ciudad era extenso: del racho a Ojinaga eran 4 horas en terracería, a Chihuahua eran aproximadamente 4:30 horas y a la ciudad 10 horas en camión. El abuelo tenía posibilidades de hacer ese viaje en avión, pero le daban pavor, una vez le dije que usará el transporte aéreo y su contestación fue un rotundo ¡No! Yo pronta le contradije ¿Por qué no? Él rebatió porque los aviones se caían, a lo cual, le recité un refrán “Cuando te toca, aunque te quites; cuando no te toca, aunque te pongas”, pensando que lo convencería, sin embargo, de sus labios salieron las siguientes palabras: “y para que te pones en el tocadero”.

Esas palabras me impactaron, su mensaje era claro: nunca exponerse a lo desconocido, a lo nuevo, estas eran las creencias de su época, increíblemente para él era mejor andar a caballo, sortearse el físico en el manejo del ganado, eso sí tenía sentido, porque dominaba esas actividades, sin embargo, me insistía que tenía que evitar el peligro, nunca exponerse, menos aún aventurarse. Es preciso preguntarse ¿Es bueno arriesgarse? Considero que sí, pero sin exponerse a las pérdidas o daños, ya sean físicos, psicológicos o materiales.

Cuando nos arriesgamos siempre debemos tener presente que las cosas pueden salir mal o bien, por ello, es necesario construir escenarios para cualquiera de los dos resultados, asumir sin dramas o exagerada alegría las consecuencias. Analizar detalladamente ¿Por qué salieron así las cosas? Cualesquiera que sean los resultados siempre se gana, y es así porque se aprende, estas alerta a los cambios, vencer el miedo a lo desconocido. Pero lo que debemos evitar en lo posible es arriesgar nuestra vida o la de los demás, es decir, ponerse o poner en riesgo de manera fortuita, hacer algo peligroso que dañe considerablemente tu estabilidad emocional o la del prójimo.

Platón señalaba que: “Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre”, esta es una interpretación que hace sobre el tema de arriesgarse, te invita a defender y poner en marcha las ideas que poseen las personas. Estamos de acuerdo que en la actualidad la incertidumbre la vivimos diariamente, es cuando la prudencia es una herramienta efectiva que nos permite enfrentarla. Nos ayuda a deliberar, reflexionar sobre las posibles consecuencias de los resultados. La prudencia no significa evitar el riesgo, es evitar acciones peligrosas y evitar conflictos para no cometer equivocaciones.

 Ya lo decía Thomas Alva Edison. “¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?” Vivimos una era donde los descubrimientos nos enfrentan a actuar de manera diferente, por ello, siempre es recomendable arriesgarse con prudencia, parecería una contradicción, pero no lo creo, porque se puede evitar errores y posibles problemas. Podemos ser sensatos, cautelosos, moderados. En situaciones complicadas donde exista alguna amenaza, tenemos que valorar las decisiones que tomaremos al respecto y de manera responsable aceptar las consecuencias.

Ojalá y evitemos hacer acciones arriesgadas como: hablar por celular al manejar, tomarse fotos en escenarios dificultosos, realizar actividades físicas donde se pueda lesionar con facilidad, caminar por lugares peligrosos, en fin, usted mi querido lector puede incrementar esta lista. Mejor lo invito a arriesgarnos con prudencia, a comprometernos, a amar, reír, a perseguir sueños, a tener una pareja, a ser auténtico, realizar nuevas actividades que signifiquen un reto, o cualquier cosa que no se ha atrevido realizar, pero sobre todo a saborear tanto los fracasos como los éxitos.

La vida cambia en un segundo

Susana Cepeda Islas

Una extraordinaria instructora del aprendizaje es la vida, en ella frecuentemente, o, mejor dicho, todos los días, surgen mínimos o grandiosos cambios que se generan en un intervalo muy pequeño de tiempo. Desafortunadamente los seres humanos no estamos conscientes de ello, pensamos que siempre estaremos viviendo en la comodidad, en el confort, en el equilibrio, que todo marchara bien, sin contratiempo alguno. De manera inesperada nos pueden suceder cosas malas muy malas o viceversa cosas buenas o muy buenas.

Lo que no percibimos cuando suceden los cambios, es que, son útiles y necesarios para crecer en nuestro desarrollo personal, es por ello, natural que se sienta miedo, se te hiele el cuerpo hasta los huesos, que digo los huesos, hasta el tuétano, porque ignoramos lo que va a pasar, invade la incómoda incertidumbre, que es el desconocimiento lo que provoca inseguridad, dudas, desasosiego y una gran inquietud, porque olemos fuertemente el peligro.

Lo más recomendable, cuando se presenten en nuestro entorno cambios inesperados es estar conscientes de que en cualquier momento pueden manifestarse, es no sentirse amenazados, por ello, es bueno pensar ¿por qué se manifiestan? Entender, además, que no está en nuestras manos que sucedan; no se pueden controlar; al vivirlo, hay que buscar la solución o soluciones posibles, para lograrlo, es necesario valorar y apreciar las diferentes posibilidades, ayuda de sobremanera ser flexibles; analizar los errores y también los aciertos. Es muy fácil de decir, pero muy complicado de llevar a cabo: aceptar la realidad. Es necesario desarrollar la capacidad de asumir la vida, tal y como es, comprender lo que sucede, y evitar en medida de lo posible combatir la situación o negar lo que acontece porque no se puede controlar.

Imagine, por ejemplo, que un día cualquiera, está desayunando con su pareja de vida, disfrutando de una buena taza de café, platican de lo cotidiano, ríen, hacen planes sobre el hogar, los hijos y de pronto, de manera inesperada se interrumpe bruscamente su amena charla, y le dice que se siente mal y ese malestar crece. Se le inmoviliza la parte izquierda del cuerpo. De manera inesperada sufre un infarto cerebral. Es un evento doloroso para la familia, sólo queda buscar la solución inmediata, enfrentar con inteligencia las consecuencias de los resultados. La vida cambia en un segundo.

La lección de vida de este suceso es indudablemente aprender a disfrutar cada momento, valorar lo que poseemos, cuidarlo, afrontar con una actitud positiva y abierta tanto lo bueno como lo malo que nos sucede, estar atentos a nuestro entorno porque puede dar un giro de noventa grados, el budismo dice acertadamente “Sólo hay un momento para que estés vivo, y ese es el momento presente”.

Un libro maravilloso que describe los momentos dolorosos que vivió la escritora estadounidense Joan Didion y relata en su libro El año del pensamiento mágico: “La vida cambia deprisa. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.” Describe la muerte de su esposo consecuencia de un infarto fulminante, mientras su hija se encontraba en un hospital en estado de coma.

Lo invito a pensar: ¿Qué es lo más importante para nuestras vidas? ¿La familia? Si tuvo un conflicto con sus hermanos, hijos, primos, padres y aún los ama, reconcíliese; ¿Los amigos? Las tareas cotidianas nos alejan de ellos, haga un alto y llámeles, invítelos a cenar, o a disfrutar de una amena charla; ¿El ejercicio? Realícelo ahora que está sano. No deje para mañana lo que puede hacer hoy, ¡Por favor! Actúe antes que sea demasiado tarde, ya lo dice Ana María Rabatté y Cervi en su poema En vida hermano en vida: “Nunca visites panteones, ni llenes de tumbas flores, llena de amor corazones, en vida hermano en vida”. No sabemos si mañana trascendemos nosotros o las personas que amamos. ¡Hoy es el momento!

Mujer y violencia

Susana Cepeda Islas

El pasado 25 de noviembre es el día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer, esta fecha, dio pie a preguntarme ¿Por qué está siempre presente la violencia en contra de las mujeres? Será que es un problema cultural, de educación, de problemas psicológicos, sea cual sea su origen se manifiesta constantemente. El resultado de ello, es desastroso en nuestros días, porque crece, crece y crece, como mala hierba imposible de exterminar.  Dentro de la sociedad miles de familias sufren el dolor de perder a una hija, madre, amiga, compañera de trabajo, etcétera. Todos los días en los medios de comunicación aparece una nota donde una mujer fue violentada física, sexual, psicológica, patrimonial o económicamente, en todos los niveles sociales, las mujeres podemos sufrir violencia en el hogar, trabajo, escuela, gimnasio, no hay lugar seguro.

A pesar de que existe la Ley General de Acceso de las mujeres a una Vida Libre de Violencia, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de febrero de 2007, la cual,  dice a la letra: “ARTÍCULO 1.- La presente ley tiene por objeto establecer la coordinación entre la Federación, las entidades federativas, las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México y los municipios para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, adolescentes y niñas, así como los principios y mecanismos para el pleno acceso a una vida libre de violencias, así como para garantizar el goce y ejercicio de sus derechos humanos y fortalecer el régimen democrático establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.” Erradicar la violencia hacia las mujeres, no ha sido posible de llevar a cabo por los gobiernos Federales, Estatales y Federales, se quedó la buena intención en el papel.

Los datos que arrojan las siguientes cifras preocupan, publicadas por el INEGI: “La violencia psicológica es la que presenta mayor prevalencia (51.6 %), seguida de la violencia sexual (49.7 %), la violencia física (34.7 %) y la violencia económica, patrimonial y/o discriminación (27.4 %). Mientras que, de octubre 2020 a octubre 2021, 42.8 % de las de mujeres de 15 años y más experimentaron algún tipo de violencia, la violencia psicológica es la que presenta mayor prevalencia (29.4 %), seguida de la violencia sexual (23.3 %), la violencia económica, patrimonial y/o discriminación (16.2 %) y la violencia física (10.2 %)” Estas cifras sólo reflejan una parte de este problema, a pesar de ello, la situación es caótica, lo cierto es que las mujeres de todas las edades, merecemos estar y  sentirnos seguras.

En el país, existen instituciones que protegen a la mujer como: Centros de Justicia para las Mujeres.  Comisiones Estatales de Derechos Humanos. Líneas Telefónicas e Institutos Estatales de Atención a la Violencia contra las Mujeres. Fiscalías Generales de Justicia, además de los organismos no gubernamentales, todos estos organismos, leyes, y demás esfuerzos son insuficientes para erradicar la violencia contra las mujeres. Las consecuencias sociales son numerosas, desde el asesinato, suicidio, dañar significativamente la salud, familia, hijos, esposo, entre otros; además del costo económico.

Estimado lector espero que esté de acuerdo conmigo, después de ver estas alarmantes cifras, la violencia ¡no para! Estoy convencida que se educa con el ejemplo, por ello, hago un llamado a los padres de familia, a los educadores de todos los niveles y a la sociedad en general, para que, desde edad temprana, enseñemos a los hijos varones que la mujer se merece respeto, un trato digno, que somos iguales hombres y mujeres, que no hay superioridad por ser hombres. ¡Urge! difundir dentro de la sociedad, un programa nacional para promover la cultura de respeto y equidad de género, hacer ver a los hijos desde pequeños lo que significa la igualdad, la empatía, fomentar a la vez la denuncia de hechos violentos y dar el acompañamiento adecuado. No esperemos a que esta situación dañe a nuestras queridas mujeres.

La infancia perdida

Susana Cepeda Islas

Una de las etapas más importantes en la formación del ser humano es, sin lugar a duda la infancia, en este período se manifiestan el desarrollo biológico, psicológico, cultural y social, además, es donde se establece la personalidad y las relaciones sociales, se consolidan las bases para la conformación de la personalidad, se descubre el mundo, se adquieren aprendizajes. Los padres son fundamentales en la formación de los niños, ya que ellos aprenden de la conducta de sus padres repitiendo comportamientos, por ello, es importante reforzar los comportamientos positivos, y corregir, cuando sea necesario.

En el hogar, el infante debe sentirse seguro, confiado, de esta manera se refuerza su autoestima. En su crecimiento los niños propagan sus habilidades cognitivas, esto influye en cómo interactúan con el ambiente que los rodea. La tarea de los padres está cargada de una gran responsabilidad: educar con el ejemplo, enseñar que cuando se comete un error, se corrigen, se les muestra que todas las acciones ya sean negativas o positivas tienen consecuencias que se deben asumir, si fracasan en alguna tarea, se les ayuda a entender que son necesarios para lograr el éxito, enseñar la importancia de la educación en sus vidas y sobre todo enseñarles a recibir, dar y demostrar amor.

El gobierno y la sociedad en general deben preocuparse por su infancia, porque son el futuro de un país, el gran filósofo y matemático griego Pitágoras afirmaba: “Enseña a los niños, y no será necesario castigar hombres”, o la médica, pedagoga, psiquiatra y filósofa italiana María Montessori sostenía lo siguiente: “Siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan… Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón”. Hace unos días presencié una terrible escena que me destrozó el alma. Tuve que realizar una diligencia en una colonia de la periferia de Saltillo, transité   por una calle donde se encontraba un Centro Comunitario, a un lado se hallaban unas canchas de basquetbol, me llamó la atención un grupo de aproximadamente 15 niños de ambos sexos, entre doce y 17 años, podía distinguir que en su mayoría eran varones, al acercarme al lugar, me di cuenta de que estaban inhalando Resistol y no dudo que otras substancias.

Es indudable que son niños que no van a tener un digno futuro, lo triste es que niños y jóvenes son más vulnerables para consumirlas, la complicación que se presenta son las secuelas que provocan estas substancias, que son severas e irreversibles como: deterioros en el cerebro, daño hepático, pérdida de la audición, además de problemas cardíacos. Se consumen porque al inhalarlos cambian el estado de ánimo, se traslada la persona a un estado de exaltación, euforia, emoción y de gran alegría, el efecto dura algunos minutos, por ello, se inhala varias veces y por varias horas. Cuando no se consume se sufre de cambios bruscos de ánimo, un comportamiento violento, fuertes alucinaciones, confusión y depresión. Obviamente esta situación es un riesgo social, ya que provoca que los infantes abandonen los estudios, se asocien con pandillas, esta situación también provoca que se incremente la violencia.

Los niños buscan estos estimulantes para evadir los problemas que se gestan dentro del hogar, como la violencia, abuso físico y sexual, se da el consumo de estas drogas en los padres o en algún miembro de la familia, maltrato o experiencias estresantes, pero también para ser aceptados por amigos o compañeros de escuela o simple curiosidad. Debemos poner más atención a nuestra niñez, hacer programas de educación para padres, difundir diferentes actividades deportivas, fomento de la lectura, educación musical y artística, ya existe la infraestructura en los Centros Comunitarios ¡hay que darles vida! ¡Para salvar vidas!

No olvidemos la gratitud

Susana Cepeda Islas

Desde que tengo uso de razón, era una cuestión natural que cuando solicitábamos algún objeto en la familia, o nos daban cierto presente, o sucedía algo extraordinario, mi madre repetía constantemente a todos sus hijos: “Olvidaste la palabra mágica”. Ahí estaba ella, siempre atenta para recordarnos constantemente la palabra maravillosa, que era simplemente “Gracias”, palabra humilde, que posee una gran fuerza, significa tan sólo sentir gratitud. Sobre todo, por las cosas buenas que llegan a la vida. De hecho, la Biblia señala, con las sabias palabras de Jesús que: “Y el que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado; y le serán añadidas las cosas de esta tierra. Hasta cien tantos, sí, y más”.

Lo interesante, es que en latín la palabra gratus significa agradecido o agradable, la gratitud es el sentimiento que nos enseña a poner atención y valorar los obsequios, beneficios o favores que nos hacen y ser correspondidos. Debido a ello, grandes pensadores a través de la historia se han referido a la gratitud de esta forma: Cicerón apunta a que “La gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás”. Sócrates afirma que “Quien no es feliz con lo que tiene, tampoco será feliz con lo que le gustaría tener”. Una de las expresiones hermosas del Dalai Lama al respecto es “La raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud”.

La gratitud es lo contrario de la envidia, la psicóloga inglesa Melanie Klein explica que la gratitud es la capacidad de reparar al objeto amado hacía el cual en forma inconsciente se maltrató. Por su parte, el psicólogo húngaro, David Rapaport, nos explica que provoca una satisfacción de gozo. Es decir, las personas contamos con una capacidad tanto para forjar envidias, miedos, dolores, como para proyectar, gozo, paz, gratitud. Una persona agradecida es una persona afortunada, bendecida, no así la envidiosa, está tiene un doloroso y funesto camino por la vida.

Agradecer proporciona magnánimos beneficios, por ejemplo, químicamente nuestro organismo libera por medio del cerebro dopamina y serotonina, provocando grandes beneficios como el estado de ánimo, nos sentimos bien inmediatamente, también reduce el cortisol que es la hormona del estrés, que tanto daño nos hacen estos tiempos, al vivir con prisa, lo que nos impide apreciar a las cosas y las personas que nos rodean.

Estimado lector, me sucede a menudo que cuando demuestro gratitud a las personas de las cuales recibo algún servicio de su parte, les cambia el semblante de manera positiva, cuando les manifiesto con una sonrisa y le doy las gracias, es verdad, les proporcionamos gran felicidad y seguramente esa persona pensará que vale la pena el esfuerzo que pone por hacer su trabajo y le hacemos el día.  Expresar gratitud nos conecta de inmediato con los demás, es importante valorar a las personas porque la armonía prevalece y fortalecemos los vínculos. Es mejor dar bendiciones a las personas que maldiciones.

La gratitud también se debe manifestar en momentos no solo de felicidad, sino también en momentos difíciles porque ayudan a mantener la calma, es increíble lo que nos proporciona ser agradecidos, automáticamente se transforman los pensamientos negativos en positivos, haciéndonos optimistas. Lo invito estimado lector, a que no olvidemos la gratitud, sobre todo de infundir este sentimiento entre los miembros de la familia, así como lo hizo mi madre, dar valor al agradecimiento.  Finalizo está reflexión sobre la gratitud con esta frase de Álvaro Mutis, cuando entendemos el enorme sentido que guarda está palabra: “La gratitud es tan absoluta, las palabras sobran”

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