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Mujer y violencia

Susana Cepeda Islas

El pasado 25 de noviembre es el día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la mujer, esta fecha, dio pie a preguntarme ¿Por qué está siempre presente la violencia en contra de las mujeres? Será que es un problema cultural, de educación, de problemas psicológicos, sea cual sea su origen se manifiesta constantemente. El resultado de ello, es desastroso en nuestros días, porque crece, crece y crece, como mala hierba imposible de exterminar.  Dentro de la sociedad miles de familias sufren el dolor de perder a una hija, madre, amiga, compañera de trabajo, etcétera. Todos los días en los medios de comunicación aparece una nota donde una mujer fue violentada física, sexual, psicológica, patrimonial o económicamente, en todos los niveles sociales, las mujeres podemos sufrir violencia en el hogar, trabajo, escuela, gimnasio, no hay lugar seguro.

A pesar de que existe la Ley General de Acceso de las mujeres a una Vida Libre de Violencia, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de febrero de 2007, la cual,  dice a la letra: “ARTÍCULO 1.- La presente ley tiene por objeto establecer la coordinación entre la Federación, las entidades federativas, las demarcaciones territoriales de la Ciudad de México y los municipios para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, adolescentes y niñas, así como los principios y mecanismos para el pleno acceso a una vida libre de violencias, así como para garantizar el goce y ejercicio de sus derechos humanos y fortalecer el régimen democrático establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.” Erradicar la violencia hacia las mujeres, no ha sido posible de llevar a cabo por los gobiernos Federales, Estatales y Federales, se quedó la buena intención en el papel.

Los datos que arrojan las siguientes cifras preocupan, publicadas por el INEGI: “La violencia psicológica es la que presenta mayor prevalencia (51.6 %), seguida de la violencia sexual (49.7 %), la violencia física (34.7 %) y la violencia económica, patrimonial y/o discriminación (27.4 %). Mientras que, de octubre 2020 a octubre 2021, 42.8 % de las de mujeres de 15 años y más experimentaron algún tipo de violencia, la violencia psicológica es la que presenta mayor prevalencia (29.4 %), seguida de la violencia sexual (23.3 %), la violencia económica, patrimonial y/o discriminación (16.2 %) y la violencia física (10.2 %)” Estas cifras sólo reflejan una parte de este problema, a pesar de ello, la situación es caótica, lo cierto es que las mujeres de todas las edades, merecemos estar y  sentirnos seguras.

En el país, existen instituciones que protegen a la mujer como: Centros de Justicia para las Mujeres.  Comisiones Estatales de Derechos Humanos. Líneas Telefónicas e Institutos Estatales de Atención a la Violencia contra las Mujeres. Fiscalías Generales de Justicia, además de los organismos no gubernamentales, todos estos organismos, leyes, y demás esfuerzos son insuficientes para erradicar la violencia contra las mujeres. Las consecuencias sociales son numerosas, desde el asesinato, suicidio, dañar significativamente la salud, familia, hijos, esposo, entre otros; además del costo económico.

Estimado lector espero que esté de acuerdo conmigo, después de ver estas alarmantes cifras, la violencia ¡no para! Estoy convencida que se educa con el ejemplo, por ello, hago un llamado a los padres de familia, a los educadores de todos los niveles y a la sociedad en general, para que, desde edad temprana, enseñemos a los hijos varones que la mujer se merece respeto, un trato digno, que somos iguales hombres y mujeres, que no hay superioridad por ser hombres. ¡Urge! difundir dentro de la sociedad, un programa nacional para promover la cultura de respeto y equidad de género, hacer ver a los hijos desde pequeños lo que significa la igualdad, la empatía, fomentar a la vez la denuncia de hechos violentos y dar el acompañamiento adecuado. No esperemos a que esta situación dañe a nuestras queridas mujeres.

No olvidemos la gratitud

Susana Cepeda Islas

Desde que tengo uso de razón, era una cuestión natural que cuando solicitábamos algún objeto en la familia, o nos daban cierto presente, o sucedía algo extraordinario, mi madre repetía constantemente a todos sus hijos: “Olvidaste la palabra mágica”. Ahí estaba ella, siempre atenta para recordarnos constantemente la palabra maravillosa, que era simplemente “Gracias”, palabra humilde, que posee una gran fuerza, significa tan sólo sentir gratitud. Sobre todo, por las cosas buenas que llegan a la vida. De hecho, la Biblia señala, con las sabias palabras de Jesús que: “Y el que reciba todas las cosas con gratitud será glorificado; y le serán añadidas las cosas de esta tierra. Hasta cien tantos, sí, y más”.

Lo interesante, es que en latín la palabra gratus significa agradecido o agradable, la gratitud es el sentimiento que nos enseña a poner atención y valorar los obsequios, beneficios o favores que nos hacen y ser correspondidos. Debido a ello, grandes pensadores a través de la historia se han referido a la gratitud de esta forma: Cicerón apunta a que “La gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás”. Sócrates afirma que “Quien no es feliz con lo que tiene, tampoco será feliz con lo que le gustaría tener”. Una de las expresiones hermosas del Dalai Lama al respecto es “La raíz de todo bien crece en la tierra de la gratitud”.

La gratitud es lo contrario de la envidia, la psicóloga inglesa Melanie Klein explica que la gratitud es la capacidad de reparar al objeto amado hacía el cual en forma inconsciente se maltrató. Por su parte, el psicólogo húngaro, David Rapaport, nos explica que provoca una satisfacción de gozo. Es decir, las personas contamos con una capacidad tanto para forjar envidias, miedos, dolores, como para proyectar, gozo, paz, gratitud. Una persona agradecida es una persona afortunada, bendecida, no así la envidiosa, está tiene un doloroso y funesto camino por la vida.

Agradecer proporciona magnánimos beneficios, por ejemplo, químicamente nuestro organismo libera por medio del cerebro dopamina y serotonina, provocando grandes beneficios como el estado de ánimo, nos sentimos bien inmediatamente, también reduce el cortisol que es la hormona del estrés, que tanto daño nos hacen estos tiempos, al vivir con prisa, lo que nos impide apreciar a las cosas y las personas que nos rodean.

Estimado lector, me sucede a menudo que cuando demuestro gratitud a las personas de las cuales recibo algún servicio de su parte, les cambia el semblante de manera positiva, cuando les manifiesto con una sonrisa y le doy las gracias, es verdad, les proporcionamos gran felicidad y seguramente esa persona pensará que vale la pena el esfuerzo que pone por hacer su trabajo y le hacemos el día.  Expresar gratitud nos conecta de inmediato con los demás, es importante valorar a las personas porque la armonía prevalece y fortalecemos los vínculos. Es mejor dar bendiciones a las personas que maldiciones.

La gratitud también se debe manifestar en momentos no solo de felicidad, sino también en momentos difíciles porque ayudan a mantener la calma, es increíble lo que nos proporciona ser agradecidos, automáticamente se transforman los pensamientos negativos en positivos, haciéndonos optimistas. Lo invito estimado lector, a que no olvidemos la gratitud, sobre todo de infundir este sentimiento entre los miembros de la familia, así como lo hizo mi madre, dar valor al agradecimiento.  Finalizo está reflexión sobre la gratitud con esta frase de Álvaro Mutis, cuando entendemos el enorme sentido que guarda está palabra: “La gratitud es tan absoluta, las palabras sobran”

Las necesidades humanas básicas versus las artificiales

Susana Cepeda Islas

Actualmente la mayoría de las personas estamos sumergidos en un mar invadido de información que en la mayoría de las veces nos ahoga. Esta situación crea necesidades en nosotros, pero: ¿cuántas o cuáles son primordiales? Eso depende de cada persona y su contexto. El Diccionario de la Lengua Española hace referencia al concepto de necesidad, se trata de un impulso irresistible que hace en los humanos una motivación dirigido a satisfacer una carencia de naturaleza variable como alimento, agua, vivienda, protección, afecto, seguridad, entre otras. Son cosas que son inadmisibles de sustraer.

Entorno a este concepto surgen muy distintas apreciaciones de estudiosos como Durkheim que asegura que las necesidades del hombre no tienen fin, la única posibilidad de detenerlas es con una autoridad moral,  por otro lado, Simmel  hace un rechazo a la pobreza por falta de dinero, el concepto de pobreza lo define la comunidad, es un punto de vista relativista, sin embargo, Weber asegura que la motivación y las ideas de los seres humanos son fuerzas que provocan el cambio, los hombres tienen la capacidad para actuar con libertad para construir su futuro, y finalmente Marx a punta a la carencia y escasez, a la falta de bienes para satisfacer las necesidades de la vida. Se puede observar una variedad en estas posturas, desde un valor de uso, como acción social, como impulso, como norma social.

Tiempo después aparece en escena el psicólogo estadounidense Maslow, quien jerarquiza las necesidades humanas, él distingue cinco básicas: la primera, las fisiológicas, la supervivencia del individuo que son básicas como comer, dormir, entre otras; la segunda de seguridad, un futuro seguro, estar seguros en el entorno donde habitamos; tercera de pertenencia y amor, búsqueda de afecto y a asociarse, las relaciones con la familia, amigos, compañeros de trabajo etc.; cuarta de estima, auto-respeto y aprecio por los otros, sentirnos apreciados y valorados por la sociedad; y quinta de Autorrealización, realización integral, es el éxito personal, estar bien consigo mismo. Se deben de satisfacer en orden ya que una lleva a otra. Estas necesidades son para que las personas puedan priorizar las necesidades y sea asertivo en sus decisiones.

Lamentablemente estamos inmersos en un capitalismo voraz, aparecen en la escena social otro tipo de necesidades, las artificiales que obviamente no son básicas, sino producto de la mercadotecnia que ofrecen objetos que no son necesarios para cubrir necesidades básicas, estas necesidades llevan a las personas directo al consumismo extremo y por ende a la destrucción de los recursos naturales y la contaminación. El problema es que las personas se han formado la idea de que entre más cosas poseas, es una manifestación de felicidad, ocupando un lugar especial los bienes que te sea posible poseer y por supuesto su valor y la dependencia que hacemos de ellos. Cuando no logras la posesión de suficientes bienes causa infelicidad, frustración, amargura y demás sentimientos negativos.

Al poner la atención en este tipo de necesidades artificiales nos olvidamos de la importancia del ser humano, de los valores éticos, y damos prioridad a la adquisición de objetos generando en gran medida frustración y egoísmo, cuando no logramos obtener cosas. He conocido a personas que viven de una forma que no les corresponde, por ejemplo, se van de viaje al extranjero, aunque no cuenten con los medios económicos y se endrogan por diferentes corrientes financieras, y al regresar viven la pesadilla de no tener los medios económicos para cubrir el gasto, todo por dar prioridad a las necesidades artificiales, desafortunadamente existen muchos ejemplos de ello. Es mejor vivir de acuerdo con tu realidad, no complicarte la vida, se puede ahorrar, administrarse o buscar otros medios, para poder darse algún gusto, y dormir tranquilo. ¿No lo cree así querido lector?

Nota aclaratoria: en el artículo del 3 de noviembre, cometí una equivocación en el siguiente nombre dice:  Ferrer Lerín  y  debe decir: Pere Gimferrer.

Insensibilidad Social

Susana Cepeda Islas

La insensibilidad social es un tema de actualidad, que desafortunadamente padecen la mayoría de las personas que se concentran en las grandes urbes, provocada por el ritmo tan acelerado de vida que resulta bastante estresante, por las grandes distancias del hogar a los centros de trabajo, provocando un alto nivel de tráfico y de accidentes, además, del alto costo de las viviendas, lo que complica otorgar los servicios públicos necesarios a la población, no se posee el tiempo suficiente para la diversión, la contaminación aumenta provocando serios problemas de salud y se incrementa la inseguridad, por ende, altas tasas de criminalidad. Esta situación impide pensar en el prójimo, dejando a un lado la solidaridad.

La insensibilidad social es definida como la incapacidad perceptiva y emocional de saber identificar y evaluar los sentimientos que las situaciones o las personas producen en nosotros, es decir, es la imposibilidad de poder identificar, examinar, designar los sentimientos personales ante el sufrimiento de los otros. Esto provoca que las personas no tengan empatía, les es imposible ponerse en el lugar de los demás, están imposibilitados en comprender lo que están pasando las personas y reaccionan con indiferencia. Las personas con falta de sensibilidad por la situación que sufre el prójimo manifiestan conductas como la ira, estrés, baja autoestima, frustración, soledad, fracaso, irritación, lo que les impide ser solidarios con el prójimo. Los aprendizajes sociales, las situaciones de la naturaleza o el contexto que tienen que vivir las personas en el tiempo, indudablemente determinan la conducta, las personas manifestamos una forma distinta de concebir el dolor y el sufrimiento, propio o del prójimo.

Hace unas semanas en una reunión de café con las amigas, se comentó que una persona al salir del auto sufrió una dramática caída, desafortunadamente su situación le impedía ponerse de pie nuevamente, se golpeó el cuerpo y la cara, inmediatamente la sangre cubrió su rostro, en ese momento las personas que pasaban por el lugar demostraron su indiferencia, no la auxiliaron, sin embargo, después de poco tiempo, se aproximó a ella, un señor y dos mujeres, que con gran cuidado la levantaron auxiliándola. Quiero resaltar que los milagros existen, las personas que demostraron solidaridad eran dos enfermeras y un doctor, que la atendieron adecuadamente y manifestaron su asombro por las personas que no les importó ver a una persona lastimada que necesitaba ayuda inmediata.

Me pregunto: ¿Por qué perdemos la sensibilidad ante el sufrimiento de nuestros semejantes? Será porque pensamos que nunca vamos a pasar por una situación desagradable, debemos recordar que todos estamos expuestos a sufrir un percance, ojalá y nunca olvidemos que en situaciones difíciles estamos obligados a dar apoyo a nuestros semejantes. Es una satisfacción personal ayudar sin recibir nada a cambio. El hacerlo solo nos quita unos minutos u horas, puede ser que a lo mejor llegamos tarde al trabajo, a la cita, al ejercicio, o a cualquier actividad. Considero que vale la pena, porque no sabemos cuando podemos estar en una situación semejante. Acudamos a socorrer, ayudemos, apoyemos, si lo practicamos lo fomentaremos en nuestra familia, estaremos unidos, construiremos un lugar seguro, firme y estable para vivir en armonía en la sociedad, si lo pensamos más seriamente es lo que deseamos todos en esta sociedad en crisis, no provoquemos más caos en nuestro entorno, recordemos que en grupo es posible cambiar la realidad por una mucho mejor ¡Seamos solidarios!

Un incesante caer de estrellas en la nada

Susana Cepeda Islas

Considero que una de las más impactantes formas de expresión que tenemos los humanos es sin duda alguna: la poesía, porque pone al descubierto los sentimientos más profundos, que están en la obscuridad de nuestro ser queriendo salir y que algunos no nos atrevemos a sacarlos ¡callamos! Los poetas no callan, gritan, bailan, dan vida a la palabra expresando su manera de ver, sufrir, en fin, de vivir la realidad, poniendo al descubierto lo que los daña, o daña a la sociedad, despertando la imaginación, la memoria, además de todo tipo de sentimientos, emociones y sensaciones ya sean positivas o negativas en sus lectores. Por ello, admiro la poesía y a los poetas.

Hace unos días, recibí una llamada telefónica de mi querido amigo Valdemar Ayala, invitándome a la presentación de un libro de poemas, donde él, junto con Pedro Moreno serían los presentadores de un poeta llamado José Eugenio Sánchez, que cariñosamente lo llaman Chepe, cuyo título es Un incesante caer de estrellas en la nada, gustosa acepté. Valdemar me dio muy buenas referencias del poeta, a quién conoce de años atrás: “Estuvo hace como seis meses en una residencia en la India dando talleres y leyendo poemas por parte del gobierno de México. Ganó en España, el X Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe, a la joven creación en 1997, donde los jueces fueron los poetas Ferrer Lerín, Gonzalo Rojas y Octavio Paz quien presidia el jurado, y como dato interesante fue ese concurso el último en el que participó como jurado Octavio Paz en vida. Recibió el premio vestido con una camiseta de futbolista y unos jeans rotos”. Lo que causó admiración entre los presentes.

Llegué temprano el día del evento, para tener un buen lugar y apreciar con gran atención la exposición. Chepe entró al lugar con gran ligereza, saludando con afecto a los amigos de antaño. De tez blanca, delgado, con el cabello largo, cubría la cabeza con un sombrero, donde resaltaban sus ojos con una mirada pizpireta, vestía de jeans y camiseta negra. Durante el evento, lo escuché con atención y encontré que su objetivo es despojarse de la elocuencia de la solemnidad. Utiliza con gran habilidad el humor, la sombra, la obscuridad, la burla, la belleza, la violencia y el desconcierto que converge en una producción de poemas provocadores, escabrosos, sarcásticos, arrebatados, críticos, ácidos, pero con un reflejo de la realidad, sus versos nos llevan directo a la sonrisa, a la reflexión, al cuestionamiento, me sorprendió de una forma encantadora. Esto despertó más mi curiosidad, me enteré de que, a través de su trayectoria como poeta ha publicado varios libros y artículos en muy diversos medios de comunicación. Algunos de ellos son: Galaxy limited café (Almadía, 2011), Escenas sagradas del oriente (Almadía, 2009), La felicidad es una pistola caliente (Visor, 2004), entre otras.  

Durante la presentación Pedro Moreno señaló acertadamente que: “Finalmente, creo que un incesante caer de estrellas en la nada es un libro de poesía pop. Ahí están los temas, está la música, está un homenaje a Neal Cassady, personaje emblemático del movimiento beat, y los beats son los creadores quizá de la poesía pop o su antecedente más cercano. Está el humor, los guiños a los mass media, ahora redes sociales, los cómics, las series de tv, el cine, etc.”, por su parte, Valdemar Ayala nos ilustró mencionando: “La salvación como supuesto derecho humano es uno de los fetiches contra los que va Chepe en su libro. Una de las posturas más saludables y entrañables frente al desencanto que ironiza como ruta personal, y ese es el caso de Chepe desde que tengo el gusto de conocerlo … me encanta el desencanto de un artista como José Eugenio Sánchez”, Por todo lo antes expuesto lo invito a que disfrute plácidamente de la lectura del libro Un incesante caer de estrellas en la nada disfrutando de un buen vino o la bebida de su preferencia.

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