Susana Cepeda Islas
Hace unos días acudí a un sepelio, la viuda estaba tranquila, serena, despidiendo al que fue su compañero por varias décadas, durante el velorio escuché comentarios de admiración de lo serena que se encontraba la viuda. Ella cuidó al marido con devoción, se despidieron con amor, ese hecho lo ignoraban los asistentes. En ese momento recordé que años atrás fui a otro funeral, donde la señora se encontraba realmente destrozada por la pérdida de su marido, su llanto era de dolor, en el momento que se llevaban al difunto a enterrar, ella se agarró con fuerza al féretro para no dejarlo ir. En vida lo maltrató, nunca se preocupó por él. Me pregunto ¿Es la culpa o es estar exenta de ella lo que causa esos comportamientos?
Todos, sin excepción hemos sentido en algún momento culpa, ya sea por acusar injustamente a alguien, por no cumplir nuestras promesas, dejar de lado a personas significativas, por conductas agresivas, por infidelidades emocionales o físicas, por acciones que afectan los intereses de personas cercanas, realizar un acto negativo intencionalmente, acciones efectuadas con descuido o falta de cuidado que dañan a una persona. La culpa es un sentimiento poderoso, donde intervienen una gran cantidad de factores que la hace compleja, donde somos nosotros los jueces.
¿Qué papel desempeña la culpa en las personas que la sufren? Ciertamente la culpa es una emoción que causa malestar en las personas, porque nace de la creencia de haber violado una regla ética, ya sea personal o social. La Real Academia Española define la culpa como imputación de una determinada acción como consecuencia de su conducta. En la biblia el Salmo 51 dice que es una oración de arrepentimiento en la que se pide a Dios misericordia y perdón por los pecados, por lo que, la culpa es una emoción, producto de violar una norma o ley, y que se puede perdonar confesando los pecados a Dios, la falta se quita, con tan sólo arrepentirse de cometer malas acciones.
En latín se expresaban las siguientes frases para designar en Derecho una conducta reprobable como: Culpam admittere o in culpam ese, hace referencia a la violación de una norma que pudo ser evitada, se relaciona con imprudencia, negligencia o impericia. Desde el campo psicológico se considera que la culpa es consecuencia de ser responsable de algo negativo, como un perjuicio. El padre del psicoanálisis Sigmund Freud explica la culpa como “dolor psíquico” que se impone el propio individuo por haber traicionado al otro y por poner en riesgo su amor. Las consecuencias de sentir culpa son desagradables para la persona que la sufre, se siente mal consigo misma, poco valiosa, miserable, provoca sufrimiento, brota la vergüenza, todo esto es porque se está convencido de que se realizó un hecho maléfico que le provocó daño a una o más personas, se siente responsable de las acciones mal intencionadas ya sea realizadas con conocimiento de causa o no.
También afecta físicamente a la persona que se siente culpable, se manifiesta sintomáticamente como: tensión, sensaciones desagradables en el estómago, insomnio o depresión, ira, ansiedad, irritabilidad, nerviosismo, entre otras. Pero si estamos conscientes de lo que genera un comportamiento nocivo para los demás, nos dará una gran lección: no repetir esa acción negativa, nos da un aviso interno para evitarlo. Es recomendable por los especialistas que, al sentir culpa, es saludable entender que es una emoción, que nos permite reparar y evitar daños futuros, es correcto identificar la acción negativa y sobre todo expresarla de forma verbal y asumir las consecuencias. Me viene a la mente el momento de la crucifixión de Jesús, (a propósito de estas fechas) cuando Poncio Pilatos le preguntó al pueblo ¿Qué mal ha hecho este hombre? Ellos respondían con furia ¡crucificarlo! La respuesta de Pilatos fue lavarse las manos delante de todos y expresar: “Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros”, Pilatos no admite ser cómplice de ese asesinato, librándose de la culpa.
Lo importante ante esta conducta es identificar y reconocer que se cometió un error, que se violaron las reglas: personales, familiares, culturales, religiosas o políticas, esto nos permite tener conciencia de la culpa, mostrar arrepentimiento genuino, reparar si es posible la conducta negativa y lo más valioso reconocer si la afectación fue voluntaria o involuntaria y solicitar al afectado perdón, y así impedir que persista la culpa que es invadida de reproches y castigo, complicando de manera permanente nuestra existencia, William Shakespeare dijo: “La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos”.
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