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Nuestra elección no es la primera

Héctor A. Gil Müller

Estamos a escasos días de realizar la elección más grande de este país, por la cantidad de encargos públicos, pero también por las dimensiones del padrón electoral, más de 90 millones de mexicanos podrán ir a las urnas, y aunque no todos acudan, la logística que demanda el potencial de asistencia es gigantesca y de compleja construcción. Son elecciones importantísimas para la salud democrática del país, aunque no tengo muy claro cuál tiene que ser el resultado para suponer que AMLO no es un tirano, entendemos que la constitución de una oposición, en cualquier sentido, resultaría provechoso para el país. Hasta ahora la tregua pandémica ha sido lo suficientemente alargada como para impulsar a muchos para votar. 

Esta importante elección, ¿cuál no lo es?, sin embargo, transcurre demostrándonos que no es la primera elección en el proceso de decisión para cada cargo. 

Más de 90 candidatos a alguna posición de elección popular han sido asesinados durante esta campaña, alguien eligió previamente y no solo en quienes seguramente por negarse a ciertas peticiones sufrieron el embate del crimen, sino otros que salvando su vida han pactado, siendo esa una primera elección. 

La madurez es participación, pero cada elección que fomenta es resultado de una anterior elección, cuando decidimos entender el civismo como una compilación histórica, cuando se obviaron los comportamientos y la transmisión cultural de los mismos que forman ciudadanos con virtudes, sabios los griegos encargaban la sabiduría, valentía, fortaleza, justicia y piedad como elementos formativos de lo que un ciudadano es. Las elecciones posteriores son consecuencia de lo que inicialmente decidimos, las razones discretas que nos forman.

En todo sistema político la elección formal es consecuencia de un ambiente cultural pero también de las propias condiciones sociales que establecen los límites en la conducción, el potencial de trabajo y también la cultura de la interacción. Podemos elegir, pero las opciones son reducidas a una pequeña boleta, que se ha formado en nuestro presente interpretado por nuestro pasado y con el potencial de inferir a nuestro futuro. Nuestra elección no es la primera, la primera estuvo con nuestro propio entendimiento de lo que política y desarrollo es.

Seguramente en Palacio Nacional ya hubo una elección, primero como escenario después como negociación. Nuestra elección no será la primera, es resultado de sus actores y detractores de quienes han alcanzado la meta de una carrera. 

Marx escribió: La historia se vive dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como una farsa. Nos toca a nosotros votar, que una elección si muestra la capacidad social de participar, de interesarse por los asuntos públicos. El abstencionismo confirma la apatía, pero no su ilegalidad, la participación confirma madurez y genera legitimidad. 

El curso de la historia parece dictar, con atinados enunciados, que pueden iniciar con tinta muy suave, pero al finar tan indeleble como un rayón, que la moneda ya fue lanzada, alea iacta est, en unas horas sabremos resultados y balances se harán, y en esos balances no solo se verá el resultado numérico de una elección sino sus más antiguos antecedentes, seguimiento fiel de varias elecciones. 

El juicio de esta generación

Héctor A. Gil Müller

En el año 2018 la Universidad de Ghana, en la región de Accra, fue testigo de una gran protesta que solicitaba la destrucción de la estatua de Mahatma Gandhi ubicada al interior del Campus. Así, el gran libertador de la India, cuyo modelo de protesta pacífica e inspirador de grandes movimientos en todo el mundo, no soportó el juicio derivado de la supuesta interpretación que hizo el indio sobre los aborígenes africanos y también por existir “mejores” figuras en la nación como para considerar lo realizado por un extranjero. La estatua fue removida, había sido instalada en 2016 y solo dos años inspiró a otros a preguntarse quién era. Hoy el espacio luce vacío, y no porque no existan méritos para quien ocupe ese pedestal, sino porque cualquiera al someterse al juicio actual sería condenado.

Hoy juzgamos con extrema facilidad el pasado y no podemos asegurar nada del futuro. En el tiempo de las libertades, con libertad para tantas cosas no podemos entrar a alguna tienda a razón de la edad o condición física. Y si bien es un acto de salud, ¿Cuándo no lo es? En España varios juicios fueron abiertos contra padres de familia que al prohibir el uso de celular restringían a los menores el acceso al internet, derecho considerado como superior hoy día. Entonces; ¿un niño tiene la libertad de ver cualquier sórdido tema, pero no de entrar en una tienda en tiempos de COVID?

Hoy nos engalana juzgar a los gobernantes pasados, pero no se busca construir un perfil para los gobernantes futuros.  Lamentarnos del pasado entrega el porqué de muchas cosas, pero nunca la respuesta de un porqué mejoró el futuro, traerán tranquilidad o incluso certeza, pero mientras no nos formulemos “y entonces que”, no sabremos a dónde dirigirnos. No me refiero a la impunidad ni a obviar el ilícito o dejarlo de sancionar, escribo sobre orientar la vista y no ver el pasado como un fin, sino solamente como una causa que nos dibuja el futuro. Podemos juzgar a todo el género humano, representamos muy poco de lo que llevamos en el planeta, pero ello no nos traerá el futuro deseado.

¿Cuál será el límite de lo políticamente correcto? Porque paradójicamente a mayor respeto mayor desprecio. Hoy juzgamos duramente las canciones del ayer, pero inundan canciones con letra denigrante y dolorosa en el presente. Nos parecemos mucho a la inquisición, estamos juzgando por actos aislados que condenamos rápidamente y parece que las ideas verdaderas e impopulares son las que hacen que el mundo avance

Nos falta por avanzar, definir la vocación por el pasado y que la finalidad de un juicio sea la de evitar y con ello construir una nueva realidad, en la que las acciones no generen debilidades sino fortalezas. Antes era nadie, pero ahora, con más edad y algunas canas soy todo un don, un don nadie, si yo pudiera decirle algo al Presidente, por lo pronto y en lo corto, le diría que no pierda el enfoque en el futuro por contemplar la exquisita comunión del pasado. Centrarnos en el futuro no es dejar la justicia, al contrario, es aplicarla, pero no solo para rememorar sino para evitar, para dejar memoriales que recuerden no lo que pasó solamente, sino lo que hemos declarado que no volverá a pasar.

Aporofobia

Héctor A. Gil Müller

Aporos, es una palabra griega que en algunos diccionarios se traduce como lo impracticable, contra lo que nada se puede hacer, lo inaccesible y dificultoso, incluso un callejón sin salida, de ahí proviene el término aporía. Muchas y muy famosas aporías se han creado e identificado, les hemos llamado paradojas, una opinión en contra. Una famosa aporía se atribuye a Epiménides que afirmó: Todos los cretenses son unos mentirosos, siendo el también cretense, ¿la premisa es mentira o verdad?

A muchos callejones sin salida nos enfrentamos durante la aventura de conocer, algunos con el potencial de nunca dejarnos salir a menos que reconozcamos el error, errar significa la salida de nuestros callejones. Poder echar la vista atrás y retroceder, el callejón es tan obstinado como nosotros mismos podemos ser. Aporos evolucionó para hoy día significar pobreza, y se ha constituido, entre todas las posibles fobias o miedos paralizantes, la aporofobia, El miedo a las personas pobres. 

¿Será la pobreza un imposible?, Teutonio deus Santos hablaba en su teoría de la dependencia que se necesita pobreza para la riqueza y no solo en el sentido dialéctico de su esencia, sino que la pobreza está asociada con el desarrollo también. 

Se trata de una postura muy pesimista la identificación de la pobreza como un imposible, no lo creo. Su combate, si es que ese es el término, nos expresa un enfrentamiento en el que seguramente habrá caídas en ambos bandos, ¿existen ambos bandos?. Estoy convencido que el abordaje al fenómeno es multivariado y las acciones encaminadas a mermar las complicadas dificultades asociadas al fenómeno no son solo responsabilidad gubernamental, ¿por qué si el liberalismo afirmó que el estado debe dejar en libertad al mercado si tiene que involucrarse en la pobreza?, muchas preguntas quedan en silencio mientras se aprende que el discurso que se fabricó no es suficiente para entender la actual situación. El desarrollo como se ha entendido no tiene cabida para todos. 

La pobreza se ha asociado con delincuencia, con maldad, nada más alejado de la realidad, maldita realidad que no queremos ver.  La situación la hacemos condición y la consecuencia la sentimos causa, el olvido acumulado cala, tanto que lo ignoramos a tal grado que el desarrollo se ha sorprendido ante la razón de la pobreza. Queda sin explicar cómo no se han insertado en el desarrollo millones de personas. El miedo se vuelve causa de lo causado y consecuencia de lo alcanzado. Ya no le tememos al migrante, la nueva xenofobia ahora es la aporofobia. 

La solución parece no estar en lo construido, así como en su momento se necesitó un neoliberalismo parece hoy urgirnos una neopolítica que nos encamine a un nuevo ideal de bienestar, no porque se haya alcanzado el pasado, sino porque descubrimos que en el trayecto se dejaba a la mayoría. Quizá no sea necesario un proyecto de Nación, sino ahora un proceso de Nación, que perpetuamente crezca y avance. Mientras tanto debemos definir qué es el desarrollo, qué se necesita para sabernos en él, quizá estuvimos, estamos o estaremos y no lo sabemos aún. Porque el mérito tampoco es condición sino situación, tampoco es causa sino consecuencia, ¿Cuántas fobias más hemos de nombrar?

Pothos

Héctor A. Gil Müller

Pirro fue un gran general, reinó sobre Epiro trescientos años antes del nacimiento de Cristo, fue apodado el águila y destacó por sus estrategias de batalla, conquistó Macedonia y fue un acérrimo rival al imperio romano. Se obsesionó con triunfar sobre Roma armando un potente ejército para invadirla. Desembarcó en Taranto con sus elefantes y hombres de batalla. El cónsul Valerio Levinio se le enfrentó dando lugar a la batalla en Heraclea, la batalla se prolongó y fue cruenta. El invasor acabó doblegando al ejército más poderoso del mundo, en aquel entonces el mundo era más pequeño obviamente. Los elefantes habían arrasado con los caballos, pero Pirro perdió miles de hombres y a sus mejores generales. Cuenta la historia que tras ese triunfo Pirro exclamó; “Otra victoria así y estoy perdido”. Desde entonces se usa el adjetivo pírrico, para referirnos a un triunfo o una victoria obtenidos con más daño del vencedor que del vencido.

La obsesión por la victoria se expresó por los griegos como “Pothos” un deseo cuyo mismo anhelo conduce al sufrimiento y a la muerte. ¿Cuántas aspiraciones nos pueden llevar a un dolor inacabable? La soberbia y ambición no tiene límite, nos llevan a desear más allá que lo que buscamos. ¿Hasta qué punto lucharemos y qué sacrificaremos por nuestro deseo de triunfo?

El Instituto Nacional Electoral ha emprendido una batalla por asegurar la legalidad de las elecciones, pero en su camino ha tomado decisiones políticas soportadas en elementos legales, esas batallas resultan peligrosas, En Guerrero, un estado dolido por la crisis y lacerado por una fuerte inseguridad, la campaña para ser Gobernador del Senador con licencia Félix Salgado Macedonio concluyó en una cuestión de límites financieros, sobre él pesaron acusaciones de abuso y nepotismo, protestas y filtraciones, pero se vino abajo por no presentar información sobre sus gastos de campaña. Sin embargo, el retiro de su campaña no impide que intente hacerse del poder, la decisión del partido y de él mismo sin duda, es postular a su hija al mismo encargo. Este episodio muy similar al de “Juanito” puesto de moda por el mismo AMLO representa una lucha que va más allá de las instituciones, ¿no será eso algo digno de Pirro? Los partidos políticos que enlistaron en sus filas de candidatos a gente ajena al servicio público pero seductores profesionales de masas que puedan aumentar el porcentaje de votación independientemente de los resultados de una gestión. ¿no es pírrico? Una victoria que debilitaría sería el triunfo absoluto de mayorías por cualquier fuerza política, ¿no le parece?, la gran oportunidad del régimen obradorista estriba también en la oposición que pueda integrar, no solo mediática, sino política, ahí es donde reside la madurez de un sistema. No tener oposición no implica su fortaleza, sino su decadencia.

El gobierno debe construir un futuro de participación y no solo de separación. La concentración de poder, sin oposición constituida no dejó desarrollo, si dejó disciplina (la austeridad como acción es una consecuencia de la disciplina) pero llevó a revoluciones y crisis sociales. Todos los absolutos lesionan la libertad y ocasionan que las emociones que acumulen se proyecten más allá de las razones. Y mal sino tiene cualquier país que abandonándose a la decisión no participa, que no construye un futuro, sino sacia el propio deseo, un deseo capaz de llevar a la derrota.

La culpa es de la equis

Héctor A. Gil Müller

La sociedad actual no puede entenderse a partir de nuestro instinto, se ha complicado a tal grado que es difícil su descripción, aunque podemos aproximarnos al conocimiento gracias a la historia, es fácil constatar que muchas cosas no se han aprendido a pesar de haberlas sufrido. Estamos más seguros en no ver y creer en lo que fue, que en ver y no creer en lo que será. 

En el imaginario social, sobre todo el latinoamericano, los problemas tienen siempre responsable que es uno y otro, es decir, identificable y lejano, los problemas se conciben como el triunfo de unos sobre otros. Y si el problema es por otro, la solución y salvación vendrá por alguien más. Este pensamiento parece muy apropiado por una generación muy interesante y sumamente estudiada a partir de la “moda” sociológica. 

La generación equis se caracteriza por una predisposición al individualismo, su relación con la sociedad es posterior al yo, mientras los baby boomer (BB) hablaban de nosotros y los millennials (M) de “los otros”. La generación equis se interesa sobre el hoy, los (BB) por el mañana y los (M) por siempre. La generación equis cuenta con varios records, como el mayor consumo de bebidas azucaradas y energéticas, al ser una generación dormida que buscaba despertar, cuan diferente se ven los hábitos de consumo actual, en que se compra una mayor cantidad de bebidas relajantes y naturales como una generación despierta que busca adormilarse. La generación equis, cuyo movimiento político se da en la década de los ochentas y noventas no realizó grandes modificaciones, como sus antecesores lo hicieron o sus sucesores implantaron las nuevas primaveras. 

Las anteriores descripciones no son más que permisiones que se otorgan algunos observadores pero que algo muestran, en una generación cuyas características no son genéticas, aquí se cae mucho en la confusión, sino sociales, es decir resultado de un entorno cultural similar. Equis no proviene de la literal X originada en el antiguo proto-sinaítico y que los griegos habrían de perfeccionar, viene de la palabra griega aequus que forma palabras tales como equilátero o equidad, significa igual. En nuestro discurso está presente la equis, cuando nos referimos a que tal o cual acción o decisión está equis, igual al resto, no me importa. 

También la equis, pero no solo la generación o el discurso, sino el ícono nos ha determinado en la cultura. En cualquier ventana, en nuestra pantalla en la que hemos, apretadamente y apuradamente encerrado al mundo, en los dispositivos que cargamos y que cargan con nosotros, la equis representa el fin, tan fácil como clicar en una equis para terminar con tal o cual conexión. El molesto anuncio nos hace buscar la equis, que tarda en llegar, pero lo hará, la pantalla se apaga tan solo con la equis. 

Qué difícil es identificar el responsable antes que la solución, quizá eso me vuelve más equis, pero lo cierto es que las acciones tienen consecuencias y sobre ellas pesa el tiránico destino. No podemos simplemente cambiar la página ante el mal trazo, cada página es valiosa, como país, como individuo, la vida no son solo consecuencias en el hoy, los errores no se gastan con la equis, estamos sembrando y decidiendo el mañana y seguramente el siempre. Quizá no existan culpas y solo sea un momento equis.

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