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Feliz Navidad

Héctor A. Gil Müller

El mundo se dispone a festejar en medio de ciertas medidas de contingencia sanitaria, y aunque se ha aplaudido cierto control en la pandemia, sus efectos y variantes aún amenaza con un aumento masivo en contagios. Aún falta tiempo para vencer al virus, un agente diminuto que paralizó el mundo como hace siglos no ocurría. Bastaron minúsculas gotitas de saliva para penetrar la seguridad fronteriza, símbolo de la soberanía, y atacar a ricos y pobres, buenos y malos, justos e injustos por igual, dañando el cuerpo y recordándonos el plácido y suficiente regalo de un suspiro. Pero las fiestas, como la furia, las ferias, la felicidad y la fuga son así, como el viento cuando corre, por ello se asemeja el sonido de la “F” a la realidad que encierran muchas de sus palabras, tan rápidas y pasajeras como el correr del viento.

La Navidad primera se celebró en un pesebre, con regalos de sabios que viajaron de oriente y la adoración de pastores que avisados por ángeles habían llegado a la pequeña ciudad de Belén. Un nacimiento que dividió la historia pero que también divide nuestra historia cultivada en cada vida cuando comprendemos del amor, la entrega y la fe. Ese nacimiento solitario, sin reyes, ni discípulos, solo una familia que en su momento se hizo mundial. Como si la más cierta reflexión del hombre se vive no en momentos de algarabía, sino en la quietud de una noche bajo una sola estrella. Quienes enfrentan el dolor de ver sillas vacías recordarán esas noches que solo se aluzan por una estrella, del recuerdo y de amor.

La Navidad siempre nos ha enfrentado a lo mejor del ser humano, al amor, la entrega y la fe, virtudes que han sido torales en este año. El amor que expresamos cuando sacrificamos el egoísmo por cuidar a otros, la entrega del personal valiente de salud que se han convertido en la última y única mano en ser tomada por muchas personas, la fe del mundo en saber que esto también pasará. Estoy seguro que, en el mundo, esta navidad será más real que cualquier otra. Porque sabremos el valor del abrazo en un mundo que fácil se desacostumbró a ellos, sabremos el valor de la presencia, en un mundo que rápido olvidó. El mundo acelerado seguirá ahí, cruzando límites y llevando espacios, pero los recuerdos y desafíos que se han vivido se sembraron en cada alma que hoy, en Navidad, brilla como estrella en la noche. El mundo, nuestro mundo, tendrá una navidad diferente. Ojalá sigamos siendo diferentes.

Si tu mesa está bendecida esta navidad con los tuyos sentados en ella e incluso algunos a la distancia de un teléfono, agradece, porque en el año difícil te ha sido fácil. De alguna manera hemos errado pensando que la navidad es una época para dar. Estoy convencido que la navidad es una época para recibir y la vida misma es un momento para dar. En Navidad recargamos para sembrar. Entre la cuna y la tumba hay crisis, algunas mayores, otras menores, pero la vida es eso, una escala infinita de grises, entre el blanco y el negro. Palidecen esos grises ante los rojos adornos de una Feliz Navidad.  

La ce

Héctor A. Gil Müller

La letra ce incorporada como la conocemos en nuestro abecedario proviene de los etruscos, con el mismo origen que la kappa griega que poco a poco fue debilitando el símbolo hasta tener la curva que hoy usamos. Evolucionó la ce hasta su fonema gutural y se construyó la G. La ce también se relaciona con la palabra hebrea gimmel que significa camello y cuyo ángulo parece la joroba del dromedario.

La letra ce es particularmente importante, aunque no es la primera ni la última, que son siempre las más citadas, tampoco es la segunda letra, que parece competir siempre con la primera, es la tercera de las letras, pero ubicada con tal estrategia que se cuela en las formas de hacer las cosas. Cuando queremos hablar de los pasos a seguir o del método que nos servirá, le llamamos el “abc”. Imagínese lo que pasaría si solo tuviésemos el “ab” de las cosas, si no existiera el tercer sitial sería muy parcial el mundo. Sin la ce no preguntaríamos ni cómo ni cuándo, elementos que nos hacen saber lo que nos corresponde hacer.

La ce nos regala algunos términos que nos son útiles para entender pero sobre todo para desear, funcionarios públicos con tales atributos.

Claridad. Que importante es ganar claridad. Grandes fracasos han ocurrido por falta de claridad, en las metas, los procesos o en la ejecución. Sin entender lo que hacemos el esfuerzo no cobra importancia. Podemos ganar claridad aun en las crisis, de hecho, las crisis son momentos desafiantes que nos obligan a decidir. Claridad no significa un conocimiento total de las circunstancias, sino la vocación por saber qué es lo que haremos. ¿qué queremos de país?, ¿tenemos claridad en la imagen de México en el futuro? Claridad en el diagnóstico para construir el pronóstico.

Confianza. La confianza no es una acción, es un ambiente que se construye o destruye con acciones. Somos desconfiados, seguramente por los motivos más ciertos que cada uno tendrá. Pero esa desconfianza por los otros, nos hace desconfiar por todo. No podemos andar sin confiar, un paso es un acto esperanzador motivado, confiado en que avanzamos, la imagen del futuro, ¿confiamos en ella?

Compromiso. Nos convence lo que nos conviene dijo Aristóteles, y el compromiso es la virtud de cumplir lo prometido. No podemos andar prometiendo sin la claridad de saber el desenlace, el precio es la confianza. Hacer un compromiso es la esencia política, cumplirlo su mayor mérito. Decimos que prometer no empobrece, pero si lo hace y de la más duradera forma. Priva del mérito y destruye.

Lo interesante es aplicar claridad en las promesas para generar ambientes de confianza. Construyamos el discurso ideal, aquel que describe que es lo que queremos contra la corrupción, sin claridad no puede haber confianza y el compromiso será entonces parcial. Afrontar el desafío de tener un mejor país exige cumplir, que la palabra retome su usual sentido, es vivir con promesas, pero con promesas cumplidas. Cuando ocurre a la inversa y se incumple el compromiso, se daña la confianza y el desinterés impide exigirnos claridad. Vivir con la claridad para confiar es vivir comprometido.

Redarquía

Héctor A. Gil Müller

La redarquía es un fenómeno organizacional que está presentándose en diversos niveles como consecuencia de la profunda necesidad de autonomía, flexibilidad y agilidad en el trabajo. Diversas organizaciones comienzan su reingeniería fragmentando la operación en cada vez más pequeños equipos efectivos que se ligan como una red para alcanzar los objetivos propuestos. Se debilitan las estructuras jerárquicas y se implantan modelos redárquicos para tomar decisiones, para ejecutar operaciones e incluso para fragmentar soluciones. Estos cambios operativos significan movimientos culturales, llenan los vacíos, por ejemplo; el principal atributo de una jerarquía está en la clara atribución de decisiones que conlleva una delegación de responsabilidad. Si la decisión la toma otro, el será responsable de sus consecuencias. En las redes la responsabilidad se asume desde lo individual.

Nuestro estilo de vida está migrando a un modelo redárquico, ya no se tiene un solo concepto de trabajo, las relaciones están aumentando significativamente en cantidad, aunque con un menor nivel de profundidad, incluso la manera de ver televisión responde a esas necesidades de autonomía y flexibilidad, la parrilla de contenidos se teje en redes de gustos que nos van llevando de recomendación en recomendación, antes la decisión correspondía a los horarios, hoy es autónoma y sumamente flexible.

Si el mundo tiende redes y construye el presente mediante esas redes, para el sector gubernamental es una exigencia. Los diversos gobiernos a través de sus poderes ejecutivos han presentado sus informes gubernamentales, el presidente López Obrador entregó el 3er informe de su gobierno y en un tiempo extraordinario y de gran exigencia cualquier mérito parece palidecer. El balance y la aceptación del informe parece positivo, los principales indicadores de aprobación presidencial continúan con una estabilidad positiva. Aunque las crisis continúan escalando en sus indicadores y mostrando que el futuro no tiende a ser tan positivo como nos gusta esperar.

Los tiempos en que se soluciona cualquier dificultad desde la voluntad jerárquica están pasando y así como el paradigma de los partidos políticos está migrando a un nuevo paradigma de colectivos, las estructuras jerárquicas están atenuándose ante las nuevas estructuras redárquicas. Ningún gobierno puede solo con la encomienda y más que prudente exigida la participación social.  

Lamentablemente seguimos reduciendo la participación ciudadana a la comunicación ciudadana, mediante preguntas y consultas, votaciones o foros, pero la participación debe ir más allá que su sola enunciación, implica responsabilidad. Participar no solo es escuchar, es actuar sabiendo que la respuesta a la responsabilidad es “yo”. ¿Quién es responsable del avance de un país?, no debemos responder que todos, ni tampoco queremos responder un “tu” necesitamos actuar y afirmar “yo”.

Bien debemos construir modelos de colaboración que incidan en políticas públicas y fomenten la participación, el involucramiento del ciudadano que, a la par del mundo y su vida, busca autonomía, flexibilidad y agilidad. Una autonomía que signifique transparencia y claridad, una flexibilidad que involucre el contexto y no solo el control y la agilidad acorde al mundo real. A un mundo en el que cada momento significa y aunque se pierda en la hipercomunicación se acelera en significación.

Quetzalcoatl en Navidad

Héctor A. Gil Müller

El edificio del Senado de la República Mexicana dio paso a la navidad con la instalación de un peculiar árbol navideño. Una pieza construida exprofeso para el patio que lo alberga y que muestra una serpiente emplumada bajando en un árbol de navidad rodeado de nochebuenas y otros símbolos, la serpiente es representación dada a Quetzalcoatl, el mítico dios mesoamericano de gran poder y cuyo nombre mezcla el quetzal y coatl la serpiente.

Quetzalcoatl representa la dualidad entregada a la humanidad, siendo al mismo tiempo lo físico de una serpiente y lo espiritual de un plumaje. Los Toltecas creían que esta deidad tanto construía el universo como lo destruía. Moyocoyani lo llamaban otras culturas representando al que todo sabe y está en todo lugar. Según la cosmogonía Náhuatl se trata de uno de los hijos de los dioses primordiales de quien surge la vida y la luz. Los Mayas retomaron a la serpiente emplumada como Kukulkán.

Entonces, siendo tan poderoso, ¿Qué nos importa que haya querido posarse en un arbolito navideño rodeado de símbolos celtas, figuras egipcias y adornos germanos?, ¿no llenamos con las dudas existenciales de cuando el ponche deja de ser ponche y se vuelve coctel? y aun así ¿nos sorprende que se nos aparezca la serpiente emplumada en un árbol cuyo valor no excede los 25 mil pesos?

Ante la viralidad de la imagen del pino del senado en redes, los funcionarios de la cámara preocupados y asustados, porque quien se quema con leche hasta al jocoque le sopla, de inmediato mostraron el precio de la obra y alegaban que no se trataba de un gasto excesiva, guardaron en secrecía la autora de tal obra y hablaron de una obra austera, ¿según quién? Porque traer a la principal deidad azteca quizá costó pocos pesos, pero en algún plano representó una movilización divina exagerada.

La política es mixtura también, nos gusta mezclar, estoy convencido que el futuro será una mezcla de los elementos que hoy tenemos, como hoy somos de los elementos que antes hubo. Nos encanta tomar modelos extranjeros y tropicalizarlos, hemos incorporado estrategias fiscales chilenas en nuestro sistema nacional, modelos colombianos, leyes americanas, códigos alemanes e instituciones chinas según nuestra propia cosmovisión. Fusionamos y adoptamos, como un grupo, las formas culturales de otro pueblo que sustituye completa o parcialmente las formas propias, lo llamamos transculturación.

Ya en 1970 José Feliciano compuso una canción titulada Feliz Navidad. Con tan solo 6 palabras en español y 13 en inglés ha sido reproducida millones de veces, una mezcla de inglés y español que nos enseña que el futuro es mezcla. A los mexicanos nos gusta mucho mexicanizar los símbolos, el pesebre franciscano que inspiró en el siglo 15 la primera fábrica de pesebres desde Francia ha sido testigo de la incorporación mexicana a la navidad con las nochebuenas y las piñatas. Si ya colgamos esferas a los pinos, ahora una serpiente engalana el símbolo.

Pero nosotros seguimos firmes en nuestra identidad, inamovible y selecta, que hemos enclaustrado para no mezclarla. La mexicanidad está a salvo de fusiones extranjeras, nada moverá el sentir patrio de lo que es nuestro, ¿ok?.

Se acerca el invierno

 Héctor A. Gil Müller

La vida misma es desafío, es reto. En cada crisis, como tormenta que se atraviesa, se quedan huellas en el alma o en el cuerpo, pero huellas al fin. Bien dicen algunos, quien heridas no tiene es porque nunca ha luchado. Lo mismo pasa en las sociedades. La vida social expresa retos y desafíos que según el talante de los mismos se vuelven críticos y dejan marcas.

La crisis sanitaria apurada por COVID19 ha aparejado otros elementos complicados, que sumados a desabastos en materias primas y a problemas propios de los países exportadores están causando un revuelo económico que ya empieza a calificarse como crítico. La reciente subida en la inflación, no solo en nuestro país sino en el mundo entero preludia lo que al menos para nuestro hemisferio se convertirá en un frio invierno.

Las sociedades siempre han temido al invierno, expresa un momento de pérdida, pero también en el invierno hay posibilidades, en lo blanco del lienzo también se pinta, y si bien cala el trazo y se piensa pasajero, el esfuerzo enseña. Pero el invierno como las crisis se anticipan, de ahí el valor de ser cauto en la bonanza y sensible en los veranos. Un verano eterno perdería sentido, porque el valor del inicio siempre proviene del dolor de los finales. Sin crisis no creces afirman los motivadores.

Las crisis nos ayudan a poner las cosas en perspectiva. Siempre se limpian los ojos con algo de lágrimas, se valora lo importante, una crisis permite jerarquizar e identificar lo valioso ante un panorama desafiante, es oportunidad para identificar el correcto orden de los elementos de cada discurso. El valor de las acciones y la utilidad de lo implementado. Si durante la bonanza no construimos el refugio seguramente el látigo en la escasez calará.   

Varias preguntas surgen ante los albores de una crisis que esperemos sea ligera, ¿a qué responde el cambio en la propuesta para gobernar el Banco de México?, allá en junio se propuso a Arturo Herrera, pero no se ratificó, hoy se ha cambiado la propuesta y se presentó a Victoria Rodríguez Ceja, y como distintivo se afirma que es la primera mujer propuesta para ocupar ese encargo. Los mercados recibieron con debilidad la propuesta y la Bolsa Mexicana de Valores cerró en terreno negativo. La caída de la propuesta de Herrera aún no tiene explicación, un fuerte rumor señala problemas en la repartición de recursos a los Estados y negarse a poner lo político sobre lo económico.

La confianza es un ambiente y no una acción, y pesa sobre muchas decisiones federales, incluso sobre la buenas y tomadas correctamente un sentir de autoritarismo y peligro, evaluemos si el presidente es sensible al mercado y expresa un cambio de rumbo o muestra firmeza aun ante el disenso. Sigue brillando la descripción del perfil que desde junio ha impulsado el presidente: “Va a ser un economista con dimensión social, muy partidario de la economía moral”. Pero sobre el baile político, la ratificación normativa, la solvencia moral, aspiraciones, pleitos y alianzas se escucha a los lejos gritos que advierten: “se acerca el invierno”.

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