En el marco de la cumbre del G20 en Río de Janeiro, la Presidenta de México emitió un poderoso mensaje:
“¿Qué está pasando en nuestro mundo que en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de más de 2.4 billones de dólares? ¿Cómo es que 700 millones de personas en el mundo aún viven por debajo de la línea de pobreza? Resulta absurdo, sin sentido, que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático” (gob.mx).
Con estas palabras, la Presidenta mexicana propuso un cambio radical: destinar el 1% del gasto militar mundial al programa de reforestación más ambicioso de la historia, tomando como emblema el exitoso Sembrando Vida.
El programa Sembrando Vida ha transformado las vidas de miles de mexicanos y es un ejemplo tangible de políticas públicas efectivas. Según el CONEVAL, ha mejorado el acceso y la disponibilidad de alimentos, impulsado pequeños emprendimientos y fomentado el ahorro. Además, ha fortalecido las redes comunitarias a través de las Comunidades de Aprendizaje Campesino, rescatando métodos de trabajo colectivo. En el ámbito ambiental, el programa ha introducido prácticas agroforestales sostenibles que han convertido las parcelas en activos productivos a largo plazo.
Estos logros son la base de una propuesta internacional: demostrar que es posible combatir la pobreza y regenerar el medio ambiente mediante políticas inclusivas y efectivas. Es con estos logros que la Presidenta busca convencer al G20 de que nuestros países “tienen la capacidad de contribuir para avanzar hacia una reforma de la gobernanza global más representativa, inclusiva y transparente, eficiente, democrática, eficaz y responsable”.
Y lo más poderoso de este anhelo es que en el caso de México está basado en logros tangibles. El éxito de Sembrando Vida es uno más de la enorme cantidad de logros conseguidos en el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador y que hoy nos sirven para llevar al concierto de las naciones un mensaje que no sean solo palabras que convenzan sino ejemplos que arrastren.
Si podemos hablar de paz en el mundo es porque hemos demostrado que en nuestro país se han promovido los abrazos sobre los balazos. Si hoy podemos hablar de sembrar vida, es porque hemos demostrado los efectos positivos que han tenido los apoyos directos tanto en la población como en el medio ambiente.
Si hoy podemos hablar de una verdadera libertad es porque en nuestro país hemos demostrado que la libertad real no es la libertad del mercado, esa es la libertad del zorro en el gallinero. Nuestro concepto de libertad tiene que ver con el anhelo milenario de lograr una verdadera independencia. Una libertad que, al mismo tiempo que sostiene prohibido prohibir, promueve que cada pueblo sea capaz de decidir su propio destino.
Si tenemos la legitimidad de hablar de democracia real, es porque en nuestro país demostramos un compromiso genuino con el mandato del pueblo. Solo en los últimos años hemos visto cristalizados mecanismos democráticos como la consulta popular, la revocación de mandato y pronto veremos uno de los ejercicios democráticos más ambiciosos que haya llevado a cabo ningún país del mundo: la elección de personas juzgadoras de todos los niveles.
Si hoy podemos exportar el mensaje en contra de la avaricia es porque demostramos con la austeridad republicana que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre. Si hoy podemos hablar de un modelo de economía moral es porque logramos reducir la pobreza en 9 millones, alcanzar una inversión extranjera récord, una estabilidad económica envidiable a nivel mundial y la elevación del salario mínimo al doble.
Si hoy podemos hablar de una igualdad sustantiva entre hombres y mujeres es porque hemos llevado a cabo prácticas dentro de nuestro país que nos convierten en uno de los que tienen mayor paridad a nivel mundial.
No es casualidad que hoy nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo sea la única mujer liderando un país de los más potentes del G20. Es el resultado de un movimiento humanista y feminista que hoy está a la vanguardia en el continente y en el mundo. Por primera vez una mujer preside México, y es importante que el mundo sepa no solo que se rompió ese techo de cristal, sino que además es una mujer progresista, humanista, cercana al pueblo, científica y radicalmente pacifista.
Frente a un norte global que parece cada vez más empecinado en abrazar ideologías conservadoras, antidemocráticas, racistas y reaccionarias, México se erige como ejemplo mundial de una visión distinta. Una visión humanista que pone como centro de la política el humanismo y la paz. No es un mensaje nuevo, nos ha acompañado durante milenios, pero hoy más que nunca es importante mostrarle a Occidente que otro mundo es posible. Que la búsqueda del bienestar común sigue siendo el motor fundamental de cualquier organización política, sea organismo, partido o nación.
El autor estudió Relaciones Internacionales en el Tec de Monterrey y Política en la Universidad de Essex.