Susana Cepeda Islas
Cuando en una reunión mencionas que meditar es excelente y lo recomiendas, inevitablemente algunas personas te dicen que les da flojera, que es inútil, se aburren, desesperan, prefieren hacer otras cosas, sienten que pierden el tiempo. Creo que, en el fondo, se asustan cuando enfrentan a lo desconocido. Además, se tiene la creencia que es una costumbre de oriental, lo relacionan con una teología o iglesia, contraria a la que ellos practican. Es comprensible, ya que no estamos acostumbrados a estar en calma, en silencio, a viajar plácidamente hacia nuestro interior.
Se dice que la práctica de la meditación es una de las más antiguas; se originó en la India hace miles de años, evolucionó y se propagó a otras tradiciones orientales como el taoísmo y el budismo. La palabra meditación viene del latín meditatum que significa reflexionar. También la biblia menciona la meditación en Josué 1:8, donde se recomienda meditar para comprender la voluntad de Dios. Deepak Chopra escritor y conferencista indio nos enseña que “La meditación no es una forma de aquietar la mente. Es una forma de entrar en la quietud que ya existe”. Por ello, hay que reencontrarnos con ella.
Una experiencia sobre este tema sucedió en junio de 1993, en Washington, cuando aproximadamente 4000 personas comenzaron a practicar meditación trascendental se sentaban diariamente de dos a cuatro horas. Los practicantes meditaban en centros comerciales, oficinas y salas de recreo de condominios. Después de un tiempo, se recopilaron datos semanales sobre delincuencia del Departamento de Policía Metropolitana del Distrito de Columbia. La tasa de homicidios, violaciones y agresiones se redujo en un 23.03 %. Además del control de la delincuencia, la calidad de vida de la ciudad mejoró.
También se han realizado estudios científicos sobre los beneficios que tiene el que una persona tenga dentro de sus hábitos el meditar, y los resultados han sido asombrosos, se ha demostrado que el cerebro sufre cambios positivos, reduce significativamente la activación cerebral en zonas del cerebro que provocan que la mente divague. Las conexiones neuronales se incrementan mejorando su funcionamiento.
El objetivo de la meditación es poner la mente en calma. Sus beneficios son múltiples: ayuda a vivir en el presente, fomenta el autoconocimiento, activa la atención, refuerza la memoria, fortalece el estado de ánimo y vigoriza el sistema inmunológico. Alcanzar estos resultados lleva su tiempo, pero asegura vivir con una sensación permanente de calma, paz y sobre todo equilibrio, pase lo que pase en el exterior. El camino es largo y demandante, pero al final con constancia se logra.
Como toda actividad que se realiza por primera vez no es fácil: es exigente, sobre todo si creemos desde el inicio que la practicaremos de manera perfecta (lo cual no es cierto) al no lograrlo las personas se resisten a continuar y terminan abandonándola. Por ello, se debemos tener presente que la meditación nos ayuda a dominar los pensamientos, en lugar que ellos nos dominen. Aquí radica la dificultad, cuando no controlamos la mente tiende a arrastrarnos hacia el lado negativo, ya lo decía Edgar Allan Poe “Los monstruos más terribles son los que se esconden en nuestras almas”. Lo invito a descubrir el gozo de la meditación.