Susana Cepeda Islas
Hace unos días tuve la necesidad de realizar un trámite en una oficina privada, me fui directo con la persona con la que tenía que resolver el problema, no era nada del otro mundo, al acercarme a su escritorio la saludé y ella ni me volteó a ver, subí el tono de voz para indicarle que ahí estaba, volteó a verme con una cara de pocos amigos, al hacerle mi solicitud torció la boca y me dijo que me esperara y los minutos pasaron hasta completar más de una hora, me pregunté ¿Por qué esa actitud?, si para eso está para darnos un buen servicio.
Por lo regular nos olvidamos de dar lo mejor de nosotros en las actividades que realizamos cotidianamente, hacemos las cosas de mala gana, con flojera, aprisa, o por solo cumplir, entre otras situaciones, pero si actuamos de esta manera no tendremos éxito, recordemos por un momento, que aún, si no somos expertos en hacer cosas nuevas, tenemos todas las posibilidades de lograrlo, eso sí, con una buena dosis de voluntad y con el deseo de que las cosas lleguen a un buen resultado, y por supuesto, esforzándose por hacerlas lo mejor posible.
Al referirme a “doy lo mejor de mí”, significa simplemente desarrollar las cualidades que enaltecen a una persona, como la bondad, la ética del trabajo, el sentido de justicia, el amor, la honestidad, la disciplina, entre otras cualidades. Estas palabras llevan implícito la autoaceptación y el desarrollo personal, las acciones de las personas deben estar enfocadas en el compromiso de dar lo mejor, para lograrlo es necesario reconocer las debilidades, de esta forma podremos fortalecerlas y potenciar las que poseemos. El desarrollo personal es el esfuerzo que hacen las personas en aprender de las experiencias, sean estas negativas o positivas, para tener la oportunidad de crecer, si lo hacemos constantemente nos convertimos en personas proactivas, siempre en la búsqueda de mejorar las situaciones, que lleva consigo asumir la responsabilidad, si lo hacemos estoy convencida que nuestras decisiones serán asertivas.
Cuando realizamos una actividad y algo falla por hacerlo rápido o sin poner el suficiente empeño, y el resultado es negativo nos cuestionamos de manera inmediata ¿Lo hubiera hecho de otra manera? Lo pensamos como dice el refrán “a toro pasado”, un buen ingrediente para evitar esta situación es analizar el entorno al que nos enfrentamos antes de actuar, que es algo que por lo regular no hacemos. Solo hay que recordar que las personas poseemos dentro de nosotros un poder que podemos usar para bien o para mal. Con frecuencia escucho decir a las personas “no puedo” cuando intentan hacer algo aparentemente difícil, pero es imposible realizarlo bien a la primera, hay que perseverar y creer que si es posible hacerlo.
Por un momento observe su entorno, se encontrará con personas que en su mayoría no les importa hacer las cosas bien, son así porque están frustrados, enojados con la vida, no les gusta cómo son y eso trae como consecuencia que, en primer lugar, se hieren a sí mismos y en consecuencia a los demás. Considero que una buena fórmula es encontrar el gozo en las cosas que realizamos cotidianamente, hacerlo de esta manera, nos da la posibilidad de vivir plenamente, es decir, satisfechos.
Hacer el máximo esfuerzo en lo que realizamos en la vida diaria, tiene grandes recompensas como la sensación de bienestar, fortalece la capacidad de enfrentar adversidades, induce al aprendizaje, al conocimiento, al desarrollo de las habilidades, el compromiso con el desarrollo laboral permite crear y obtener nuevas oportunidades, abundan los agradecimientos de las personas que son beneficiadas con nuestro esfuerzo, se incrementa la confianza.
Le propongo querido lector traer a la mente en cada despertar: Doy lo mejor de mí, le aseguro que juntos construiremos una sociedad ecuánime, porque en palabras de Miguel Ruiz autor del libro Los Cuatro Acuerdos: “Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad, y serás bueno contigo mismo porque te entregarás a tu familia, a tu comunidad, a todo”.