Haidé Serrano

La música popular mexicana está plagada de ejemplos de delitos en contra de las mujeres. Desde feminicidios, asesinatos, violaciones y acoso sexuales, agresiones tumultuarias, incesto y matrimonios forzados hasta trata.

Es la violencia contra las niñas y mujeres normalizada. La violencia machista que se sirve de la producción cultural para sostener la idea de inferioridad de las mujeres con relación a los hombres.

También es apología del delito: “Provocación de un delito y apología de este o de algún vicio y de la omisión de impedir un delito que atente contra el libre desarrollo de la personalidad, la dignidad humana o la integridad física o mental”.

En particular la música, por su carácter masivo, es un vehículo perfecto para mantener las desigualdades a través de la violencia cultural, que es “creadora de estereotipos y construida desde la religión, la educación, el lenguaje, la publicidad, el arte, las tradiciones, las leyes, etc., herramientas todas ellas que se utilizan para lograr la aprobación social de las desigualdades y la desvalorización simbólica de la mujer.” (1)

Para los detractores del género más escuchado en nuestros días, el reggaetón, este no es el único género misógino ni tampoco el primero. También los boleros, el pop y el rock; ningún género se salva. Que se piense que sólo lo que hoy se escucha contiene letras que hacen apología de la violencia contra las mujeres sólo prueba lo normalizada que esta ha estado en otros tiempos y otras generaciones.

Para muestra un botón: la canción del compositor mexicano Manuel Eduardo Toscano con “Mátalas” que forma parte esencial del repertorio de los mariachis en las fiestas.

Otro ejemplo, el compositor mexicano José Alfredo Jiménez con “La media vuelta” que retoma la idea de propiedad: “Te vas porque yo quiero que te vayas. / A la hora que yo quiera te detengo. / Yo sé que mi cariño te hace falta. / Porque quieras o no, Yo soy tu dueño./

La “Ingrata” de Café Tacvba que propone un feminicidio: “Por eso ahora tendré que obsequiarte / Un par de balazos pa’ que te duela / Y aunque estoy triste por ya no tenerte /Voy a estar contigo en tu funeral”.

Hoy el linchamiento digital en las redes sociales, conocido también como “cancelación” o “funar” muestra que, expresiones misóginas que apenas hace unos años pasaban inadvertidas, hoy son inadmisibles. Y pueden terminar con la carrera de cantantes.

La polémica sobre el cantante y compositor mexicano Dany Flow no es menor. Quien en una de sus letras promueve el estupro y lo banaliza. Lo que él, así como otros cantantes, realiza se llama apología del delito. Y podría convertirse en carpetas de investigación en su contra. Porque no es suficiente con transmitir disculpas cuando de delitos se trata.

“Funar” a Dani Flow, así como a cualquier persona que promueva delitos, muestra que se avanza en señalar que el desprecio por lo femenino no es normal. Pero más importante sería “funar” al patriarcado y al machismo de toda la cultura. Y revisar a detalle las canciones que nos gustan. Así como reconocer que no podemos seguir consumiendo cultura que promueva la violencia.

(1) “La guerra más larga de la Historia” AA. VV., 2019 Lola Venegas, Isabel M. Reverte, Margó Venegas.