Haidé Serrano 

Hay muchas resistencias para avanzar en el respeto a los derechos de las personas. Una de las obstinaciones más frecuentes es hacia el lenguaje incluyente y no sexista.

Me han dicho en varios talleres: “te acepto lo que quieras, ¡menos eso del lenguaje inclusivo! Eso lo inventó el ex presidente presidente Fox, ‘chiquillos y chiquillas’. Y mucho menos me pidas agregar la letra <<e>>”.

El lenguaje es el reflejo de cómo interactúan las personas en sus comunidades y sociedades. Los lenguajes integran símbolos y códigos para transmitir modos de pensar, valores, sentimientos e ideas. Contienen todas las claves que conforman la cultura.

Así, muchas de las palabras que empleamos tienen cargas que reflejan el sexismo de nuestro tiempo. Si bien, el femenino y masculino en las palabras no está cargado de discriminación, cobran otro significado cuando se emplean en sociedades como la mexicana, donde el androcentrismo es la principal perspectiva.

“Esta palabra (androcentrismo) se deriva del griego andros (hombre) e implica la prevalencia de la mirada masculina, centrada en la consideración de que el hombre es el modelo, la medida y la representación de la humanidad. Tal visión proviene de una falsa idea según la cual se justifica la desigualdad de género como resultado de las diferencias biológicas y las funciones reproductivas de hombres y mujeres; visión que ha sido construida a través de la lengua mediante explicaciones que reflejan el peso de dichas creencias, cuya influencia se manifiesta, a su vez, en la mentalidad y la manera de sentir y actuar de las personas.” https://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/GuiaBasica-Uso_Lenguaje_Ax.pdf

Las mujeres, desde la perspectiva androcéntrica, no se nombran. Como dice la famosa frase “lo que no se nombra no existe”, por ello el lenguaje debe modificarse y enriquecerse para reconocer a las mujeres y demás personas, como es su derecho. Existen diversos manuales, talleres, libros y documentos para incorporar las formas del lenguaje incluyente o inclusivo; estos están a la disposición desde diversas instituciones del gobierno y civiles, para atender lo que es una exigencia en diversas leyes y normativas.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas <<por “lenguaje inclusivo en cuanto al género” se entiende la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género. Dado que el lenguaje es uno de los factores clave que determinan las actitudes culturales y sociales, emplear un lenguaje inclusivo en cuanto al género es una forma sumamente importante de promover la igualdad de género y combatir los prejuicios de género.>>

Nombrar a las personas como quieren ser nombradas abona a la igualdad y es una forma de avanzar en disminuir la discriminación. Ayuda a tomar conciencia. A reconocer que hay grupos que han sido estigmatizados y violentados.

Y aunque la Real Academia Española se resista, la realidad la empuja a incorporar términos como el de “machirulo”, que fue añadido hace unas semanas al “cementerio” (así llamaba el escritor Julio Cortázar al diccionario).

machirulo, la

Der. de macho.

1. adj. despect. coloq. Dicho de una persona, especialmente de un hombre: Que exhibe una actitud machista. U. t. c. s. En la reunión había varios machirulos.

Sin.:

machista.

2. adj. despect. coloq. Propio o característico de un machirulo. Una respuesta muy machirula.

Sin.:  

machista.

Considerado como parte del argot feminista, el término machirulo es una señal de que aún las instituciones más arcaicas comienzan a abrirse para derribar sistemas como el patriarcado. Y tú, ¿cómo te identificas?