Rubén Aguilar Velenzuela

 La dama dorada (Reino Unido, 2015) del director inglés Simon Curtis se basa en hechos de la vida real. María Altmann (Helen Mirren) es una mujer judía que de joven, junto con su pareja, huyó de Viena en la persecución de los nazis.

Sesenta años después regresa a Austria, para reclamar las obras de arte que éstos confiscaron a su familia, entre las que se encuentra el célebre Retrato de Adele Bloch-Bauer, de Gustav Klimt, expuesto en un museo de Viena.

La mujer del cuadro es su tía política, esposa de un hermano de su padre. Un joven abogado Randy Schoenberg (Ryan Reynolds), hijo de una amiga, le ayuda en su lucha legal que la lleva a recurrir ante el gobierno austriaco y la Corte Suprema de los Estados Unidos.

El abogado, en el reclamo al gobierno de Austria, el elige, es la última de sus posibilidades, recurrir a una comisión arbitral compuesto por tres miembros. El gobierno austriaco acepta esta modalidad. Uno es elegido por el gobierno austriaco, otro por la demandante y un neutral.

El veredicto de la comisión es inapelable y resuelve, de manera unánime, a favor de la demandante. Ella vende el cuadro en 140 millones de dólares bajo la condición de que siempre esté expuesto. El heredero de la casa de belleza Estée Lauder es quien lo compra. El dinero lo destina a causas benéficas.

La película está bien construida, pero es un tanto maniquea; de un lado los buenos, quien demanda se le restituya lo que es suyo, y de otro, los malos, el gobierno austriaco. El tema resulta interesante en sí mismo. Es una historia muy atractiva.
 
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La dama dorada
Título original: Woman in gold 
Producción: Reino Unido, 2015
 
Director: Simon Curtis   
Guión: Alexis Kaye Campbell  
Fotografía: Ross Emery
Música: Martin Phipps y Hans Zimmer
Con: Helen Mirren, Ryan Reynolds, Daniel Brühl, Tatiana Maslany, Charles Dance, Katie Holmes, Antje Traue, Max Irons, Elizabeth McGovern, Jonathan Pryce, Tom Schilling, Moritz Bleibtreu, Anthony Howell, Allan Corduner, Henry Goodman