Rubén Aguilar Valenzuela
En diciembre de 2020 Morena ganaba la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y 14 de las 15 gubernaturas. Los resultados de ayer son otros.

El presidente se jugó todo en apoyo a Morena y sus candidatos. En más de 30 ocasiones en sus comparecencias mañaneras violó la Constitución y no hizo caso a los señalamientos del INE.

Los resultados pueden interpretarse como una derrota del presidente, pero también como una victoria. Si no se mete al proceso electoral su partido hubiera perdido más posiciones.

El resultado revela que un sector de la población que en 2018 votó por el presidente, porque lo consideraba una alternativa, o en castigo a los otros partidos ahora cambió su voto.

Muestra a una sociedad consciente que defiende la democracia y la vigencia del Estado de Derecho que en estos tres años el presidente ha violentado de manera sistemática.

A una sociedad que no quiere la polarización social que impulsa el presidente y tampoco su proyecto de la restauración del presidencialismo autoritario del pasado priísta.

Es un voto a favor de la unidad y el fin de las campañas de odio organizadas desde Palacio Nacional. Es un voto a favor de la convivencia pacífica donde todas las voces son escuchadas.

La oposición debe tener claro que la ciudadanía está harta de la corrupción y la frivolidad de algunos de los gobiernos anteriores.

Los votó no por lo que son sino como reacción ante el ataque que ahora vive la República y sus instituciones. Sigue esperando que cambien y se deslinden de un pasado que nunca más debe volver.

Ayer la ciudadanía se expresó con su voto, para restar poder al presidente en su proceso de centralización del mismo y también en contra de Morena, que es un apéndice de él.

Da esperanza que el electorado fuera capaz de distinguir entre el proyecto de construcción de la democracia que debe seguir avanzando y los límites de los partidos de la oposición.

Fue un voto consciente que va más allá del castigo. Es en defensa de la República amenazada, por la manera de actuar del presidente.

Llama también a la esperanza que la ciudadanía, a través de su voto consciente y razonado, muestra que es capaz de defenderse del impacto constante de la propaganda política.

Del intento de manipulación de cada mañana en su comparecencia diaria donde el presidente miente y altera, en su beneficio, la realidad.

El voto de ayer es expresión de la madurez democrática de amplios sectores de la sociedad que emitió un voto razonado que trasciende la propaganda y el intento de cooptación a través de las dádivas dadas a nombre del presidente.