Rubén Aguilar Valenzuela

 

 

En la Galería Pedro Meyer, en el centro histórico de la Alcaldía de Coyoacán, Ciudad de México, se presenta la exposición "Colonia Ajusco" con fotografías en blanco y negro de Pedro Meyer, que tomó en esta colonia de los pedregales de lava basáltica formados por la erupción del volcán Xitle hace 1780 años.

Los curadores plantean que: A través de la mirada de Pedro Meyer, hace más de cincuenta años, la Colonia Ajusco se reveló como una comunidad en construcción, con rostros, gestos y momentos que daban forma a una vida compartida que emergía en el sur de la Ciudad de México.

La cámara de Meyer no fue un instrumento distante, sino una herramienta de cercanía. Su relación con los habitantes del Ajusco le permitió retratar no solo escenas de mercado, reuniones o celebraciones, sino también la intimidad de una comunidad que se reconocía a sí misma en cada imagen.

Las fotografías reunidas en esta exposición invitan al visitante a entrar en esa experiencia: a mirar y a sentir, por un instante, la vida de quienes abrieron caminos entre la lava, levantaron casas y tejieron vínculos cotidianos. Estas imágenes son una aproximación sensible a lo que significa ser colono: construir un lugar propio y, con ello, una identidad colectiva.

 

 

En cada fotografía, la comunidad del Ajusco se hace presente: y al recorrer la exposición, cada visitante se vuelve parte de ese diálogo entre memoria, mirada y vida compartida. Los habitantes de Ajusco, aunque limitados en recursos materiales, desplegaron una capacidad inaudita para superar la adversidad. Todos podemos aprender de ellos.

 

 

Comentario

Las fotografías de Meyer, tomadas en 1974 y 2000, son al mismo tiempo dramáticas y muy bellas como obras de arte y también testimonio, que da cuenta de un momento de la realidad de México, de Latinoamérica, a partir de una zona de vivienda del entonces Distrito Federal.

El conjunto de las imágenes ofrece una visión detallada y precisa de las condiciones de vida de esta zona de la Ciudad de México, al inicio de la década de 1970. Son un registro antropológico, que ofrece una mirada profunda, de cómo vivían las personas en esa colonia en esos años.

La forma de sus casas, con paredes de piedra o de bloques de cemento, los techos de cartón, su interior, la convivencia familiar y comunitaria.

Las imágenes son poderosas y también dramáticas. Los retratos de los hombres y mujeres, de las y los jóvenes, de las y de los adolescentes, de las niñas y los niños. Los juegos y diversiones.

Retratos, personales y de grupo, dan cuenta de la dignidad de las personas, la gran mayoría migrantes de Oaxaca y Michoacán, que entonces vivían en condiciones muy precarias y sin servicios públicos.

 

 

Las calles de lava basáltica, la manera en la que los habitantes de la colonia se dotaban de electricidad y de agua. El mercado, los comercios, los talleres de carros, de bicicletas y aquellos en donde todo se reparaba. No había nada que no se reciclara y nada se desperdiciaba.

Meyer se deja sorprender por lo que ve, las personas, las viviendas, las calles de lava, los tendidos de los cables eléctricos, los tubos de agua, los comercios, y todo lo registra con admiración y respeto desde su muy particular ángulo de mirada.  

 

En la inauguración de la exposición se presentó el libro Colonia Ajusco (Colección Miramar, México, 2025) que reúne 205 fotografía en blanco y negro de las que Pedro Meyer tomó en 1974 y 2000 en esta zona de la Ciudad de México. Es el primero de una serie de 42 libros, que habrá de publicar Colección Miramar, con la obra seleccionada de las 1 500 000 fotografías que tiene su archivo.  Es un proyecto único a nivel mundial en la historia de la fotografía.