Rubén Aguilar Valenzuela

 
En 1969, el padre de una niña abusada por el sacerdote Fernando Martínez Suárez, miembro de los Legionarios de Cristo, denunció ante sus superiores el hecho, pero estos no hicieron caso alguno y el pederasta siguió como si nada trabajando en colegios de la institución en la Ciudad de México, Cancún y como confesor de Salamanca, España.

El pasado 22 de noviembre, después de 50 años, los Legionarios reconocen como ciertas las seis denuncias de abuso sexual contra menores perpetradas por este sacerdote que por décadas fue protegido por la congregación religiosa.

De 1969 a 2016, a pesar de las denuncias, el sacerdote siguió ejerciendo tareas en contacto con adolescentes. Cuando la situación de protección por parte de los Legionarios se hizo ya imposible, en lugar de denunciarlo y suspenderlo, lo enviaron a España como confesor de novicias y jóvenes.

Las víctimas y sus familias no solo acusan al abusador sino también a los integrantes de la congregación que lo protegieron, para que siguiera abusando de otros niños. Las víctimas dicen que los Legionarios solo reconocen las acusaciones cuando ya han prescrito en términos jurídicos.

En el comunicado de los Legionarios, donde reconocen los hechos, culpan de los mismos a su fundador, Marcial Maciel, que fue calificado como criminal por el papa Benedicto XV, y dicen que "como superior general tomaba todas las decisiones importantes sobre los sacerdotes".

Y que "así minimizaba la capacidad de actuación de los superiores a nivel territorial o local, además de que no recibieron la información relevante para el ejercicio responsable y maduro de su oficio". Para las víctimas esta posición es una manera de justificarse, por parte de la congregación.

Para Ana Lucía Salazar, que en 1992 denunció la violación del sacerdote, resulta inexplicable que en el reconocimiento de los Legionarios no se mencione a Eloy Badía, Jorge Bernal y Aurora Morales, que lo protegieron. El primero, en ese momento, era el director territorial de la Congregación en México, y el segundo obispo de Cancún-Chetumal y director del colegio de Cancún donde ella estudiaba.

Y los Legionarios siguen sin actuar como corresponde en el intento de minimizar los hechos de por sí graves. Badía, el encubridor, ha sido nombrado padre capitular para el Capítulo General de la Legión, que tendrá lugar en 2020. Y Bernal, otro encubridor, sigue como obispo de Cancún-Chetumal.

Salazar, actriz y presentadora de radio, dice con razón, que la congregación no tiene intenciones de buscar justicia o reparar el daño y que seguirá denunciando a "una legión de pederastas y encubridores".

Y al estilo muy propio de los Legionarios, a pesar de las acusaciones y la evidencia de los actos de violencia y abuso perpetrados por Martínez Suárez, éste seguía concelebrando misas en las comunidades legionarias y escuchando confesiones. El mayor castigo de la congregación fue de carácter interno e implicaba "restricciones informales y no escritas". De estas nunca se informó a las comunidades donde se le trasladaba.

Y la Legión sigue sin castigar a los sacerdotes que protegieron al abusador que continúan en sus cargos. Badía y Bernal sabían de los hechos e intervinieron, para que las víctimas se desistieran de las denuncias. Los Legionarios al negar la gravedad de los hechos abren el espacio para seguir generando sacerdotes pederastas y protectores de los mismos. (He tomado información del artículo de Jacobo García y Georgina Zerega, El País 23.11.19)

Twitter: @RubenAguilar