Héctor A. Gil Müller

El primero de julio del presente año arrancó el TMEC, nueva versión del otrora poderoso Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). México, Estados Unidos de Norteamérica y Canadá reafirman su intención y necesidad de un acuerdo comercial tripartita.

Este tratado que tanto nos ha entregado como país hoy representa un cúmulo de resentimientos en estados norteamericanos cuya economía fue lastimada ante el poderío de ciertas exportaciones mexicanas, el sector automotriz o el agrícola entre ellos.

Desde el arribo de Trump al poder ha considerado a México como responsable de muchos malestares americanos, resultado de un tratado que, si bien dinamizó la región al posicionarse como uno de los primeros acuerdos en el mundo en materia comercial, se vio restringido por el bajo establecimiento de políticas públicas que llevaran a todos los sectores al aprovechamiento del instrumento.

Cada escenario económico que se presenta debe madurar en lo educativo, cultural, social y para ello cuenta con políticas impulsadas desde el sector gubernamental y también desde el ciudadano. Los gremios, sindicatos y cámaras juegan un papel preponderante en el ejercicio comercial continental.

El nuevo TMEC respeta los acuerdos realizados sobre productos agrícolas que había establecido el TLCAN, éste quizá ha sido uno de los principales logros de negociación en este nuevo acuerdo. Es fundamental para una economía como la mexicana continuar con esas exenciones arancelarias sobre sus productos agrícolas tan bien recibidos por Estados Unidos.

Falta un largo camino por recorrer, seguramente en este año electoral el presidente Trump hará uso de discursos incendiarios y colocará en la visión del electorado americano su preferencia en Estados Unidos culpando cualquier otro país, organismo o visión mundial.  Sin duda este contexto nos debe preparar, estar alerta ante esos ataques y actuar en consecuencia buscando proteger lo propio en un cada vez más debilitado enramaje diplomático internacional.

El mundo, que hoy como nunca está más comunicado, que se ha permitido hablar todos de problemas en conjunto, haciendo del siglo XXI un siglo de comunicación entre los pueblos parece estar cada día más desconectado. El nulo liderazgo internacional nos ha mostrado las carencias de una dolencia, una profunda inequidad y una desigualdad latente que hiere y muestra el porqué de la ausencia de paz. Sobre ese escenario vienen elecciones, momento en el que se acentúa lo propio y la voz más fuerte, que no siempre es la de mayor razón, resulta triunfante.

Seguiremos aprendiendo de los errores, de la historia y como las instituciones se desgastan, no por su esencia, sino por sus errores. La fe en Dios sigue siendo más fuerte en Estados Unidos que en Inglaterra o Irlanda, es más fuerte en Brasil que en Portugal, en México que en España y prácticamente en todos los descendientes de la Nueva España que en la Antigua. Entre los Argentinos es mayor que en los italianos y en Canadá que en Francia e Inglaterra. ¿Qué nos enseñará ahora la política cuando acabe la pandemia y comiencen las elecciones?, cuando la normalidad, tan nueva sea entonces tan vieja, pensaremos si hemos aprendido la lección. Por lo pronto entra en vigor el T-MEC y con él un nuevo capítulo que no ha sido tan sonado como lo fue el TLCAN en el 94.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.