Héctor A. Gil Müller

La vida es un peregrinar entre tiempos complejos y tiempos sencillos, entre valles y desiertos que nos inspiran o nos encadenan. Pero lo cierto es que es en los tiempos difíciles cuando vemos las cosas diferentes, aprendemos de lo valioso, escuchamos a los amados y extrañamos a los queridos.

El mundo creció tanto en lo global, que dejamos de crecer en lo individual, y cientos de años después seguimos guarecidos ante el peligro. Y aunque el mundo se volvió tan grande el individuo se hizo pequeño.

Y a lo lejos de la ola, de una biológica y natural, se escucha el nuevo estruendo ahora de una ola económica, tan incierta que nos hace sentir frágiles como la primera, pero, aunque la amenaza biológica nos mantiene adentro, la económica nos manda afuera.

En algún momento dijimos no a la globalidad y se dejó de construir el liderazgo que buscamos, en algún momento nos dimos cuenta que tanta información y comunicación global no nos mueve a las acciones, sino a ser observadores. De poco sirvió con las redes conocer lo que China vivió. No hay una voz que esté juntando a todos, cada país empieza en solitario su lucha, su investigación y busca su cura. Solo nos juntamos para contar los enfermos, los liberados y los caídos.

Pero son los tiempos difíciles los que también sacan lo mejor, ningún héroe se forjó en las intenciones y en la bonanza, siempre son las crisis las que nos hacen cambiar, para bien o para mal, pero cambiar.

En un momento tan breve abandonamos cualquier derecho inherente al humano y aplicamos el derecho más salvaje, decidir salvar el mejor potencial, la necro-política se aplicó, sin consciencia ni prudencia sino con frecuencia y presencia ante la saturación de los servicios médicos, basta como ejemplo Italia. Salvar a los jóvenes primero no fue digno de un ejército, sino consecuencia de un terror, una lucha que agobió.

¿Qué hará el virus en américa? No será un escenario peor, aunque con mayor número de habitantes el porcentaje, idéntico, pudiera ser numéricamente mayor.

Los tiempos difíciles no hacen mejores hombres o mujeres, hacen mejores seres. Resultó tan pequeño ser el que nos recordó que somos tan iguales en todo el mundo. ¿Qué lecciones nos dejará el COVID19?, la ausencia de un liderazgo mundial que exige un fortalecimiento interno, también la capacidad de reacción y de atención a las consecuencias de cualquier situación.

Pero un tiempo tan difícil ha venido sobre una generación tan fácil, cada país ha actuado como estaba acostumbrado a actuar, desde la invasión a la intimidad china, la autoridad rusa, el poder militar americano, la tragedia italiana y la negación mexicana.

Ahora México parece decir que, si puede con varios miles de muertos, pero no con una parálisis económica, la jerarquía de valores es posible que cambien. Los mensajes de empresarios a nivel nacional están inspirando, aunque no se sabe para qué. Nos llaman a la unidad, aunque no se define en qué. Muchas lecciones nos dejan, pero sobre todo que seguimos siendo fáciles, débiles y gregarios.

Y mientras la especie humana se duele y apabulla, la naturaleza respira extrañada al vernos tan cautos, quizá piensa que lo hacemos por ella, aunque sigue haciendo lo que siempre hace, crece en lo individual sin saber que resultó más global que nosotros.

Yo soy Héctor Gil Müller y estoy a tus órdenes.