Arcelia Ayup Silveti

¿Crees que la maldad es innata? ¿El ser humano es bueno por naturaleza? ¿Qué piensas al leer noticias de asesinos en serie o de niños matando niños? El problema de la malignidad no es actual, aunque lleguemos a pensar lo contrario. La malignidad cuestiona qué es bueno y qué es malo. El filósofo inglés Thomas Hobbes pensaba que: “Cada hombre, por su parte, llama bueno a lo que le complace y deleita; y malo a lo que le disgusta.”

Existen seis conceptos esenciales para comprender la maldad: vergüenza, desprecio, racionalización, justificación, incapacidad o renuencia al autoexamen y pensamiento mágico. Para ejercer la maldad, debe existir una persona que socave, humille y hasta puede privar de la vida a otro ser en desventaja, que por lo general suele ser una buena persona.

Me cuesta trabajo concebir que un ser humano a temprana edad pueda albergar sentimientos negativos y generar violencia, odios, y se descargue lastimando a terceras personas. Considero que si una persona concentra sentimientos nocivos en la niñez, estos se contrarrestan inyectándole elementos positivos en el ambiente que interactúa. Es interesante saber qué tan determinante resulta tener un entorno de armonía en el hogar, con el cual se pueda lograr que un cuadro psicópata no se desarrolle.

En abono a lo anterior acudo a uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, Erich Fromm, quien afirmó en su libro El arte de amar (Editorial Paidós, pág. 42): “Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas del amor. Estos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento.”

Duele leer estas noticias llenas de odio y de sangre que reflejan una niñez sin amor. Las miradas de la mayoría de los asesinos son retadoras, indolentes y no asoman un ápice de arrepentimiento. Insisto, es posible dar una vuelta de tuerca, con los elementos que menciona Fromm. Es difícil pensar que en vísperas del 2024 aún abundan vacíos en la religión, en las leyes, en nuestro ser, el conflicto entre Israel y Palestina es ejemplo de ello.  ¿por qué no pensar en un poco de ayuda para personas vulnerables? Compensemos lo mucho que tenemos.

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