Francisco Tobías
En esta ocasión te platico de cuando una mala abuela, de esas de las que casi no hay, vivió en esta hermosa ciudad de Saltillo, cuando aún era la Villa de Santiago del Saltillo y transcurría aquel tiempo en el cual la esclavitud era practicada y permitida.
Allá por el año de 1793, el 11 de diciembre para ser precisos, fue cuando doña María Antonia de Cárdenas puso a la venta a sus propios nietos, quienes eran el fruto de los amores de su esclava mulata llamada María Bruna Fausta y su hijo. De esos amores forzados por el amo abusón.
Dos hermosas criaturas, una niña y un varón de diferentes edades. Cabe señalar que María Bruna había alcanzado la libertad, ya que su hermano José Antonio pagó por ella, pero las criaturas habían quedado bajo el dominio de la señora María Antonia.
Grande fue la sorpresa de María Bruna cuando se enteró de las intenciones de su ex ama. La niña de 14 años fue puesta a la venta por 170 pesos y el niño de 9 años por 125. Podría omitir sus nombres por ser menores de edad, pero seguro estoy de que ya debieron haber alcanzado la mayoría de edad, incluso tal vez ya no se encuentren con nosotros. La niña se llamaba María del Carmen y el varoncito, Ignacio de Jesús.
Lo que nadie había tomado en cuenta es que María Bruna, junto con su hermano José Antonio, habían trabajado muy duro para juntar dinero y con él poder comprar la libertad de los dos pequeños. Además, ella era conocedora del derecho de indias y reclamaba que eso que pretendía la señora María Antonia era contrario a la ley.
Así es, amigas y amigos, en aquel Saltillo virreinal cuando la libertad para unos tenía precio y para otros significaba ganancia, una madre tuvo que comprar a sus propios hijos, ya que una mala abuela, como las que no deben existir, puso a la venta a sus nietos.
Por último, dejen les presumo que las mejores abuelas del mundo fueron las mías y, claro, ese es un amor que vale la pena presumir.