Xavier Díez de Urdanivia

El viernes 16 de octubre pasado, se cimbraron las estructuras de todo el ámbito de la seguridad nacional, y también la policiaca, a causa de la detención del general Cienfuegos en Los Ángeles. La DEA lo acusa de diversos delitos conectados con el narcotráfico.

Grave cosa sería en sí misma de resultar ciertas las imputaciones, pero el caso cobra una relevancia mayor envergadura a causa de la enorme injerencia que las fuerzas armadas tienen en el combate a tan lucrativa como ilegal y violenta empresa.

El hecho ha suscitado muchos comentarios e interpretaciones, pero también confusión: ¿Fue avisado anticipadamente el gobierno mexicano de la detención, o fue ella sorpresiva para las autoridades mexicanas? ¿Existen visos de veracidad en las acusaciones o podría tratarse sólo de una falsa acusación de algún testigo protegido u otro acusado en juicio?

Se ha especulado hasta con la posibilidad de que sea una maniobra electoral por los comicios de noviembre, pero mientras el juicio se desarrolla y hasta que no llegue a su fin, la mayoría de esas interrogantes permanecerá sin respuesta y las especulaciones que se viertan sobre ellas en nada van a ayudar para el esclarecimiento de los hechos.

En tanto eso ocurre, hay una hipótesis posible que más debiese preocuparnos. Dejemos de lado la posibilidad de que alguien haya caído en la tentación de aprovechar una posición privilegiada en beneficio propio y en detrimento de su función, lo que siempre será posible.

Esa actividad genera sumas suficientes para superar con creces aquellos cañonazos de cincuenta mil pesos que el general Obregón cuestionaba que alguien pudiera resistir.

Pensemos, en cambio, en el refrán que aconseja “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”.

Sí, la sola perspectiva de esto último es aterradora, pero hay que tener en cuenta el hecho de que es ya larga, larguísima, la historia del combate a esta perniciosa industria, sin que se haya hecho mella en ella. Por el contrario, se le ha visto crecer y enseñorearse de una capacidad de acción tal, que trasciende, con mucho, el mundo de los negocios ilícitos qué hay en su núcleo.

En ese contexto, surgió un comentario que se publicó en las redes sociales a raíz de una publicación de Reuters sobre el acontecimiento. Creo que vale la pena tenerlo en cuenta: “en el juego del ‘gato y el ratón’ del mundo de la inteligencia no hay compromisos y casi no hay reglas…” Quienes en él participan, dice también, “deben saber que, cuando la DEA presenta cargos contra alguien o alguna organización, es porque tiene pruebas casi irrefutables en contra de los imputados”. Por esa razón, destaca, “en 2019, la fiscalía obtuvo condenas en aproximadamente el 80-85% de los juicios relacionados con las drogas”, iniciados por cargos presentados por esa agencia.

Visto ese panorama desde este lado de la frontera y por los legos en materia de seguridad y actividades de inteligencia, el resultado es incierto y hasta confuso, mientras que sus alcances e implicaciones lo son todavía más.

Hará falta atender al desarrollo del proceso y sus ramificaciones y tal vez en algún momento se puedan tener elementos para poder hacer el recuento de daños que falta, una evaluación más precisa y confiable de los hechos.

No se adelanten vísperas, pero tampoco se desentienda nadie del tema, porque las implicaciones del hecho, y lo que tras él se pueda encontrar, serán en extremo graves, independientemente de los juicios en curso y más allá de lo que en ellos pase.

Es necesario enmendar el camino, limpiar la casa, y no hay camino más largo que el que no se empieza.

Elección en Coahuila: El domingo 18 de octubre, como se sabe, hubo elecciones en Coahuila e Hidalgo. A raíz de ellas, se publicó un encabezado que decía: “El PRI regresa en Coahuila”; cuando lo vi me pregunté: ¿cómo puede regresar alguien que nunca se ha ido?