Francisco Treviño Aguirre
El próximo martes 5 de noviembre, millones de estadounidenses acudirán a las urnas para elegir al 47° presidente de los Estados Unidos. Este evento, que se celebra el primer martes de noviembre, es una tradición con casi 180 años de historia. La elección de este día específico tiene raíces profundas en la estructura social e industrial de Estados Unidos en el siglo XIX y fue una decisión que buscaba hacer la votación accesible a una población mayormente rural.
A mediados del siglo XIX, el derecho al voto en Estados Unidos se estaba expandiendo progresivamente. Mientras que inicialmente solo los hombres blancos propietarios de tierras tenían este derecho, a medida que avanzaba el siglo, los hombres blancos sin propiedades también comenzaron a poder votar. Sin embargo, la verdadera igualdad en el acceso al voto no se alcanzaría hasta el siglo XX, cuando en los años 60, los movimientos de derechos civiles lograron eliminar muchas de las restricciones raciales y de género que afectaban el derecho al voto.
Este contexto de expansión electoral motivó a las autoridades a buscar un sistema de votación nacional más unificado. Previamente, las elecciones presidenciales se llevaban a cabo en un período de 34 días antes del primer miércoles de diciembre. Esto significaba que algunos estados votaban antes que otros, lo cual podía influir en el comportamiento electoral en los estados que votaban más tarde. Para evitar que los resultados tempranos afectaran la participación y las decisiones de los votantes de otros estados, el Congreso decidió establecer un día único de votación a nivel nacional.
La selección de un día de la semana para las elecciones no fue un proceso arbitrario, ya que el Congreso tuvo en cuenta las particularidades de una sociedad predominantemente agrícola al elegir el día de votación. En esa época, la mayoría de los estadounidenses vivía en zonas rurales y trabajaba en la agricultura, lo cual exigía que el día de elecciones fuera lo suficientemente accesible para no interrumpir las actividades diarias de esta parte significativa de la población. Los domingos, siendo días de culto religioso, estaban descartados, ya que muchos ciudadanos asistían a servicios religiosos y, en su mayoría, no viajaban largas distancias ese día. Además, la jornada de votación requería tiempo de desplazamiento, ya que muchas personas vivían lejos de los centros de votación, por lo que era necesario un día de viaje. El lunes tampoco era conveniente, pues habría requerido que los votantes comenzaran su viaje el domingo, interfiriendo con sus prácticas religiosas.
Con el tiempo, la estructura económica y social de Estados Unidos ha cambiado radicalmente. La mayoría de los votantes actuales ya no son agricultores ni necesitan viajar grandes distancias para votar. Sin embargo, la tradición de votar en martes ha perdurado. La elección del martes ha generado críticas y llamados a reconsiderar este día, argumentando que el contexto actual ya no respalda esta decisión y que podría aumentar la participación si se trasladara a un día más conveniente, como el fin de semana o el feriado.
En la actualidad, muchos estadounidenses enfrentan desafíos para votar en martes, ya que se trata de un día laboral y es posible que no todos tengan la flexibilidad para ausentarse del trabajo. Para abordar estos obstáculos, el gobierno y las organizaciones civiles han promovido medidas como el voto anticipado y el voto por correo. Estas opciones permiten a los ciudadanos participar en la elección sin estar sujetos a la rigidez del martes electoral, lo cual ha mejorado considerablemente la accesibilidad y facilitado la participación electoral en las últimas décadas.
Hoy por hoy, el martes electoral en Estados Unidos es una tradición que refleja una época en la que la mayoría de los votantes eran agricultores que necesitaban tiempo para viajar y regresar a casa. Esta decisión práctica y democrática marcó un hito en la historia de la política estadounidense y fortaleció los ideales de participación igualitaria en una época en que la accesibilidad era limitada. Hoy, con una economía y una sociedad completamente distintas, la tradición del martes electoral se enfrenta a nuevas demandas de cambio. Mantener la accesibilidad del voto en un contexto moderno puede requerir una revisión de las tradiciones, con el fin de garantizar que todos los ciudadanos puedan ejercer su derecho a elegir a sus líderes sin obstáculos.
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