Francisco Treviño Aguirre

El panorama de las finanzas públicas en México enfrenta una serie de desafíos críticos, especialmente ante el contexto de la transición de un gobierno a otro. Las decisiones que tome el nuevo gobierno influirán en el rumbo económico del país, por lo que será esencial abordar cuestiones fundamentales como el crecimiento económico, la deuda pública, el gasto público y la reforma fiscal.

En los últimos años, México ha experimentado una desaceleración económica significativa. Este hecho es esencial para comprender las dificultades que enfrentará el próximo gobierno. Un bajo crecimiento tiene repercusiones negativas en la recaudación fiscal, lo que a su vez limita la capacidad del gobierno para destinar mayores recursos a áreas clave como infraestructura, educación, salud y programas sociales.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han ajustado sus previsiones de crecimiento para México a la baja, señalando que el crecimiento moderado será una tendencia que continuará tanto en el corto como en el mediano plazo. Esta perspectiva económica exigirá un manejo fiscal extremadamente prudente y eficiente. Con ingresos fiscales estancados, el próximo gobierno tendrá que encontrar maneras de equilibrar las finanzas públicas, garantizando que se destinen recursos suficientes a sectores estratégicos sin poner en riesgo la estabilidad macroeconómica.

El reto principal radica en impulsar un crecimiento sostenible en un contexto de incertidumbre global. Las tensiones comerciales entre grandes economías y las fluctuaciones en los precios de materias primas como el petróleo añaden complejidad al panorama. México depende en gran medida de sus exportaciones, especialmente hacia los Estados Unidos, y cualquier desaceleración en la economía global podría tener un impacto directo en su crecimiento. Así, el próximo gobierno tendrá que diseñar políticas que fomenten la diversificación económica, reduciendo la dependencia del comercio exterior y fortaleciendo el mercado interno.

El nivel de deuda pública es otro aspecto fundamental en la ecuación de las finanzas públicas de México. En los últimos años, la deuda ha aumentado de manera significativa, generando preocupaciones sobre su sostenibilidad a largo plazo. El próximo gobierno heredará una deuda que supera el 50% del Producto Interno Bruto (PIB), un nivel que, aunque no alarmante en comparación con otros países, representa un desafío. El servicio de la deuda, es decir, los pagos de intereses y capital, consume una parte importante del presupuesto anual, lo que limita el margen para aumentar el gasto en programas de inversión pública o en la ampliación de los programas sociales.

Una posible solución a este dilema sería implementar medidas de consolidación fiscal. Esto implica reducir el déficit presupuestario mediante un control más riguroso del gasto y una mayor eficiencia en la administración de los recursos. Asimismo, se podría considerar una reforma tributaria que incremente la recaudación, pero sin afectar negativamente a los sectores productivos ni a la clase media, que ya enfrenta una carga impositiva considerable.

El manejo del gasto público será otro de los grandes retos del próximo gobierno. Existe una creciente demanda de recursos en áreas como salud, educación, infraestructura y seguridad social, pero los recursos disponibles son limitados. El gasto en programas sociales ha crecido de manera considerable en los últimos años, y muchos de estos programas están protegidos por la ley, lo que otorga poca flexibilidad para hacer recortes. Esto obligará al gobierno a buscar un equilibrio entre la atención a las necesidades sociales y el mantenimiento de la disciplina fiscal.

El nuevo gobierno también deberá fomentar la confianza de los mercados y de los inversionistas. Para ello, será fundamental mantener políticas coherentes y predecibles que garanticen la estabilidad económica y el crecimiento a largo plazo. La atracción de inversión extranjera directa (IED) será un factor clave para impulsar el crecimiento y la creación de empleos, y esto requerirá un entorno económico estable y atractivo para los inversionistas internacionales.

Hoy por hoy, el próximo gobierno de México se enfrenta a un entorno financiero complicado, tanto a nivel interno como externo. Los desafíos en materia de crecimiento económico, deuda pública, gasto y reforma fiscal son significativos, pero no insuperables. Con un manejo fiscal prudente y eficiente, es posible estabilizar las finanzas públicas y sentar las bases para un crecimiento económico sostenible. En última instancia, la clave estará en la implementación de reformas estructurales que mejoren la eficiencia del gasto público, aumenten la recaudación fiscal y fomenten la confianza de los mercados. Si se logran estos objetivos, México estará en una posición más sólida para enfrentar los desafíos del futuro y garantizar el bienestar de su población. La transparencia, la responsabilidad fiscal y la adopción de políticas coherentes serán los pilares sobre los que se construirá el futuro económico del país.

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