Francisco Treviño Aguirre

El uso estratégico de colores se ha convertido en una herramienta fundamental en el mundo del marketing. Algunas de las principales cadenas de restaurantes, como McDonald’s, Pizza Hut, KFC y Wendy’s, han sabido aprovechar el impacto del rojo, un color que se dice estimula el apetito. Por otro lado, el azul, preferido por los hombres, ha encontrado su lugar en entornos corporativos, asociándose con la productividad.

La agencia Color Marketing Group destaca que el 85 por ciento de las decisiones de compra se basan en colores, resaltando la importancia del matiz en la psicología del consumidor. En este sentido, e importante analizar la psicología de los colores primarios, como el amarillo, el rojo y el azul, señalando sus efectos emocionales y su influencia en diferentes contextos. Se revela que el amarillo, a pesar de su tono alegre, puede propiciar cansancio visual y hacer llorar a los bebés.

El rojo, conocido por atraer la atención y estimular el apetito, tiene un lado oscuro al asociarse con el peligro, afectando el rendimiento en tareas de concentración. En contraste, el azul, sinónimo de calma y productividad, encuentra su lugar en oficinas y entidades financieras, transmitiendo confianza y seguridad. La exploración de colores secundarios y terciarios revela asociaciones como el verde con la salud y la naturaleza, el morado con la lealtad y el éxito, y el rosa con la tranquilidad y el amor. Se subraya la importancia del blanco en espacios pequeños, creando una sensación de amplitud, y se advierte sobre el carácter aburrido del café, a pesar de su conexión con la tierra y la confianza.

Derivado de lo anterior, la relevancia de los colores en la publicidad, donde se mencionan ejemplos como el verde asociado a la fertilidad, el azul utilizado para mensajes corporativos y el rojo para estimular el apetito. Los tonos negros, blanco, plata y dorado son reservados para productos de lujo, sugiriendo sofisticación. La influencia del color se extiende a los espacios físicos, como la oficina, donde se recomienda el azul para aumentar la productividad y la concentración. En el hogar, el verde es propicio para la habitación, fomentando la tranquilidad y la salud. El amarillo encuentra su lugar en la cocina, aumentando el metabolismo y brindando energía. Los tonos morados claros se sugieren para el cuarto de estar, calmando los nervios y facilitando la relajación, mientras que el rojo se destaca en el comedor por su capacidad para incrementar el apetito.

En el contexto de una tienda, se aconseja el uso estratégico de colores para crear ambientes propicios. Se resalta la asociación del azul con el agua, el verde con la naturaleza y el rojo con el fuego. Los colores cálidos como el naranja y el café invitan a la relajación, mientras que el rojo y el amarillo brillante atraen la atención del consumidor. Se advierte sobre el riesgo de sobrecargar de color, enfatizando la importancia de que el producto destaque por encima de todo.

El poder del color se extiende más allá de la publicidad y alcanza nuestros hogares y espacios de trabajo, influenciando nuestras emociones y comportamientos. Como se ha mencionado, la elección consciente de colores puede transformar no solo la apariencia visual de un producto o entorno, sino también su éxito en el mercado. En un mundo donde las decisiones de compra están profundamente arraigadas en la psicología del consumidor, entender cómo los colores impactan nuestras percepciones se vuelve crucial, los colores se convierten en los pinceles con los que se pinta la narrativa del éxito empresarial.

Hoy por hoy, los colores no son solo una elección estética; son una estrategia de marketing en sí misma. Comprender la psicología de los colores es el primer paso hacia la creación de marcas y productos que no solo llamen la atención, sino que también resuenen en el corazón y la mente del consumidor. Porque en el vibrante lienzo del marketing, cada matiz cuenta su propia historia, y las marcas exitosas son aquellas que saben cómo pintar con colores que venden.

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