Francisco Treviño Aguirre

En un mundo en constante cambio, las estrategias económicas y comerciales evolucionan para adaptarse a las nuevas realidades y desafíos. Estados Unidos y México se encuentran en una encrucijada donde tienen la oportunidad única de fortalecer y profundizar aún más su colaboración en áreas clave como la fabricación, la investigación y desarrollo (I + D), el comercio, la seguridad y la gobernanza. La adopción de una estrategia de Ally-Shoring podría ser la clave para alcanzar estos objetivos, lo que permitiría a ambos países proteger y mejorar sus economías conjuntas y su seguridad nacional común.

El término Ally-Shoring describe un proceso en el cual los países reconfiguran sus cadenas de suministro críticas y adquieren materiales, bienes y servicios esenciales de socios y aliados democráticos confiables. Esta estrategia se centra en invertir en relaciones a corto y largo plazo que beneficien a ambas partes y protejan sus intereses económicos y de seguridad. Esta idea innovadora busca crear sinergias, impulsar la colaboración y diversificar las fuentes de suministro, superando así los desafíos de la dependencia excesiva de algunos grupos o regiones en momentos de crisis, como la pandemia de COVID-19.

Uno de los objetivos principales de Ally-Shoring es beneficiar a la fuerza laboral de los países involucrados. Esto se logra a través de oportunidades de capacitación y desarrollo que generan empleo y mejora la calidad de vida de las personas. Además, al aprovechar las ventajas competitivas de cada grupo, se crean sinergias que benefician a todos los involucrados. Esta estrategia va más allá del modelo tradicional de offshoring o nearshoring, que se basa únicamente en el costo o la proximidad geográfica.

Ally-Shoring no se trata solo de fortalecer las cadenas de suministro entre grupos con valores e intereses comunes, sino también de crear asociaciones más sólidas. Esto puede traducirse en una mayor colaboración en innovación y producción, una mejor facilitación del comercio y la seguridad, y un desarrollo conjunto de las habilidades de la fuerza laboral. Estas relaciones a largo plazo generan confianza y estabilidad en el entorno comercial.

La pandemia de COVID-19 dejó en evidencia la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales. La estrategia de Ally-Shoring busca diversificar las fuentes de suministro y acercarlas a los mercados locales, mejorando así la resiliencia y la protección. Esto asegura que los países puedan hacer frente a crisis inesperadas de manera más efectiva, reduciendo su dependencia de regiones lejanas.

Un ejemplo concreto de Ally-Shoring es la relación entre México y Estados Unidos, que se ha fortalecido con la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Este acuerdo ha brindado mayores protecciones a la propiedad intelectual, la normatividad laboral y el cumplimiento normativo, facilitando así la colaboración entre ambos países. El T-MEC establece las bases para una asociación económica sólida y beneficios mutuos.

En el último decenio, las dinámicas económicas y sociales han experimentado una transformación significativa. La globalización y la búsqueda de menores costos llevaron a las empresas multinacionales a adoptar el offshoring, desplazando su producción a países extranjeros. Sin embargo, las tensiones políticas y la incertidumbre financiera han modificado esta estrategia, dando lugar al nearshoring, que busca reducir costos pero manteniendo la proximidad geográfica.

El concepto de Ally-Shoring surge como una respuesta a las tensiones políticas y económicas, proponiendo que las empresas estadounidenses reubiquen su producción en naciones amigables. Esto podría intensificar los lazos comerciales con democracias en Asia y Europa, promoviendo una colaboración más estrecha entre estas regiones.

Un ejemplo ilustrativo es la industria aeronáutica, donde empresas como Boeing han aplicado estrategias de offshoring para reducir costos. Sin embargo, la competencia global ha erosionado gradualmente estas ventajas. La empresa estatal china COMAC está en camino de producir aviones similares al Boeing 737. Esto presenta un desafío para Boeing, que ahora debe lidiar con la entrada de un nuevo competidor en el mercado. La estrategia de Ally-Shoring podría ayudar a empresas como Boeing a fortalecer su posición al establecer alianzas estratégicas con naciones aliadas.

El concepto de Ally-Shoring también tiene el potencial de transformar las relaciones comerciales a nivel global, fomentando la colaboración entre democracias y fortaleciendo los lazos entre regiones. Si Estados Unidos y México adoptan esta estrategia con visión a largo plazo, podrán liderar el camino hacia una economía mundial más estable y segura. La oportunidad está frente a nosotros; ahora, depende de ambos países aprovecharla al máximo.

Twitter: @pacotrevinoag