Y el dragón despertó

Columnista: Salvador Hernández Vélez


Hace unos días recibí la invitación del gobernador Miguel Ángel Riquelme para ser parte de la comitiva a China, con el propósito de entablar relaciones de cooperación comercial, cultural y educativa con ese país. Viajamos directos a Shanghái, más de 16 horas de vuelo. Inmediatamente nos trasladaron a Hangzhou. Ese domingo por la tarde fuimos recibidos en la empresa Dahua Technology, una empresa gubernamental de productos y soluciones de video vigilancia a nivel mundial. Para el 2016, ya era la segunda en el mercado mundial de video vigilancia. Desde 2010 invierte el 10% de los ingresos por ventas anuales en I + D y tiene más de 5 mil ingenieros que trabajan en tecnologías de vanguardia: lentes de cámara, sensores de imagen, codificación y transmisión de video, procesadores integrados, procesamiento gráfico, análisis de video, fiabilidad del software y tecnología de seguridad de red. La empresa fue responsable de la seguridad de los  jefes de estado que participaron en el G20 en Hangzhou China.

Al término de la visita nos trasladamos en avión a Beijing, capital de China –ciudad con una historia de más de tres milenios–, en ella se encuentra el complejo de la Ciudad Prohibida, que fue el palacio imperial durante las dinastías Ming y Qing y enfrente está la enorme plaza peatonal de Tiananmén. Al siguiente día, lunes, el Embajador de México en China, recibió al gobernador Riquelme. Luego nos trasladamos a la empresa Jumore que es una plataforma de comercio electrónico transfronterizo, cubre productos básicos de todas las categorías con negocios que van desde materias primas hasta productos industriales, así como diferentes servicios que incluyen finanzas, logística y proporciona servicios y apoyos a empresas manufactureras de todo el mundo. Al estilo de la empresa Amazon. Luego visitamos una empresa para conocer una plataforma para ciudades inteligentes.

La vez anterior que visité China, fue en agosto de 1990. Me sorprendió  el cambio que percibí en China, después de 27 años, en las ciudades que visitamos pudimos contemplar un desarrollo urbano impresionante, cientos de edificios para vivienda en promedio de 20 pisos. Hay una cantidad enorme de edificios en construcción, en cada uno de ellos se utiliza una grúa. Aquí en la región sureste de Coahuila no hay edificios de 20 pisos, y en estos momentos tampoco está en operación una de esas grúas que se usan en la industria de la construcción de edificios.

Luego nos trasladamos a Nanjing, –viajamos en tren bala que alcanza una velocidad de 350 kilómetros por hora–, cuenta con ocho millones de habitantes, es la capital de la provincia de Jiangsu (80 millones de habitantes). Es la segunda provincia de más desarrollo en China. Su fuerza económica es mayor que la todo México. En esa ciudad visitamos varias empresas –entre ellas una que hace los vagones de los trenes bala y de los metros para diferentes ciudades en el mundo– y un centro de investigación. Además el gobernador de Jiangsu, Wu Zhenglong, que está cubriendo su segundo periodo de cuatro años, recibió con todos los protocolos correspondientes al gobernador Riquelme. De esta relación se construirán lazos de cooperación entre Coahuila y Jiangsu. El gobernador Zhenglong estuvo acompañado de sus funcionarios del gobierno provincial. La mesa donde se sirvió la cena es de unos ocho metros de diámetro, impresionante.

Al siguiente día visitamos otro centro de investigación e innovación y por la noche cenamos con funcionarios del gobierno de la ciudad de Nanjing, que fue capital de China hasta 1949. Por la noche regresamos a Shanghái para llegar al día siguiente a la Ciudad de México. En Shanghái mi hija Gaby vivió por diez años, ahí realizó estudios de comercio exterior chino y política para negocios chinos, y estudió mandarín. Estudió dos años y trabajó por otros ocho. Ella fue testigo presencial de una parte del desarrollo y de la transformación urbana  de China en los últimos 25 años. Cambios que me compartió muchas veces, pero ahora presenciarlos, fue verdaderamente impresionante. También mi hijo Manuel Enrique por un periodo de casi dos años vivió en Tianjin. Ciudad industrial cercana a Beijing. Y me platicó de sus impresiones del crecimiento de este país. En esa ciudad nació mi nieta Maya, china de nacimiento, no de nacionalidad.