Salvador Hernández Vélez

En las últimas semanas he tenido la oportunidad de platicar con grupos de profesores y profesoras de la mayoría de las escuelas y facultades de la Universidad Autónoma de Coahuila, con el objetivo principal de analizar el proceso enseñanza-aprendizaje y las diferentes problemáticas que ello conlleva en tiempos de pandemia. Comentamos las primeras experiencias directas y de primer momento que esta  situación está implicando. Repensando las preocupaciones externadas, compartiré una reflexión al respecto.

Las ciencias nos han metido hasta el tuétano, que desconfiemos de lo que nos sugieren los sentidos en un primer momento y la experiencia adquirida a simple vista. Tenemos muchos ejemplos de ello: El Sol no gira en torno de la Tierra, aunque a simple vista lo parezca; el tiempo y el espacio no son absolutos, aunque así nos lo dicte “nuestra realidad”; no somos una forma única de vida ajena al resto de los seres vivos; no tenemos el control de nuestras acciones y pensamientos como suponíamos, muchas de nuestras acciones se rigen por la ideología; la causa de la enfermedad no es sólo causa sino también cura; las partículas no siguen trayectorias; las partículas y las ondas no son formas opuestas de la realidad; nuestros sentidos no ven todas las formas de luz, ni escuchan todas las clases de sonidos, ni captan las diferentes realidades geométricas.

En suma, la ciencia nos han enseñado a no fiarnos de la experiencia directa, ni a encomendarnos a lo que nos dictan los sentidos. Sin embargo, nos ha dejado en claro que sólo la experiencia racionalizada, sometida a un proceso de sistematización, puede informarnos sobre la realidad. Gaston Bachelard lo expresa de la siguiente manera: “En la  formación del espíritu científico, el primer obstáculo es la experiencia básica, es la experiencia colocada por delante y por encima de la crítica”. Por ello, creo que hoy tenemos la obligación de analizar nuestras experiencias para sistematizarlas y poder asegurar un mejor proceso enseñanza-aprendizaje en tiempos de pandemia. 

Podemos comprender la historia del método de conocimiento como la historia de la lucha contra lo que en forma inmediata nos informan los sentidos, ¿qué nos dice la historia del conocimiento de la estructura del cosmos?: La primera cosmología, la de Aristarco y Ptolomeo es la representación de la experiencia inmediata. La segunda cosmología renuncia a la experiencia inmediata, la subordina a las ecuaciones de la dinámica y concluye su carácter heliocéntrico. La tercera cosmología, rectifica la experiencia más profunda que podamos imaginar, nuestra experiencia con el espacio y el tiempo. El anterior ejemplo nos muestra la evolución del método del conocimiento: en un primer momento, en conocer mediante los sentidos, lo que directamente nos informan; segundo, conocer sin considerar lo que los sentidos directamente nos informan; una tercera época en que se conoce contra lo que los sentidos nos informan.

Pero la ideología dominante nos lleva a los profesores muchas veces a defender a toda costa nuestra experiencia, nos jactamos de los años que llevamos haciendo algo y descalificamos a los nuevos profesores aunque tengan algún postgrado, confiamos a ciegas en nuestra experiencia inmediata y no nos planteamos su sistematización. En lo que al conocimiento respecta seguimos enseñando lo que hace mucho aprendimos y lo que nos dicta nuestra experiencia, y sobre todo lo aprendimos en la enseñanza presencial.  

Piaget demostró que el desarrollo de la inteligencia constituye un proceso gradual de descentración del individuo, dando cuenta que este principio es válido también a escala de la especie humana, por lo tanto del conocimiento científico producido por la humanidad. Ejemplos de las descentraciones de los acontecimientos científicos anteriormente señalados: 1.- La descentración copernicana que erradicó la idea de la Tierra como centro del universo. 2.- La descentración newtoniana que canceló la posibilidad de leyes científicas exclusivas de la Tierra. 3.- La descentración darwiniana que canceló la idea del hombre como especie privilegiada. 4.- La descentración freudiana que demostró que nuestra mente escapa de nosotros mismos; entre otros ejemplos. Hoy estamos frente a una nueva forma de enseñanza, que nos ha obligado el coronavirus. Que sin duda hay que sistematizar.

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