Oscar Ramírez
El pasado 15 de septiembre por la noche, en la ceremonia propia del conocido “Grito de Independencia”, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo; destaco la participación de la mujer en el movimiento independentista de nuestro país: pronuncio vivas para Doña Josefa Cresencia Ortiz Téllez Girón. Leona Vicario. Gertrudis Bocanegra, entre otras personalidades del sexo femenino; pero al igual que los mandatarios anteriores al presidir este acto solemne, omiten el nombre de María Ignacia Rodríguez de Velazco, mujer inteligente, culta, instruida académicamente; hija Antonio Rodríguez de Velazco y María Ignacia Osorio Barba.
María Ignacia respaldo la causa insurgente con su propia fortuna y amistades entre las que se encontraban gente acaudalada de la época y encumbrados en el gobierno virreinal; tuvo trato con el cura Miguel Hidalgo y Costilla, teniendo por consecuencia que fuera acusada de herejía, además de señalarla de tener tendencias adulteras, el virrey Francisco Javier de Lizana Beaumont, la desterró temporalmente de Querétaro, María Ignacia se defendió poniendo al descubierto la homosexualidad de su acusador.
Ella fue quien influyo en el entonces oficial del ejército virreinal Agustín de Iturbide para que cambiara de bando, y se uniera a los insurgentes, la historiadora Silvia María Arrom menciona que ella participo en la elaboración del plan de Iguala, documento fundacional del México independiente, de ser esto cierto; María Ignacia habría sido una de los principales personajes responsables de hacer realidad la independencia.
De lo que no existe duda, es de que a la entrada triunfal del ejercito Trigarante a la ciudad de México, Agustín de Iturbide desvió el desfile para que atravesara frente al balcón de la casa de María Ignacia y mas aun, este se apeo de su caballo para ingresar a la propiedad y otorgarle una rosa.
María Ignacia Rodríguez de Velazco, mujer que se adelanto a su tiempo, desafiando los convencionalismos de la época, dueña de sus pensamientos y de sus actos, más sin embargo su recuerdo se encuentra en el aislamiento e ingratitud de la historia oficial, sin ser tomada en cuenta por las propias mujeres mexicanas, aunque ocupen la presidencia de la república.