Sonia Villarreal

Una niña alegre, responsable, única  ¡el alma de las fiestas! Disfrutaba las reuniones en familia, le gustaba organizarlas y convocarlas. No sé como le hacía, pero tenía ese encanto especial que despertaba el interés de todos por asistir. Siempre nos hizo sentir la importancia de pertenecer a una familia. Solo tenía 20 años...

Ella era capaz de provocar momentos, sensaciones y sentimientos únicos, de esos que suceden de manera inesperada en nuestra vida, le era fácil provocar una sonrisa, dar un abrazo, improvisar encuentros. Era de esas personas que bajo cualquier circunstancia albergaba pensamientos positivos y te hacía sentir bien.

Estoy segura que Dios la trajo al mundo para cumplir una misión y lo hizo. Pero la cumplió tan rápido, que rápido que se la llevó. Ojalá hubiera tardado más para estar más tiempo con nosotros, pero era su momento, y aunque duele su partida, me ha hecho reflexionar.

Los días pasan y siguen pasando hasta que algo inesperado ocurre. La vida es un instante; es la oportunidad de entregar todo a las personas que queremos, o a los proyectos que nos apasionan. Es ayudar y hacer feliz a la gente que nos rodea, es la posibilidad de maravillarse con todo lo que existe a nuestro alrededor.

A veces somos muy necios y nos preocupamos por pequeñas vanalidades o tensiones, y no le damos importancia a la vida. Queremos tener el mejor coche, la mejor ropa, los mejores viajes, y no agradecemos ni la salud, ni la vida; nos quejamos de muchas cosas sin sentido.


La vida es frágil, preciosa e impredescible, cada día es un regalo que debemos disfrutar, hay que pasar el mayor tiempo posible con la gente que queremos, ¿porqué esperar a que llegue la navidad para reunirse en familia o con los amigos?

El pasado fin de semana tuvimos la posada familiar y ahí estuvo ella, como siempre, armando los juegos, compartiendo con los mayores y organizando a los más pequeños. Nos divertimos mucho, contamos historias de terror. No fue una cena lujosa, no gastamos en regalos, no necesitamos violines ni pantallas de televisión, solo eramos una familia compartiendo un momento maravilloso, sencillo, y de corazón.

Yo lo comentaba con mamá al siguiente día, te puedes pasar semanas organizando la posada perfecta, con música, regalos, comida y bebida; pero al final lo único que importa es la gente con quien estas. El disfrutar de la compañía, de las anecdotas, de los chistes o de los recuerdos de las travesuras de nuestra niñez.

Tal vez porque se nos olvida que el verdadero significado de la navidad es algo espiritual. El nacimiento de Jesús que representa la humildad, la bondad y todos los valores que deben vivir en cada uno de nosotros. Eso Mappy lo sabía muy bien y así vivió, por eso creo que se adelantó su partida.

Es triste saber que esta navidad ya no estará ahí para regalarnos su alegría, pero me siento muy agradecida de haber disfrutado este tiempo de su compañía, su recuerdo queda en mí para siempre.

Mappy se fue en un segundo, nosotros también nos iremos, no sabemos cuando, pero no dejaré que pase mi vida sin disfrutarla, sin disfrutar a mi familia. La vida nos da la oportunidad de ser felices y la tenemos que aprovechar. Y tú…¿qué opinas?