Gerardo Moscocoso Caamaño

El tiempo se está agotando. Para muchas personas y para muchas especies, ya se agotó. Como nunca, la tierra está amenazada. Contaminamos todo: el aire, los bosques y ríos con sustancias tóxicas, Hemos ensuciado las costas y océanos con inmensos derrames de petróleo y otros desechos contaminantes que se vierten al mar y a los ríos, hemos, en función de la productividad y detrimento de la calidad de vida, alterado la composición química de la atmósfera, de la que depende la existencia. Como siempre, los factores determinantes para encontrar soluciones a la problemática que nos aqueja, son la voluntad política de los gobiernos, el dinero y el poder de los intereses que temen perder en el proceso de defensa de nuestro planeta. ¿Qué será cuando ya no haya animales, árboles, agua potable y oxígeno respirable? El ser humano morirá con un gran sentimiento de aislamiento, tristeza, soledad. Lo que ocurre en la naturaleza también ya le está ocurriendo al hombre.

Todas las cosas tienen relación, todo se corresponde, todo; la vida pertenece a todo. El hombre y los gobiernos tienden a medir el progreso casi exclusivamente en términos materialistas, haciendo referencia a ideas tan fantásticas como “la calidad de vida”.

La polémica ecológica a nivel global a veces han pretendido encubrirla o, de plano, ha sido silenciada por quienes tienen poder y están coludidos con obscuros intereses del sistema económico neoliberal que cada vez es más voraz. Casualmente y por singular fortuna, en Coahuila, hay voces, llamadas de alerta, denunciando el deterioro ecológico en nuestro Estado.Como constatación de lo antes mencionado, el Rector de la UAdeC, Ing. J.S, Hernández Vélez, en días pasados participó con el Gobernador de Coahuila, Ing. M. A. Riquelme Solís, el Dr. J. Sarukhán Kermes, el Alcalde de Saltillo, Manolo Jiménez y la Bióloga Doña Eglantina Canales, en la presentación de un muy pertinente libro sobre el tema: “La Biodiversidad en Coahuila. Un estudio de Estado”.

Un ejemplo de las muchas batallas que hay que librar para evitar mandar al carajo el regalo más importante que nos ha dado Dios: La vida.

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