Gerardo Moscoso Caamaño

No cabe duda de que la cultura ya no tiene un papel protagónico en la vida social, no solo en la Comarca, sino en todo México. 

Hace años, la cultura ocasionaba fenómenos de apasionamiento y polémica que, hoy, parecen reservados al futbol, a la música de banda, reguetón, etcétera.

Se puede vivir sin la creación, como se puede vivir sin cultura, como se puede también vivir sin libertad. 

La historia de la humanidad es la de una larga conquista de las necesidades materiales que le permiten al hombre poder dedicar más tiempo y energía a las necesidades del espíritu; pero ahora, yo pregunto a esta administración federal ¿hasta cuándo piensan seguir dándoles a los creadores de este país atole con el dedo?

Cuando una compañía de danza o teatro, por ejemplo, tiene calidad y compromiso, y además ostenta un repertorio vivo, quiere decir que se ha accedido a una de las formas de manifestarse más antiguas del alma humana, que se ha comprendido que las artes escénicas son un vehículo serio y profundo de reflexión y comunicación, que son las depositarias de la historia del hombre a lo largo de toda su vida y que las convierte en herederas de ese inconsciente colectivo.

No se trata tampoco aquí de lo que un creador o promotor aislado ofrezca, sino más bien de una labor conjunta, de muchos para muchos, y en la que todos, creadores, promotores y receptores, debemos participar. 

Sin el trabajo comunitario, sin equipo, no hay resultados, pero tampoco los habrá sin un pensamiento crítico que permita orientar las políticas públicas de cultura a mediano y largo plazo. 

Las artes, todas, sirven para construir ciudadanía y ciudad, cohesión social y generan economía. 

Por ello, es necesario que los apoyos lleguen a quienes trabajan con capacidad por y para la cultura, para las artes en general y de una manera eficaz, a largo plazo. 

Eso significaría invertir en la autoestima de un pueblo, en su esperanza, en sus anhelos, en su bienestar, en la cohesión del tejido social.

Un derecho fundamental es la participación en la vida cultural y también la esencia imprescindible de la promotoría cultural. ¿A Sergio Mayer o Chucha Rodríguez les interesa algo más allá de su protagonismo chafa? 

La política y la cultura, la economía y la salud, no pueden seguir siendo el basurero de los improvisados e incapaces que nos llevarán al depósito de cadáveres putrefactos si no se pone un alto a lo que está a la vista de todos. 

 

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