Gerardo Moscoso Caamaño

Los medios de comunicación cada vez hacen más énfasis en las conferencias mañaneras del presidente de la República.

El lenguaje utilizado por el Jefe del Estado Mexicano no es, ni mucho menos, neutral, va dirigido a crear un sistema de reflejos emocionales que actuarán en valores-palabras-fetiche que desencadenarán una intensa emocionalidad que se traducirá más tarde en un alto y jugoso nivel de audiencia.

Los que mandan, siempre han sido los que controlan la producción, los medios de comunicación, los que hacen las leyes…, otros obedecen, producen y acatan las leyes y la autoridad. Esto se traduciría en la” República amorosa” del pueblo bueno.

El Estado nos cuida para que el mundo no se sumerja en el caos y la ilegalidad: Ser sumisos establece así la norma. Frente a esta sociedad ordenada, de individuos buenos y obedientes, se levantan” la mafia fifí del poder y los nostálgicos de la corrupción”.

No se sabe, ni por otro lado interesa saber, de donde procede este grupo de transgresores, pero el poder ha de combatirlos y extirparlos del mundo del orden, porque ponen en peligro la justicia social y los intereses de la cuarta transformación.

Tras la irrupción continua de los medios sobre situaciones de asesinatos, ejecuciones, asaltos, secuestros y robos, nos invade un sentimiento de inseguridad total que nos lleva a reclamar la presencia de un poder que controle, vigile, castigue y garantice el “bien” amenazado y el “orden” transgredido.

La jugada que se efectúa a través de los medios es perfecta: reclamamos nosotros mismos lo que el poder ejecutivo y el sistema desean establecer: la Guardia Nacional.

La frustración que crea el desequilibrio entre el deseo incrementado por la publicidad y la capacidad adquisitiva solo tiene dos salidas: endeudarse para toda la vida o el delito.

La delincuencia proviene de la clase más desfavorecida, de ahí salen los candidatos a saturar las celdas de nuestras cárceles, ¿para eso era aquello de “primero los pobres”?

Basta ya que el actual gobierno Federal trate de sostenerse con promesas, fantasías y entelequias, generando la complicidad y la indolencia de una buena parte de nuestra sociedad que sigue creyendo en la esperanza de México.

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