Gerardo Moscoso Caamaño

Coexistimos en una sociedad desidiosa y desinformada, en gran parte alienada entre otras cosas por los medios de comunicación, embrutecida por el alcohol, la televisión y otras adicciones.  Todas las promesas reformistas propuestas por el actual gobierno federal lo que han logrado hasta ahora es apuntalar al sistema que tanto criticó durante 18 años. Un servidor se considera no- violento, lo cual no es igual a “pacifista”, aunque comprendo que, en algunas ocasiones, muy definidas y concretas, no haya otra salida. 

Aun así, me niego a buscar la paz guardando un silencio cómplice ante las mentiras, distractores, cortinas de humo y sueños guajiros que nos chuta en sus peroratas el actual gobierno federal todos los días. La paz no es solamente la ausencia de guerra. 

La violencia es siempre una dialéctica de causa-efecto. Indaguemos las causas si de verdad no queremos violencia. Vivimos en una sociedad indolente, cínica e hipócrita que sólo moraliza para ocultar su propia podredumbre y descomposición. Mientras México chorrea sangre, miles de muertos por la crisis sanitaria, desempleo y pobreza por los cuatro puntos cardinales, el actual gobierno federal sostiene una situación general de violencia institucionalizada, y uno se pregunta cuando se convoca a la ciudadanía para que salga a la calle a darse abrazos y no balazos, etc. ¿qué no es violencia el hambre, las desigualdades sociales tan profundas, la injusticia, la corrupción y la impunidad? Las diversas mafias en el poder vociferan ante los movimientos de la sociedad civil que empieza a organizarse, todavía incipientemente, con deseos de exigir. 

La lucha por sanear la sociedad ha de ser cotidiana. La verdadera revolución, también. 

El rechazo a esta administración federal incapaz debe ser real hasta que cumpla con lo prometido. Es preciso hacer un análisis permanente de las crisis existentes en salud, política, economía, violencia, cultura, ciencia, deporte, etc. para aproximarse al significado de la no violencia. 

Y entonces veremos que la no violencia verdadera, sólo puede identificarse con las causas de los votantes desilusionados de tanta promesas y esperanzas no cumplidas. 

Cuando se invoca la paz y la no violencia, no podemos dejar de mencionar la palabra justicia, pues mientras ésta no exista, mientras siga proliferando en nuestro país la miseria y la falta de un buen Plan de Educación, humanista y científico, estaremos en la batalla.  Como vamos a casi dos años de nuevo gobierno, nunca será posible el progreso y la paz duradera.

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