Iván Garza García                                                                                        

La reciente renuncia de Carlos Urzua a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público aún está dando de que hablar. Los ecos de la mentada dimisión todavía retumban en las paredes de los lugares donde se alojan las huestes de la llamada 4T. La misiva con la que el otrora hombre de los dineros anunció su separación fue lapidaria, por decir lo menos. Claro dejó el ex ministro hacendario que había profundas diferencias entre los miembros del gabinete, así como con el mismísimo señor López. “El Presidente no quiere hacer reforma fiscal; es la única manera de abatir desigualdades”, declaró  en entrevista Urzua, al tiempo que explicó sus divergencias con Alfonso Romo y Manuel Barlett respecto a las decisiones económicas tomadas desde la principal oficina de Palacio Nacional.

Por supuesto que los adjetivos en contra del ahora académico del ITESM no se hicieron esperar. El primer mandatario lo llamó “neoliberal”, mientras que Tatiana Clouthier lo calificó de “cobarde”. Ricardo Monreal acusó al ex funcionario de actuar con “deslealtad, arrogancia y excesos” y Freyda Maribel Villegas simplemente dijo que don Carlos “perdió la cabeza”. Si usted amable lectora (mamá) considera que los epítetos antes referidos rayaron en la exageración, déjeme comentarle que en las redes sociales le llovió sobre mojado. Allá, en el anonimato que ofrece la red de redes, los cibernautas se dieron vuelo tildando al economista de traidor a la patria; saboteador; inestable, entre otras linduras de mayor calibre cuya reproducción pondría a sonar las alarmas de la censura.

Así, mientras que bots y amlovers genuinos despedazaban el honor de quien fuera uno de los colaboradores más cercanos al presidente, pocos (muy pocos) repararon en los graves riesgos que dejaba entrever la epístola que acompañó la despedida de Urzua.

Algunos días antes de la ruptura de marras, se deba a conocer una escalofriante noticia: la economía mexicana habría entrado en recesión debido a la inadecuada aplicación de políticas internas y ciertos factores externos. La afirmación que antecede es el resultado de un estudio practicado por la correduría Bank Of America Merril – Lynch.

De acuerdo con indicadores hasta ahora disponibles, el PIB habría caído nuevamente en el segundo trimestre del presente año, a razón del 0.4%. Si a esto se suma la contracción sufrida en el primer trimestre por el orden del 0.7%, se estarían ligando dos trimestres consecutivos con decremento económico, lo que técnicamente se materializa en una recesión.

El desalentador panorama podría confirmarse una vez que el INEGI haga oficiales las resultas de su última medición respecto al producto interno bruto; sin embargo, los datos preliminares podrán ser consultados a partir del 31 de julio. De corroborarse tal condición, las agencias internacionales degradarán de nueva cuenta la calificación crediticia del país, lo que limitará aún más el margen de maniobra del gobierno federal.

Varios expertos han publicado las razones por las cuales consideran que hemos arribado a un entorno desfavorable, entre las que destacan: la incertidumbre sobre el comercio internacional; la implementación de políticas dañosas y prácticas fiscales ajustadas por parte de Hacienda; la ejecución de una estrategia monetaria restrictiva y la caída en la producción de PEMEX. Lo anterior, sin contar los factores externos como lo son las amenazas arancelarías y las guerras comerciales promovidas por el vecino del norte.

Como si fuera poco, al dar a conocer la minuta sobre la última reunión, Banxico reveló que todos los miembros de su junta afirmaron que la actividad económica de México muestra una desaceleración mayor a la anticipada, por lo que la perspectiva de crecimiento sigue deteriorándose.

Un botón basta de muestra (los demás a la camisa): debido a las actuales condiciones, el primer semestre del 2019 registró la cifra más baja en generación de empleo formal en los últimos diez años; para ser claros, hubo una disminución cercana al 40% en creación de nuevos puestos de trabajo, con respecto al mismo lapso de 2018. Lo anterior, de acuerdo a cifras oficiales del IMSS.

Aquí en confianza, escuché de un buen amigo que en nuestro país poco importa lo que sucede en la realidad, sino lo que dice el Presidente y los mexicanos creemos. Si a esas vamos, el mandatario nacional ha asegurado: “No me preocupa mucho la economía. Estoy seguro de que va a haber crecimiento, bienestar y desarrollo”. Todo parece indicar que él tiene otros datos. Al tiempo.