Iván Garza García 

La espera terminó; al menos en forma momentánea. La anhelada vacuna en contra del COVID – 19 llegó ayer a la capital del sarape y tras ella, el caos y la desinformación. Con el debido bombo y platillo fueron anunciados los puntos en los que sería distribuido el antígeno para el beneficio de los adultos mayores de estos lares. Todo estaba dispuesto a fin de que se cumpliera a cabalidad la estrategia diseñada en la principal oficina del Palacio Nacional.

 

Pese a los lamentables hechos registrados en el plantel Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional que dieron origen a la aterradora historia de la jeringa vacía, las y los saltillenses acudieron a la cita. La oscuridad de la madrugada fue testigo de la incipiente conformación de lo que luego fueron largas filas. Antes de que el reloj marcará las cuatro de la mañana, ya podía verse a algunas personas apartando un lugar para su padre, madre o abuelos. Sin duda, la vigilia pesa menos cuando es el optimismo el sustituto del sueño reparador. 

 

Más con ganas que organizados, los llamados Servidores de la Nación, ataviados con sus inconfundibles chalecos, trataban – con poco éxito – de poner orden para iniciar las labores. Si bien, la logística no es lo suyo, al menos mostraban al respetable una cara amable. 

 

En los sitios en que la vacuna se aplicaría fuera de los vehículos, las sillas previamente colocadas se ocuparon rápidamente. Solos y en silencio, nuestros viejos (lo digo como una expresión de cariño y respeto) esperaban con paciencia; entusiasmados unos, incrédulos otros, pero todos revelaban esperanza en sus rostros. 

 

Los minutos transcurrían inmisericordes y las acciones aún no comenzaban. Aquel gesto de ilusión empezaba a convertirse en desasosiego. En alguno de los puestos de vacunación, un puñado de jóvenes con batas blancas trataba de ubicarse sin recibir indicaciones precisas; prefirieron permanecer de pie en espera de una señal. Poco más tarde, dos elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, identificados con el distintivo amarillo del plan DN-III, se abrieron paso entre la muchedumbre; llevaban consigo una hielera roja que seguramente contenía en su interior las ansiadas vacunas. Un hombre inició los aplausos; el resto de los presentes, impulsados por el sonido propio del regocijo, se unieron en forma inmediata. Quizá no sabían a quien aplaudían o por que lo hacían, pero hubo voces que sugirieron que de esa manera había que manifestar agradecimiento a quien encabeza los distintos del país; los servidores se hundieron en lo que parecía una profunda satisfacción, posiblemente entregarían buenas cuentas a sus jefes. 

 

Habían pasado casi dos horas desde el arranque de la actividad cuando fue colocada la primera de las vacunas. Está vez, el aplauso fue más espontáneo. Luego del tiempo de rigor en el que se analiza la presencia de alguna reacción adversa, las personas a quienes se administró el antígeno debían formarse nuevamente, ahora para recibir el comprobante respectivo. 

 

Así, entre aglomeraciones y filas kilométricas de autos, transcurrió el día uno de la jornada de vacunación en la tierra que vio nacer al pan de pulque. Algunos lograron el objetivo; otros más tuvieron que regresar a sus casas sin haber consumado el propósito de su salida, al tiempo que uno de los puestos suspendió sus tareas por la supuesta presencia de “grupos de choque”, cualquier cosa que eso signifique. 

 

Aquí en confianza, mientras que en México la población sufre las de Caín para ver vacunados por lo menos a sus familiares mayores, en los feudos del Tío Sam se presumen avances envidiables. Del otro lado del Río Bravo se han administrado más de 160 millones de dosis. 64 millones de personas ya cuentan con el esquema de vacunación completo (dos dosis) y se aplican 3 millones de vacunas cada día. Allá no hay incertidumbre, desorganización ni desmayados ante el prolongado ayuno. 

 

Frente a la realidad mexicana, ahora debemos preguntarnos: ¿se aplicará el esquema completo a los adultos mayores antes de iniciar la vacunación de algún otro segmento poblacional? y, por otro lado, ¿La vacuna es efectiva aún y cuando se aplique una sola dosis o la segunda sea administrada fuera de tiempo? Probablemente, mas temprano que tarde, algún paladín de la salud saltará a la escena para aclarar que el plan implementado por el Gobierno de la República es correcto y que los evidentes atrasos no son de gravedad. 

 

Una vez que recibió el comprobante correspondiente, un señor cuestionó a uno de los empleados federales que se encontraba apostado en la salida del recinto: “aquí no dice nada, ¿y la segunda dosis para cuándo?”, a lo que el funcionario respondió con desenfado: “nosotros le avisamos” – “muchas gracias” –  exclamó con vehemencia el hombre. Nuevamente triunfó la esperanza sobre la experiencia. Ahí se los dejo para la reflexión.